domingo, 28 de abril de 2013

Entre velos y darbukas: mitos y verdades


Tengo la impresión de que la danza en muchos campos ha dejado de ser la expresión de un sentimiento o una idea y se ha convertido en una exhibición acrobática. Se consideran buenos bailarines aquellos que pueden bailar prácticamente cualquier género musical incluyendo algo de teatralidad. Eso es cierto, pero para poder transmitir el sentimiento apropiado, es mucho mejor tener un contexto histórico, lo cual quiere decir que no es sencillo bailar apropiadamente algo sin conocerlo a fondo. La tendencia no es buena ni mala, cada uno elige que hacer.

Naima Akef, mi favorita de la historia.
No ha sido posible definir con precisión el origen de la danza árabe. Al parecer, no hay una fecha, un lugar o una persona a quién atribuirle la invención de los movimientos del vientre característicos de esta danza lo cual es perfectamente lógico porque es la expresión de un pueblo que se forjó mucho antes que el nuestro y bajo una serie de creencias muy distintas con respecto a la naturaleza que nos rodea y a nuestro papel en la misma. Cuando alguien habla de danza árabe, la gente piensa automáticamente en Arabia Saudí, repiten como loros que los sultanes tenían numerosas bailarinas para su diversión y que el único propósito de la danza es seducir hombres. Piensan también en “Mi bella genio”, en Shakira y en la danza de los siete velos.

La danza del vientre se originó en Egipto pero no se sabe con certeza cuándo. Los egipcios conformaron
Samia Gamal y Tahia Carioca
una civilización brillante que más adelante se fusionaría con la Griega en el centro del conocimiento del mundo antiguo: Alejandría. Sin embargo, durante mucho tiempo y debido a las dificultades geográficas, los egipcios permanecieron solos, libres de invasiones, bajo la bendición del río Nilo que estructuró el pensamiento de todo el pueblo y que forjó sus conceptos de la vida y de la muerte. La fertilidad que confería el limo del Nilo a la tierra fue algo atesorado por los egipcios puesto que esto permitía su supervivencia. La danza del vientre es simplemente la expresión de un pueblo, la danza que uno encuentra en una boda musulmana hoy en día y que bailan hombres y mujeres, tal y como encontraría uno aquí gente bailando salsa, merengue, cumbia y pasillos (entre otros que ya no se bailan, pero son autóctonos). Sin embargo, alrededor de toda esta cultura que tanto dista de la nuestra, existen una serie de mitos creados bajo la interpretación errónea de los ojos occidentales.

Nagwa Fouad.
Es innegable que la danza del vientre resulta bastante llamativa por el movimiento enfático de la cadera. La tan famosa “danza de los siete velos” que tantas personas usan como referente, por ejemplo, no existe. Este baile ficticio fue popularizado por dos razones principales: la primera, Oscar Wilde que en su obra de teatro “Salomé” (que posteriormente sería llevada al cine) describe una escena en que ésta presenta una danza seductora despojándose de siete velos en una fiesta para agradar a Herodes. En segundo lugar, está la popular bailarina exótica Mata-Hari, quien sería acusada y condenada a muerte por espionaje durante la primera guerra mundial y que al trabajar como cortesana y habiendo aprendido movimientos de danza árabe, realizaba lo que llamaba “el baile de los siete velos”. La danza árabe NADA tiene que ver con el striptease y el traje que se utiliza para bailar es una adaptación para escenario que deja descubierto el abdomen con el fin de observar los movimientos, especialmente las vibraciones que no son tan evidentes con la bata clásica de saidi que se utiliza en las danzas folclóricas.

La danza egipcia era esencialmente típica de reuniones pequeñas, fiestas (haflas) o ceremonias religiosas,
Fifi Abdou
pero en la década de los 20 con la llegada de los casinos a El Cairo, la danza invade los escenarios de los mismos con el objetivo de entretener un público nacional y extranjero, siendo protagonistas las mujeres, puesto que era los hombres adinerados quienes asistían. También comienzan a aparecer en producciones cinematográficas y se convierten en celebridades, de las cuales se habla en todas partes. Para las décadas de los 30 y 40 aparece la fundadora de la danza egipcia como la conocemos, Samia Gamal y también Naima Akef y Taheya Carioca, quienes tienen un estilo bastante sofisticado, rutinas sin desplazamientos grandes y movimientos recatados y dulces. Para los 60 y 70 aparecen Nagwa Fouad y Soheir Saki, con un estilo un poco más “atrevido” y seductor, pero manteniendo la elegancia. Para los 80 aparece Fifi Abdou, la encarnación de la fiesta, la alegría y la expresión aún por encima de la técnica, de la cual no recibió instrucción en sus inicios. Los movimientos de Fifi invitan a bailar, es increíblemente alegre. Finalmente está Dina, actualmente la más famosa de Egipto y medio oriente, con un estilo muchísimo más atrevido, no sólo en los movimientos sino también en el vestuario y la expresión. Las dos últimas bailarinas han despertado amores y odios y son bastante polémicas.

Dina
Durante todo ese tiempo la danza árabe llegó hasta occidente y se incorporaron elementos adicionales e incluso se han creado estilos nuevos como el tribal. Los abanicos de seda y las alas de isis por ejemplo, en realidad no son egipcios ni acompañaban esta danza originalmente. Se utilizan para bailar temas modernos puesto que al estar manipulando un instrumento, no se hace mucho énfasis en los movimientos de la cadera, separando esta dinámica de la danza clásica egipcia. Los bailes folclóricos, por su parte, pueden incluir bastones de bambú (saidi), mantos gruesos y de colores oscuros (melaya), faldas llenas de arandelas sobrepuestas (hagalla) y amplias batas de colores brillantes (khaleege). Puede utilizarse también el sable o el candelabro, que son instrumentos egipcios o el velo, del cual no hay constancia histórica exacta que muestre el momento en que fue utilizado en la danza.

Margot Fontayn
Bailar cualquier tipo de danza es complicado. Todo indica que debe encontrarse un balance entre la técnica y la expresión, siendo esta última la más difícil de conseguir porque implica entender no sólo los movimientos sino la estructura de la música, la historia que hay detrás y además hallar la forma de expresar todo eso. Sucede en todo tipo de danza. En cuanto al ballet por ejemplo, decían que Margot Fontayn no tenía buenos pies porque el arco del pie no era lo suficientemente pronunciado y tenía las piernas cortas. Sin embargo, verla bailar es mágico, tanto, que llegó a ser prima ballerina assoluta, un reconocimiento que han logrado pocas en la historia. 




Otro ejemplo sería Maya Plisetskaya, nadie ha interpretado a Odette y Odile en el Lago de los cisnes con
tanta emoción como ella, su técnica es buena, pero llama la atención más que muchas otras por la teatralidad y la pasión que muestra al bailar. Habrá que buscar con el tiempo y esperar pacientemente a dónde nos lleva la corriente de la tradición y de la música. Habrá que seguir bailando.









Defender lo indefendible

Por políticas internas casi siempre he preferido abstenerme de escribir sobre temas polémicos en este blog, básicamente porque nació como un...