martes, 20 de diciembre de 2011

Bogotá


Yo también odio los trancones en Bogotá, los buses llenos, la basura en las calles, odio cuando los taxistas me regañan porque no tengo “sencillo” o no voy para donde les sirve, los ríos que se forman en las calles cuando llueve, que hayamos acabado con los humedales, algunos de los programas de la televisión colombiana, pero odio también los ataques hacia la expresión de la opinión de otros y últimamente odio que nos quejemos por todo.

Carolina Sanín escribió recientemente una columna en El Espectador titulada “Última columna” la cual es en resumen una queja sobre todos los defectos que tiene Bogotá desde su perspectiva. Habla de la falta de fuentes de agua, de la lluvia de todas las tardes, de los buses, de los vendedores que se suben a los mismos, de los taxis, de las chivas, del centro, de las mujeres, de los polvorientos barrios obreros, de los intelectuales, de los drogadictos, de la gramática, de los políticos y la corrupción. Para finalizar, agradece a todos los dioses que ahora puede manejar y largarse lejos cada vez que la canse esta ciudad de porquería. Qué novedad. Lo que hizo fue condensar en esa columna las quejas que expresamos todos los bogotanos en las redes sociales, en las conversaciones en el trabajo, con los amigos, con los que apenas conocemos o con la familia. Esto no es nuevo, no es diferente, no es UNA opinión, son muchas. Lo que no me gustó realmente es ese aire de queja de niña rica fastidiada porque sí, llorando como un costal de pollos porque no vive en una villa francesa, de esas que existen sólo en la imaginación.

Ella está en toda la libertad de odiar a Bogotá y a Colombia entera si quiere, no es la primera persona que conozco con esa forma de pensar, ni la voy a juzgar por eso. Lo curioso es que no pasaron 10 minutos después de la publicación de la columna para que a todo el mundo le diera un ataque de patriotismo y saliera a defender a Bogotá como si fuera reino de cuento de hadas. Y la verdad es que las quejas de la niñita son fastidiosas pero a la larga muchos las repetimos a diario.

Hace unos días estaba dictando una clase en la calle 134 con 7ª. Salí en medio de un aguacero torrencial, prácticamente nadé hasta el paradero, me subí a un bus con más agua de la que había afuera y que luego se llenó hasta más no poder, fue toda una odisea bajarme y caminar hasta mi casa. Llegué histérica y renegué del colapso de los sistemas de transporte, del clima y de las botas a las que se les entró el agua. Pero resulta que hace unos días también se desbordó el río Bogotá y varios barrios cercanos quedaron completamente inundados con sus aguas, llenas de sedimentos y contaminación y tuvieron que irse de ahí y perder sus cosas que estaban en casas que ni siquiera han terminado de pagar. Fue ahí cuando mis quejas sobre el clima me parecieron una ridiculez, igual que las de alguien en Facebook sobre del frío y maldiciendo porque no se podía ir para su finca a disfrutar del sol (cualquier parecido con Sanín es pura coincidencia). Sólo quejas, eso es lo que somos. Y no digo que tengamos que ser borregos conformistas, pero nos hemos agrupado en los que sí son borregos y los autodenominados “intelectuales” que criticamos (y que no toleramos las críticas) pero que terminamos siendo “borregos concienzudos”. ¡Que se quejen los que están literalmente nadando en excremento! ¿Pero qué hacemos los demás quejándonos por fachadas de edificios cuando hay otros que se están hundiendo o porque nos venden agua embotellada que no sabe bien cuando la gente de los barrios inundados abre la llave y sale mierda?

Analicemos lo que dice Carolina: en Bogotá sí hay fuentes naturales de agua, como lo menciona “El Bayabuyiba” en su blog o al menos había, porque las hemos acabado y contaminado. Es más, han construido sobre ellas y han tenido el descaro de nombrar conjuntos como “La Alameda del Río” que misteriosamente se inundó con las lluvias o han cambiado el curso de los ríos para construir universidades y luego se preguntan por qué será que los jarillones no resisten. De los buses y los taxis, el transporte colapsó en esta ciudad y la lluvia constante lo empeora, uno no sabe si salir en carro, en bus, en taxi o a pie, a este paso habrá que conseguirse un caballo a ver si ese no pone problema porque se salga de la ruta que le sirve. Ahora, que el bus huela a esto o aquello, en realidad termina pasándole a uno desapercibido cuando lo que quiere es llegar a la casa rápido porque está cansado y teniendo en cuenta que el olfato es el sentido más adaptable de todos. De la contaminación, pues adivine de quién es la culpa, de todos y no sólo de la educación y la crianza, he visto a más de uno de cuna alta dejando basura en la calle. En cuanto a las viejas uniformadas, déjelas ¿en qué le afectan?. En cuanto a los intelectuales, los drogadictos y los problemas de gramática, se los va a encontrar uno en cualquier ciudad del mundo que visite, pegarse de ellos sólo es buscar argumentos donde no los hay para acabar de justificar, cosa que en primer lugar no tendría que hacer: no le gusta Bogotá y punto. Lo que sucede es que todos estamos a la saga como depredadores, buscando qué dice el otro para atacarlo, aún cuando nosotros mismos lo hemos dicho antes. No sé qué nos motiva, pero es lo que hacemos siempre y por lo cual no llegamos a ninguna parte.

A mí sí me gusta Bogotá pero últimamente no hace muchos méritos. Si me van a mandar a que me vaya, pues pérdidas porque no me voy a ir. Lo que quiero corregir en mi actitud es la quejadera por pendejadas y la mala costumbre de atacar a los demás por sus opiniones. Que Carolina Sanín se vaya para la finca cada vez que quiera. Afortunada ella que puede hacerlo, qué vaina con los que quisieran irse y no pueden o los que están aquí por obligación.  

sábado, 17 de diciembre de 2011

Dibujar la Música con el Cuerpo



Todo comenzó con el sueño de ser bailarina de ballet: al maravillarse por usar zapatillas, tutú, por aprender las 5 posiciones básicas, por el sueño de imaginarme como prima ballerina assoluta en un escenario importante, interpretando alguna obra de Tchaikovsky y las coreografías de Petipa. Comencé, me compraron las zapatillas, el tutú, aprendí las 5 posiciones básicas, pero resulta que en el mundo del ballet hay que fortalecer el empeine durante varios años para poder utilizar puntas, hay que competir con personas excepcionales, hay que comportarse como un adulto todo el tiempo, hay que cuidar lo que se come y entonces -al menos para mí- bailar ballet perdió la magia y diversión que buscaba. Después apareció el flamenco, al cual le dediqué varios años de mi vida, aprendí a bailar pasodobles, sevillanas y jotas, me costó mucho tocar castañuelas por lo que recibí varios regaños de mi maestra. Cerraron la academia y no busqué otra y luego me convertí en una adolescente callada y tímida, lejos de ser aquella que tenía una actitud tan recia al bailar pasodobles en los escenarios.

Pasó el tiempo y un día apareció una canción de un artista turco de ojos claros que maravilló a todo el mundo. Por obvias razones, en mi colegio que era femenino, Tarkan fue nuestro sueño por un tiempo. A Adriana y a mí nos gustó muchísimo, éramos muy unidas entonces, ella comenzó a buscar canciones en internet y encontró música oriental muy interesante, además de la que se popularizó. Inventábamos coreografías, bailábamos, cantábamos (más bien balbuceábamos) y quisimos aprender danza árabe pero en ese tiempo no pudimos hacerlo. Nos graduamos y ahí nos quedó la promesa.

El baile pasó por muchos años al olvido, no había tiempo o no había plata o no había lugar o no había ánimos y entonces lo dejé de lado. Me enteré luego de los talleres de danza de la universidad, pero no había flamenco. Me llamó la atención aprender tango, pero había que llevar pareja y adivinen a cuántos biólogos les interesa aprender tango…los únicos dos que conozco ya estaban en clases. Entonces leo que hay danza árabe. Horario: Martes 7:00pm a 9:00pm…y con la cantidad de tiempo que me dejaba el laboratorio…mejor no. No me presenté. Luego decidí que no me importaba pero ya no había cupos (eran unos 20 para toda la universidad). Por diversas razones, sólo logré conseguir uno en el último semestre.

Falté a la primera clase porque no encontré el salón y tenía que irme para evitar la muerte de unas células en cultivo. A la segunda clase llegué tarde (raro) y entonces conocí a mi maestra, Johanna, quien curiosamente también es bióloga pero decidió dedicarse a la danza. Aprendí muchísimo durante esos cuatro meses y luego me uní a la escuela de la cual es directora.

No sé realmente cuál es la magia de esta danza, pero por alguna razón te atrapa y no te deja ir. Todavía me falta mucho por aprender, pero estoy segura que esto no es una moda en mi vida y que quiero que me acompañe la mayor cantidad de tiempo posible. Sé también que hay muchas cosas ocultas en la danza, en la música, en la cultura que me llama y que occidente ni sospecha porque se ha conformado con vender la parte superficial, lo exótico e incluso erótico, pero en realidad es mucho más que eso. Significa mucho más para mí, al menos.

Pero lo que más me gusta de todo esto es que es la primera vez que en un grupo donde sólo hay mujeres me siento parte de una familia. A todas nos une el amor por la danza y la música de oriente, a todas nos une la misma pasión, nadie critica y todas pueden bailarlo porque contrario a lo que el mundo nos ha impuesto, no importa si tenemos o no medidas perfectas, todas bailamos, todas lo disfrutamos. Aquí no hay discriminación, la danza es del vientre, sí, pero nadie ha dicho que el vientre tiene que ser completamente plano para tener derecho a bailar. Aquí lo que cuenta es la pasión y no las reglas impuestas sobre la apariencia. Aquí lo importante es dibujar la música con el cuerpo.



jueves, 15 de diciembre de 2011

Plastilina


Conocí a Juan Sebastián el primer día del curso de plastilina durante las vacaciones hace ya varios años. Conocí también a John y nos reíamos mucho los tres, jugando todo el tiempo a pesar de los constantes regaños porque el curso era en la biblioteca del conjunto y en las bibliotecas hay que guardar silencio. Pasados unos días, Juan Sebastián me dejó una carta en la portería, que tenía dibujos y palabras bonitas que sacó de un libro llamado “Poesías para jóvenes enamorados” (era de la editorial Torre de Papel, lo recuerdo bien) y a pesar de lo enternecidas que estaban mi mamá y mi abuela y del esfuerzo con que lo hizo, a mí me dio rabia y la rompí en mil pedazos. Nunca se lo dije porque era mi amigo y no quería lastimarlo, siguió llevándome cartas bonitas cuyo paradero actual desconozco hasta que un día se cansó y dejó de hacerlo. Luego, llegó la adolescencia y no nos volvimos a hablar, la última vez que nos vimos fue en la celebración de mis 15 años, cuando hablamos un rato y nos reímos como antes. Nunca me gustó, incluso al pasar los años, pero siempre me cayó bien, siempre nos reímos, siempre me pareció muy amable. Recuerdo perfectamente la carta con los dibujos y la cara de emoción que tenía cuando me mostró el libro que por supuesto yo observé con desdén. La poesía no me gustaba entonces y tampoco me gusta ahora.

Hace un momento fui a pagar la administración y vi a los niños en el curso de plastilina. Ya no lo hacen en la biblioteca sino en el salón comunal. Sólo hasta ahora me doy cuenta que éramos apenas unos niños de unos 10 años, sólo hasta ahora percibo lo pequeños que nos veíamos y comprendo la emoción y risa de mi mamá y mi abuela con la carta que rompí. Mi rabia era infundada, fue un bonito detalle. Creo que el problema era que a mí me gustaba John, pero yo no le gustaba a él.

martes, 6 de diciembre de 2011

Malo por Naturaleza


De acuerdo con el registro fósil, los mamíferos aparecieron en la tierra hace aproximadamente 200 millones de años (m.a.) mientras aparecían nuevos dinosaurios a partir de un grupo de Tecodontos. Los primeros mamíferos eran similares a los roedores actuales, se escabulleron de lo que quiera que haya destruido a los reptiles gigantes y lo cual permitió la proliferación y colonización del grupo. Los primates aparecieron hace unos 80 millones de años y se parecían a los lémures actuales. Los monos posteriores presentaban las características más importantes del grupo aunque con diferencias importantes de acuerdo a su ubicación geográfica. El primer homínido fue el Australopithecus, una de ellos conocida como Lucy, que aparentemente data de unos 4 m.a. y el género Homo aparece hace 2 m.a. con una gran variedad de especies que presentan un patrón curioso: la aparición de una nueva causa la desaparición de la anterior. Los homínidos eran agresivos, mataban a la otra especie hasta extinguirla. El cráneo incrementa considerablemente su tamaño conforme se acerca la aparición de nuestra especie en la tierra, pero también la capacidad de destrucción.

Somos una especie violenta, lo fueron nuestros ancestros y nosotros no nos quedamos atrás. Somos además una plaga, nuestra población aumenta a un ritmo colosal y agotamos los recursos del planeta progresivamente. Nuestro país está en guerra, lo ha estado por 50 años y todos nos sentamos a buscar culpables, a señalar y a criticar en lugar de al menos tratar de vivir en paz, hacer lo que está a nuestro alcance para aprender a respetar opiniones y a tolerar a los demás. Nuestra sociedad se derrumba y hay días como este, en que una marcha forma guerras tan increíbles como la de los grupos armados en Colombia, con base en la ley moral de asistir a la marcha o no, porque son de éstos o son de aquellos o son de los mismos o son de los pobres o son de los de plata. Una marcha por los secuestrados, en la que en lo último que se pensó fue en las víctimas reales de la guerra y por la cual se armó una lucha peor en las redes sociales.

Hay días como éstos en los que parece cierto que el hombre es malo por naturaleza. Hay días como estos en los que se pierde la poca fe en la humanidad.




Mitos sobre Cáncer


Alejandra es en definitiva mi estudiante más curiosa. Me ha bombardeado con infinidad de preguntas sobre cuanto tema puedan imaginar. Lo que más me llama la atención es la cantidad de información falsa que se mueve en la sociedad, especialmente sobre sexo y cáncer. Me he reído bastante a cuenta de los desocupados que la han convencido de mentiras muy extrañas sobre sexo. En cuanto al cáncer, es desconcertante la cantidad de cuentos que hay.
El cáncer es una enfermedad muy compleja, difícil de caracterizar, clasificar y tratar porque es una mezcla de irregularidades en las células. Para incursionar en el mundo de los mitos, comenzaré por el que mi tía repite insistentemente y que además es una frase bastante terrorista: “todos tenemos las células del cáncer”. ¿Y qué son las células del cáncer?
La célula es la unidad estructural y funcional de la vida, lo cual significa que todos los organismos vivos estamos compuestos de células. Hay algunos unicelulares como las bacterias y hay otros multicelulares como los humanos, pero en este tipo de organismos las células se especializan en funciones determinadas y se organizan de acuerdo a las mismas, lo cual permite conformar tejidos, órganos y sistemas. Esta sociedad celular debe estar regulada y controlada por un sistema riguroso que les diga qué tienen que hacer y en qué momento. La orden más importante que obedecen las células en el cuerpo es la de vivir o morir, la cual es una señal química que puede ser enviada por células vecinas, células del sistema inmune e incluso la misma célula, como si se suicidara. La razón para enviar esta señal de muerte es puramente altruista, sacrificar el bien propio (de la célula como tal) en pro del funcionamiento adecuado del organismo, bien sea porque la célula está infectada, no funciona bien o está mutando (cambiando su información genética) a un ritmo acelerado lo cual puede afectar terriblemente al tejido. Ahora bien, las células cancerígenas son exactamente las mismas células del cuerpo, de cualquier tejido, que han acumulado un cierto número de mutaciones específicas las cuales las hacen inmortales. No importa si el sistema inmune, las células vecinas o cualquier otra envían la señal química de muerte, ellas han adquirido la propiedad de ignorarla y se dividen incesantemente, produciendo muchas más iguales a ellas, hasta formar un tumor. Las células normales tienen un control de división, cuando hay suficientes en el tejido, ellas se quedan ahí quietas, sin producir más cuando forman una capa organizada y sencilla. Las células cancerígenas no obedecen a las órdenes y siguen produciendo más, crecen desmesuradamente, unas sobre otras, sin parar. Hasta ese punto, las células permanecen adheridas unas a otras, que es justamente lo que en situaciones normales les permite formar un tejido, pero la cúspide del problema llega cuando las células que conforman el tumor se descontrolan también en ese sentido y empiezan a moverse por las vías linfáticas hacia otras partes, conservando por supuesto su inmortalidad. Ese desplazamiento es lo que conocemos como metástasis y es el punto más preocupante porque no se sabe hacia dónde se moverán las células y si continuarán invadiendo tejidos sanos. La enfermedad está muy bien caracterizada en términos moleculares, pero aceptémoslo, no sabemos bien qué la causa, qué hacer, por qué cobra las vidas que cobra y por qué se salvan quienes se salvan.

La enfermedad es grave, sí y es además difícil de tratar porque es como si el mismo cuerpo se acabara, son células, no podemos matarlas porque estaríamos acabando también con las sanas, lo cual es justamente la limitante de la quimioterapia y la radioterapia. Por eso se dice que no hay cura, no podemos revertir procesos, no podemos volver sanas a las células cancerígenas, lo único que hay por hacer es removerlas. Se adelantan investigaciones sobre métodos con virus que son creados en laboratorio y al ingresar al cuerpo y que matan selectivamente a células malignas. Promete, ha dado resultados.

La mayoría de la gente no conoce cómo funciona el cáncer, la mayoría no sabe a qué se refiere cuando repite como una lora lo que otros dicen. La mayoría de los mitos se centran en la causa del cáncer y le amargan la existencia incluso a mis alumnas, que dicen cosas como: “tomar agua todos los días da cáncer”, “trabajar con el computador en las piernas da cáncer”, “usar desodorante da cáncer”, “comer papa y yuca da cáncer”…hay de todo. Y la verdad es que lo único que uno gana con eso es vivir intranquilo porque salvo por unos pocos agentes cancerígenos como la nicotina, el agente naranja, la radiación, químicos muy fuertes y el virus del papiloma humano, no hemos comprobado causas de cáncer reales. Y es que pensándolo bien, es demasiada coincidencia que un día, las células simplemente acumulen el número (que no son pocas) y las mutaciones necesarias para perder el control de proliferación, está bien que un derivado del níquel sea malo para el organismo, pero que justamente afecte los genes necesarios para convertir una célula sana en una inmortal es raro, muy raro. Siempre he querido investigar en cáncer, espero poder hacerlo en la maestría. Por lo demás, mi consejo siempre es hacer caso omiso de los mitos urbanos, no fumar y vivir tranquilo. No vale la pena preocuparse y llenarse de ataduras si al fin y al cabo no conocemos bien cómo funciona la cosa. 

Defender lo indefendible

Por políticas internas casi siempre he preferido abstenerme de escribir sobre temas polémicos en este blog, básicamente porque nació como un...