Era mayo del año 2000 y mi abuelo acababa de llegar de un viaje a
Cartagena con mis tíos. Llegó muy feliz a contarnos todas sus aventuras, no fue
con mi abuela porque ella tenía enfisema pulmonar a causa del cigarrillo y
estaba con oxígeno permanente. Mi abuelo se había salvado de una leucemia
linfoide crónica pero la quimioterapia le había dejado como consecuencia un
problema cardíaco. Llegó del viaje y se sintió mal a la mañana siguiente, mi
mamá salió con él para urgencias mientras yo me iba para el colegio y esa fue
la última vez que lo vi. Cuando llegué de nuevo a la casa, mi mamá no había
llegado, mi abuela temía que él tuviera cáncer y la empleada de toda la vida,
Flor, tenía cara de tragedia. Yo comencé a hacer tareas y Flor me dijo que la
acompañara al apartamento de mis tíos que era el del piso superior al mío.
Cuando subimos me dijo que mi abuelo estaba muerto, pero que tenía que
disimular porque mi abuela no sabía e iban a traer al neumólogo que la atendía,
el Dr. Jorge Ortega para que le diera la noticia porque no sabían bien cómo
manejarlo. Yo quedé pasmada, luego lloré un rato y luego traté de calmarme.
Bajé a mi apartamento, le sonreí a mi abuela y seguí haciendo tareas. En la
noche llegaron todos para contarle a ella.
***
Mi abuela tuvo enfisema pulmonar desde que yo tengo memoria. Vivió un
buen tiempo condenada a depender de una bala de oxígeno, pero era una mujer muy
verraca, valiente, fuerte, una de esas que ya no hay. Le salvaron la vida en la
clínica Marly infinitas veces, era un roble porque incluso alguna vez el médico
le dio horas de vida y de repente se levantó con los ojos cerrados, se quitó
las cobijas de encima y vivió dos años más. Lo que sí le dio muy duro fue la
muerte de mi abuelo, se sentaba a llorar en la sala mientras lo recordaba,
pensaba en los boleros que sonaban cuando se conocieron, en las cosas que le había
dicho, que le regaló y en lo mucho que la quiso y lo mucho que ella lo quiso.
Era mayo del año 2002 y a mi abuela le dio una gripa terrible, lo cual se agravaba
por su condición clínica, la llevaron de nuevo a la Marly y estuvo un par de
días. Probablemente no quiso seguir luchando. Yo llegué del colegio ese día y
mi mamá estaba llorando, salimos corriendo en un taxi para la clínica porque le
habían avisado que se había agravado aún más. Cuando llegamos ya no estaba en
la habitación. Nos llevaron a la morgue donde ella estaba cubierta con una
sábana. Le toqué la mano que estaba apenas tibia.
***
Mi papá era el alma de la fiesta siempre. Era muy inteligente, muy
divertido, siempre me hacía reír y siempre se estaba riendo. Muy rara vez le
daba mal genio por algo y le sacaba chiste a todo. Esa mañana de junio del
2004, él se despidió mientras yo salía para el colegio y nunca volvió a ser el
mismo. Tuvo un terrible accidente automovilístico que le ocasionó un trauma
craneoencefálico severo y un hematoma por el cual tuvieron que hacerle varias
neurocirugías. A consecuencia del accidente le dio hidrocefalia, le pusieron la
válvula de Hakim pero lamentablemente se infectó, tuvieron que desviarla a la yugular,
la infección alcanzó el corazón y dañó la válvula bicúspide lo cual finalmente
acabó con su vida. Mi papá nunca volvió a ser el mismo en esos tres meses después
del accidente y en octubre, mi mamá llegó con mi abuelo paterno a la clínica
Navarra donde les informaron que había fallecido. Yo estaba en la casa, con un
mal presentimiento, pero tratando de enfrentar la vida como él me había
enseñado: sonriendo. Mi mamá llegó al apartamento para darme la noticia.
Mientras ella estaba atacada llorando, yo apenas reaccioné. Siempre me quedo
pasmada por un momento, tratando de entenderlo todo, tratando de
racionalizarlo. Luego, rompí en llanto.
***
Gloria era una tía de mi papá, la menor de todos, no se llevaban muchos
años y era tan divertida como él. Los dos se la llevaban muy bien, siempre que
nos reuníamos nos reíamos a más no poder a punta de los chistes que ellos
contaban y de todo lo que molestaban. A Gloria le hicieron hace unos días una
cirugía a corazón abierto para reemplazar las válvulas del corazón. Estuvo
siete días en la unidad de cuidados intensivos y ayer llamamos a la clínica
para preguntar por ella. Nos informaron que había fallecido. De nuevo, no pude
llorar. Me quedo como repasando una película, pensando en momentos ya vividos
que veo nítidos, casi recreados a mi alrededor, me quedo pensando en la voz de
la persona, en la risa, en los gestos, en cuándo fue la última vez que nos
vimos…luego de procesar todo eso, luego de caer en cuenta que esos momentos ya
no volverán nunca, ahí sí salen las lágrimas. No importa cuántas veces enfrente uno este
tipo de situaciones, nunca terminará de acostumbrarse.