viernes, 28 de diciembre de 2012

This is me...then


Hace dos años, para esta misma época que en general no me gusta porque me siento sola y en un letargo jartísimo, encontré en medio de una oscuridad que me parecía infinita el blog de Cosmo, Postcards from Cat-Man-Do. En medio de los textos y de las letras, encontré respuestas y comencé un camino largo para reconciliarme conmigo, para encontrarme y reconocerme. Se lo dije a él porque así soy yo, necesito decir las cosas cuando tengo la oportunidad, de todas maneras no hay nada que perder. Alguna vez también le dije que el post que más me había gustado y bajo el cual sentí la necesidad de un cambio de actitud importante fue uno en que él se describía, porque justamente yo pensaba que sin alguien en particular, o sin gente a mi alrededor, todo se derrumbaba. Y lo cierto es que siempre queda uno mismo y eso es suficiente. Hoy, cerca del fin de un año que me derrumbó miles de paradigmas - lo cual fue increíblemente liberador - siento la necesidad de hacer el mismo ejercicio y me voy a tomar el atrevimiento de imitar la forma en que él escribió cómo es, para cerrar un ciclo y comenzar otro en mi vida. Este es el post que él escribió http://gattocosmico.blogspot.com/2011/01/free-as-bird.html

Y este es el mío:
Mi nombre es Diana María Vanegas Lozano. Tengo 24 años aunque por lo general estoy debatiéndome entre actuar como quinceañera y como alguien de mi edad, dependiendo del contexto. Detesto que me llamen Dianita porque no soporto los diminutivos, pero gracias a mis 1,51cm de estatura he tenido que aguantar toda la vida que la gente me diga así, tanto, que ya me estoy acostumbrando. En el colegio fui una ñoña empedernida y sigo siéndolo, la diferencia es que ahora no lo considero un defecto sino una virtud. No tuve novios mientras estuve en el colegio porque tenía pocos amigos y las populares siempre me molestaron por ser fea. Bailé ballet y flamenco toda mi infancia y adolescencia, pero luego lo dejé.
Crecí con mis abuelos maternos y mis papás, mi abuelo murió inesperadamente en el año 2000, mi abuela en el 2002 y mi papá murió en el 2004 en un accidente de tránsito, cuando yo tenía 16 años. Me quedó un vacío en el corazón que probablemente se va a quedar así siempre. Pero sobreviví. Difícilmente volví a derramar lágrimas por algo.

Le tuve literalmente miedo a los hombres hasta los 18 años, cuando entré asustadísima a la Universidad Nacional a estudiar biología. Conocí a mi alma gemela pero resulta que es gay. Hemos sido amigos desde entonces y daría la vida si es necesario por él hoy y siempre. Me enamoré cada día más de la biología y decidí que quería investigar en cáncer. Comencé la maestría en fisiología y mi tesis es sobre leucemia. No podría estar más contenta al respecto.

Mi mamá es sobreprotectora y me he resignado a que no va cambiarlo nunca. La música es mi refugio, mi oxígeno, la sangre que me corre por las venas y no puedo hacer nada sin ella. Amo el flamenco y la danza árabe y no sacrifico el tiempo que le dedico a la danza por nada en el mundo. Ahora me río todo el tiempo y lloro cada vez que siento la necesidad de hacerlo. Me gusta dibujar, pintar con acuarelas y leer todo lo que puedo. Dicto clases de química y biología en inglés y en español aunque tengo serias críticas sobre la forma tortuosa en que se enseña biología en los colegios. Quiero ser traductora oficial, amo la buena ortografía y aprecio mucho la buena caligrafía. He perdido con el tiempo el filtro cerebro-boca. Soy absurdamente coqueta pero no me doy cuenta cuando me echan los perros. Siempre me terminan, creo que nunca le he terminado a nadie. Soy adicta a internet y al café pero eso sí, me lo tomo sin azúcar. Siempre busco aprobación de las demás personas. Me demoré un año entero en tratar de identificar los instrumentos en la música. Le tengo pavor a las críticas, siento que van a destruirme pero he superado mi temor a hablar en público. Puedo hacer virus y cultivar células. Le he dado un par de besos a un par de mis amigas sólo por saber qué se siente y por provocar a los tipos. He buscado y visto videos en Youporn, Redtube y demás y no me da miedo ni pena aceptarlo.
Tengo metas claras en la vida y el camino para llegar a ellas y esas no son negociables. He cedido a muchas cosas suficiente tiempo pero eso se acabó.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Acabando con los demonios


Había pasado ya un buen tiempo desde mi último momento de reflexión y seguramente por eso no me había encontrado con un viejo demonio que me persigue y suele hacerme sentir increíblemente frustrada. El demonio era más grande de lo que pensaba y había logrado conciliar con él algunas cosas que me llevaron a mi propia aceptación e incluso a la satisfacción y felicidad con la mujer en la que me he convertido. Sin embargo, se me olvidaba una última parte que a este demonio le quedó como anillo al dedo para crear una tormenta en un vaso de agua y devolverme a esos momentos en que me sentía patética porque ningún adolescente se fijaba en mí, porque no me sacaban a bailar en las fiestas o porque todos los que me gustaban me pedían ayuda con mis amigas. Cuando me pongo a pensar en pendejadas como esas me siento mal, porque me parece una bobada sufrir por el pasado, por cómo era yo o cómo actué si nada tiene que ver con quién soy ahora o con las situaciones a las que la vida me ha enfrentado. Comienza entonces mi cruzada: en lugar de sacarme del episodio crítico, me culpo porque a pesar del tiempo no he aprendido a diferenciar por qué vale la pena sufrir y entro a un círculo vicioso.

Lo cierto es que puede que no sean situaciones muy relevantes pero no puedo negar que de alguna manera me marcaron. Lo cierto es que me cuesta mucho trabajo ser considerada conmigo misma y dejar de cargar la culpa por todo en el mundo y lo cierto es también, que no me haría nada mal darme al menos un poco de crédito o tener más fe en mí. Anoche concluí - gracias a una terapia por internet - que estoy buscando algo y que cualquier asomo de crisis por más mínimo o inconexo que sea me lleva a ese camino. Eso que estoy buscando es lo opuesto a lo que viví en el pasado: el interés genuino de alguien. Y supongo que es lo que buscamos todos.

Yo vivo diciéndole a mis amigas lo mucho que valen y que deben ser conscientes de eso para no perder la seguridad y heme aquí derrumbándome por lo mismo bajo la sombra del pasado, de un contexto que ya no está, que pasó y se fue y al cual hay que dejar ir. Esta vez mis inseguridades llegan porque a pesar de reconocer lo que tengo y lo que no y aceptarme por completo, me da miedo mostrarme al mundo porque de pronto otra vez ningún hombre se va a fijar en mí, porque no me van a sacar a bailar o porque me van a pedir ayuda con mis amigas. Se suman los temores a no ser tomada en serio, a que de pronto proyecto una imagen que no es, a que todos “me dejen ir”. Pero y si es así, ¿qué? ¿Eso pone en tela de juicio lo que soy yo? No, no realmente.

Pienso entonces que yo no soy la única que vive con ese temor y que tal vez es otra de esas cadenas autoimpuestas - esta vez, no sé si por la sociedad o no - en la cual uno incluye qué tanto “levanta” en la lista de cualidades. Así no debería ser. Eso no me define. Ya bastante he luchado para lograr saber qué sí lo hace como para empezar redefinirlo por cosas ajenas a mí. El pasado ya se fue y hay que levantar la cabeza.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ataques de honestidad


Tenía yo 17 años la primera vez que me dio un ataque de honestidad con un amigo que me gustaba desde que tenía 15. Siempre que alguien me gusta intensamente, con locura, tiendo a ocultarlo o por miedo al rechazo o porque termino siendo la mejor amiga. Algunas veces el gusto se va, se pierde con el tiempo y todos felices, pero a veces - como con él - los nervios, las mariposas en el estómago y el gusto incontrolable persisten en el tiempo a pesar de todo. Cuando nos conocimos nos hicimos buenos amigos, hablábamos de todo, siempre hubo una conexión. La parte irónica es que le gustó una amiga mía con la cual yo iba a “ayudarle”. Ahí pude ir matando toda esperanza de cualquier cosa y entonces, decidí que eso a veces pasa y uno tiene que aceptarlo con dignidad y que puede perfectamente construir una amistad. El problema fue que mi plan falló y él me seguía gustando. Pasó el tiempo y después de casi tres años, en una fiesta me dio el episodio de locura en el que alguna parte de mi cerebro me dice que no hay nada que perder y que no puede seguir ocultando tanta cosa y le confesé todo. Por su reacción, creo que la última persona de la cual esperaba un baldado de agua fría como ese era de mí y luego se empeñó en preguntar por qué no había dicho nada antes a lo cual le dije que no tenía sentido sabiendo que a él le gustaba otra persona. Después de esa fiesta nos perdimos porque cambiaron muchas cosas en nuestras vidas, pero lo curioso es que yo pude vivir tranquila y dejarlo ir después de haber sido total y completamente honesta (eso sí, me regué en prosa, le conté todo desde el detalle más insignificante…después me dio pena, pero ya era tarde para arrepentirse).

Estaba pensando en eso y me di cuenta que han pasado siete años y yo sigo siendo igual. Yo soy muy coqueta y todo, eso no lo voy a negar, pero cuando alguien me gusta de verdad, no sé cómo actuar. Mi habilidad para darme cuenta cuando alguien me está echando los perros es nula y lo de la coquetería se me quita cuando alguien me gusta mucho. Ni sé bien cómo caerle a alguien ni sé identificar con certeza cuándo me están cayendo. También persisten los ataques de honestidad porque por lo general yo soy de enamoramientos largos e imposibles (mientras más imposibles, mejor) y cuando no puedo más, cuando decido que no tengo nada que perder, me da por contar absolutamente todo y decirlo, porque al fin y al cabo, no me puedo morir con esas cosas guardadas, justo como lo hice con aquel amor adolescente. Yo diría que para el modelo machista y el código moral femenino en nuestra sociedad, que una mujer se atreva a decirle a un hombre que le gusta con locura es inaudito. Pero lo cierto es que no puedo evitarlo y que mientras más pasa el tiempo más pierdo el filtro cerebro-boca, así que termino confesando todo porque simplemente no puedo guardarlo.

Me gusta ser así. A veces digo las cosas cuando es demasiado tarde, normalmente no pasa nada más allá de eso, pero siempre después de decirlo (sin importar qué tan boleta pueda considerarme la otra persona) me siento mejor. La buena noticia es que si el sentimiento no es correspondido, soy capaz de estar tranquila porque al menos lo dije, al menos hice lo que estaba a mi alcance. Lo curioso sí es la fijación en los amores imposibles. David: sé que estás leyendo esto, así que agradecería un comentario piscológico al respecto.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Yo no soy la sombra de nadie


“Yo no soy de nadie, es más, soy del que me da la gana”
María Barilla

Creo que no volví a hablar con más de tres personas del colegio por diferentes circunstancias pero hay varias de mis compañeras a quienes tengo como contacto en Facebook por puro interés chismoso, si he de ser sincera. Este año hubo varios matrimonios, muchas ya tienen hijos o se organizaron con alguien y eso está bien, cada quién tiene su forma de pensar y de llevar la vida. Lo que sí me parece muy curioso es que una de mis amigas me dijo que nos está dejando el tren. ¿Cuál tren? ¿En serio todavía se piensa eso?

Como ya voy para el cuarto de siglo, estoy oficialmente en “edad casamentera”. Son varias las personas que me han preguntado si tengo pretendientes, si me voy a casar ya que terminé la carrera, si voy a tener hijos antes de los 30 porque la fisiología así lo manda, que si voy a conseguir novio pronto, que ya estoy más que preparada, que no sé qué y no sé cuántas. Me parece muy curioso porque yo juraba que el siglo XV había pasado hace ya mucho tiempo y que el objetivo en la vida de una mujer no se limitaba únicamente al matrimonio o a ser madre (no pretendo ofender a nadie, solo que mis objetivos de vida no son estrictamente estos). Es más, no sabía yo que para muchos una mujer estudia una carrera profesional con el único propósito de conseguir un esposo de buen nivel. Y yo que estudié por puro amor a la biología.

Por supuesto no son todas las personas las que piensan así, generalizar nunca es bueno, pero sí me sorprende que sean varias las que coinciden en este punto. Esta semana volví a hablar con un amigo de hace mucho tiempo y cuando le conté a una amiga, me comenzó a molestar diciéndome: “pero muy bien, ha cambiado, está serio, ya tiene negocios, trabaja, terminó la carrera, está organizado…buen partido, hágale ¿no?”. Cabe aclarar que él no me propuso matrimonio, simplemente adelantamos cuaderno. Lo más gracioso es que esas palabras me quedaron sonando junto con otras muy similares que me han dicho algunas amigas de mi mamá y otras personas y concluyo que yo no sirvo para eso. Yo no sirvo para ser la sombra de nadie, para ser la “gran mujer que está detrás de un gran hombre” y mucho menos para ser el objeto decorativo que le falta en la vida a algún “hombre organizado y de negocios”. Yo quiero un igual, no alguien que se considere mi superior.

Para quien haya seguido este blog, está claro que me gusta estudiar, me gusta investigar, amo lo que hago y mis aspiraciones son principalmente académicas. No sé si es por lo que estudié o porque simplemente yo soy así, pero tengo metas claras en la vida y si el amor, o la familia o los hijos u otras cosas vienen por añadidura está bien, pero no es lo principal. Yo también tengo mi lado romántico, claro, y me imagino que debe ser muy satisfactorio encontrar alguien con quién recorrer el camino, pero también me bajé de la nube de cuento de hadas y sé que las cosas se construyen y se lucha por ellas, no se ganan en un golpe de suerte. Yo no ando buscando quién me ponga en un pedestal. Yo me quiero subir sola. No quiero ser la sombra de nadie.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Biología Celular y Ecología: increíblemente


Ya había dicho alguna vez que la ecología y yo no nos la llevamos muy bien que digamos, pero como el 2012 me ha roto absoluta y completamente todos los paradigmas que tenía en la vida, uno más o uno menos ya no es de extrañar. No deja de sorprenderme que personas que están en un nivel académico muchísimo más alto que el mío de vez en cuando me envíen ensayos y artículos de su autoría para leerlos y hacer comentarios críticos. Lamentablemente, este año entero estuve bastante ocupada y hasta ahora me tomé el tiempo para revisar. De todas maneras, mejor tarde que nunca.

Andrea me envió hace ya varias semanas un ensayo que escribió sobre ecosistemas sociales un tema del que yo poco o nada conozco. Anoche lo leí y para mi sorpresa - no porque ella lo escribiera sino porque la ecología por lo general me aburre - me pareció bastante interesante y no solo eso, sino que además encontré una relación bastante clara con la forma en que debe analizarse el cáncer teniendo en cuenta todo lo que ya se sabe y lo que falta por saber. Y resulta que de ese tema sé algo más porque me ocupó todo este año leer y entender miles de mecanismos celulares, moleculares, modificaciones, alteraciones y manifestaciones de esta enfermedad. Voy a tratar de sintetizar la información que me parece vital y sobretodo que requiere una modificación radical de la forma en que pretendemos entender las enfermedades y en el camino de buscar opciones terapéuticas.

El tema del cáncer no es nada nuevo. Hay registros de momias que parecen presentar vestigios de tumores relacionados con osteoblastoma que es un crecimiento desmedido del tejido óseo. Durante muchos años, las personas se han preguntado cómo funciona la enfermedad y hasta hace relativamente pocas décadas se han podido analizar las células tumorales en términos genéticos y moleculares. Lo que podemos afirmar con certeza es que las células malignas provienen de cambios radicales en el material genético de las células normales y que en algún punto pierden en control de proliferación, alteran la estabilidad del tejido, lo perforan y son capaces de llegar al torrente sanguíneo para colonizar nuevos tejidos en el cuerpo, la cual es la fase conocida como metástasis. También se sabe con certeza que en un tumor hay una altísima heterogeneidad en las células, es decir, uno podría extraerlas por separado y serían bastante diferentes entre ellas y por supuesto bastante diferentes de las normales.

Algunos afirman que las células se vuelven tumorales cuando cambian ciertos genes y pasaron bastante tiempo determinando cuáles específicamente son responsables de la conversión. Sin embargo, la fisiología celular es una red bastante compleja e inevitablemente un cambio - por ligero que parezca - repercute en muchas proteínas, genes y moléculas más. En conclusión, una célula tumoral tiene modificado prácticamente todo: el metabolismo, la expresión genética, las vías de señalización, los mecanismos de división, la relación con células circundantes, la capacidad de modular el sistema inmune. Hay dos cosas que me sorprendieron bastante de las células tumorales: 1) la célula tiene una inestabilidad cromosómica que fue lo que la convirtió a malignidad en un principio, pero es capaz de mantenerla en un nivel permisible y compatible con la vida. La célula tumoral muta, pero luego de adquirir las capacidades necesarias para proliferar e ignorar la muerte celular programada, refuerza los sistemas de reparación del ADN, lo cual le confiere una ventaja sobre las demás y 2) las células normales cuando hacen parte de un tejido no expresan algunas proteínas típicas del sistema inmune, pero como la información sigue ahí, la célula tumoral es capaz de expresarlas y controlan a su merced macrófagos y linfocitos, evitando que las reconozcan y las ataquen.

Andrea habla en su ensayo de ecosistemas. Y bueno, ¿qué tiene que ver un ecosistema con una célula? Por lo que veo, todo, supongo que es un asunto de escala (y eso que yo odiaba esa frase). Con el fin de atacar el cáncer e incluso enfermedades infecciosas como la leishmaniasis se ha empleado tiempo, dinero y personal en buscar un gen "maestro" que marque la diferencia, que lo controle todo, que impida la progresión de la enfermedad. Pero resulta que una alteración, por mínima que sea repercute en todo el “ecosistema” celular y se va a formar un “nuevo ecosistema” que no es una simple modificación del anterior sino que por la inclusión de nuevos factores se ha transformado completamente y - palabras textuales de Andrea - “estimula una retroalimentación positiva hacia él mismo, facilitando su mantenimiento y ampliación e inhibiendo la restauración del anterior”. Las células tumorales han adquirido todas las herramientas pero no sólo para mantenerse sino también para expandirse y evitan a toda costa que el tejido retorne a lo que alguna vez fue. Los cambios que conllevan a la aparición de una célula maligna pueden ser muchos o muy pocos, pero cito: “mientras mayor sea el cambio mayor será la invasión de nuevas especies que impidan el crecimiento o restablecimiento de las viejas especies por competencia, depredación o cambios en el hábitat que quedan incluso si las nuevas especies se van.”

Puede que yo esté loca tratando de integrar esto, pero me parece que tiene muchísimo sentido. El cáncer no es una enfermedad que pueda considerarse a nivel local porque tiene tantos factores actuando y tantos que han modificado el ambiente natural que es imposible restablecer del todo el anterior aún posterior a tratamientos que traten de eliminar las células invasoras. La opción de intentarlo está descartada por principio ecológico.

La pretensión de este post no es matar las esperanzas de encontrar una terapia más eficiente o incluso una cura. Lo que sí me queda de todo lo que leí, aprendí y pensé este año es que necesitamos cambiar de enfoque, necesitamos considerar que los organismos vivientes no están compuestos de moléculas o genes aislados sino que crean una red enorme de interacción y que el movimiento de un lado tiene efectos grandes o pequeños en otro. No nos sirve de nada buscar genes salvadores. Hay que ampliar el panorama.

En cuanto al origen de la enfermedad, sigo pensando que parece ser el precio de la multicelularidad. Pero eso lo dejo para otra entrada.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Los toros se ven diferentes desde la barrera


El tema ha sido recurrente durante los últimos días. No sé si son las fases de la luna, si estamos en nuestros momentos históricos, si es porque el mundo está tan convulsionado, si son cambios drásticos en nuestras vidas, si es el fin de año, el fin de semestre o el mito del fin del mundo.

Hace unos días mientras almorzábamos, concluimos que la sociedad se sostiene sobre unos pilares éticos y morales que le permiten desarrollarse como lo hace pero que bien pueden ser puro idealismo. Desde que uno está en su tierna infancia, le recalcan una serie de códigos de comportamiento claros a la luz de los cuales aprende a diferenciar qué está bien y qué está mal y con base en ellos, qué debe hacer y qué no. Pero lo cierto es que como para ese momento uno apenas habrá vivido una década, no son muchas las situaciones a las que ha tenido que enfrentarse en las cuales la línea que separa el bien del mal, el deber ser y el es se vuelve tan delgada y difusa que la moral que le enseñaron puede dejarlo botado fácilmente.

Lo primero que está claro es que la vida no es como en los cuentos de hadas. Y puede que sea culpa de Disney, pero el golpe que implica darse cuenta de eso es fuerte y complejo y le cambia a uno la perspectiva de la vida, lo baja de un mundo ideal en que todo funciona perfectamente y en el que uno jamás se enfrenta a tentaciones ni situaciones difíciles y si le ocurre, el camino está tan claro que no hay la más mínima posibilidad de faltar al códice autoimpuesto. Resulta que el mundo no funciona así. Resulta que las cosas rara vez salen como uno quiere o como espera y resulta también que ese “superyó”(si es que le entendí bien a Freud) creado con base en las normas sociales no sólo sirve para contener los impulsos sino también para culparlo, tildarlo y destrozarlo a punta de críticas cuando no se le escucha. Yo me atrevería a pensar también que los calificativos – buenos o malos – que uno puede imponerse o recibir de otros obedecen de nuevo al afán un tanto inútil que tenemos de clasificarlo todo. Y resulta que las decisiones que se toman en la vida son total y completamente dependientes del contexto.

Las normas no deberían ser negociables, mucho menos las consideraciones éticas o morales. Pero nuevamente, una cosa es lo que debe ser y otra lo que es. También es cierto que mientras menos situaciones complejas se hayan experimentado, la visión parece ser más dura, más centrada e incluso más objetiva, porque como dice mi mamá: los toros se ven diferentes desde la barrera. Entonces uno tiene siempre un grupo externo que es capaz de ver con un enfoque diferente las situaciones de su vida e indicar sin vacilaciones qué debe uno hacer o cómo debe actuar lo cual es mucho más fácil para ellos porque están afuera. A veces uno también es ese grupo externo con los demás y le parece inconcebible que la gente actúe de ciertas formas. Pero con el tiempo, con el paso de la vida, con los juegos que le impone el destino, uno termina dándose cuenta que es mucho más fácil ser radical cuando no se han vivido las cosas o cuando no se sienten directamente y que juzgar a los demás no es tan fácil porque ni uno conoce el contexto ni mucho menos tiene algún tipo de autoridad moral.

Siempre me ha molestado eso. Natalia vivía callando a todo el mundo en el salón de clases cuando estábamos en el colegio pero también vivía hablando con la compañera de puesto. Siempre me llenaba de ira porque le gustaba pregonar una moral que no tenía. Y lo más divertido es que me di cuenta que así funciona con la mayoría de las personas: pregonamos una moral que de pronto no tenemos o que tenemos cuando las cosas no nos tocan directamente. 

Yo soy de las personas que viven dándose palo al cometer un error. Pero me cansé. Me cansé de no ser considerada conmigo misma, porque bastante tiene uno ya con el ojo inquisidor de los demás como para rematar con la autoflagelación. No más. En la vida se toman decisiones que pueden ser buenas o malas y que dependen del contexto. Lo que sí es bien importante, es que si usted llegó a negociar sus leyes morales y éticas, aprenda cómo le fue con eso y de ahí en adelante sepa aplicar lo que ya sabe. Aquí estamos es para aprender.



martes, 4 de diciembre de 2012

Renacer


“It’s hard to dance with a devil on your back, so shake him off!”

Este es el tercer año que me presento con la escuela de danzas en la muestra de fin de año. Muchas cosas han cambiado - por no decir prácticamente todo - no soy la misma y no es el mismo río. Para marzo de este año, Carolina se la pasaba diciendo en las clases los sábados que este era el año del dragón que es nuestro signo en el horóscopo chino y que eso implicaba grandes cambios, que íbamos a recibir muchísimas sorpresas y que la vida iba a dar un giro de 360° sorprendente pero sobretodo, favorable. Ahora puedo llegar a la cima y deleitarme con la vista (como me dijo Fernanda), porque ella tenía razón: no pudo haber más cambios favorables en mi vida. De hecho, no recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí así. Es probable que sea la primera vez con este bienestar, con esta alegría, con esta satisfacción de ser quien soy.

Llegué al teatro a la 1:30 de la tarde sin nervios pero llena de emoción porque estuve esperando por este día todo el año, porque estaba y estoy convencida que ese día sería mi renacer, que estar en ese escenario haciendo algo tan distante de lo que estudié, algo tan diferente de las actividades a las que dedico todo mi esfuerzo sería mi momento de verdad y que nada podría ser tan auténtico como eso. Pasé muchos años de mi vida tratando de esconderme, otros odiándome, otros luchando por aceptarme y por fin, en este año logré encontrarme, rescatarme y demostrarme que me gusta como soy, que tengo muchos defectos pero también muchas cualidades. La danza para mí ya no es un escape solamente ni un descanso del trabajo, es algo que me ha hecho volver a creer en mí misma, en algo tangible, algo que disfruto con el alma si es que existe, que me hace feliz y que mueve hasta la más mínima fibra del  cuerpo. Esa sensación, eso que me hace sentir tan viva además de otras cosas que pasaron este año son las que valoro más, las que me han sacado al fin de la hoja cuadriculada a la que estaba acostumbrada y me han demostrado que cada momento debe vivirse con intensidad.

Como es tradición, Johana llevó chocolates para todas las personas, bailarinas, estudiantes y técnicos que participaron e hicieron posible el evento. Nos dio las gracias a todas y nos dijo que la vida era un regalo que teníamos que aprovechar y que pensáramos en todas las personas que han pasado por nuestras vidas, por las que están y por todo lo que aprendimos este año. Ya que al parecer los años me han ablandado y ahora lloro cada vez que así lo siento, efectivamente lloré de emoción, porque estar parado en un escenario es algo que siempre me ha parecido increíble, una mezcla de sentimientos inexplicable. Yo he bailado una buena parte de mi vida, pero esa sensación no se pierde. Supongo que ahí está la magia.

Bailé con un grupo con el que tenemos bastante conexión, me sentí feliz, no pensé. Aparentemente todo salió bien, habrá que ver los videos. Pero lo importante no es eso. Lo realmente importante es que ha pasado el fin de una etapa importante de mi vida y ha comenzado otra que promete bastante. No sé por qué razón decidí darle a esta presentación de danzas ese símbolo, de hecho creo que no fue consciente. Lo que sí sé es que significó mucho para mí. 

Finalizo con esta canción de Florence and the machine, porque es otra de esas cosas en el mundo que me mueve cada fibra del cuerpo. Me siento bastante identificada con esta canción. La letra es una maravilla.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Encuentros con la Muerte


Era mayo del año 2000 y mi abuelo acababa de llegar de un viaje a Cartagena con mis tíos. Llegó muy feliz a contarnos todas sus aventuras, no fue con mi abuela porque ella tenía enfisema pulmonar a causa del cigarrillo y estaba con oxígeno permanente. Mi abuelo se había salvado de una leucemia linfoide crónica pero la quimioterapia le había dejado como consecuencia un problema cardíaco. Llegó del viaje y se sintió mal a la mañana siguiente, mi mamá salió con él para urgencias mientras yo me iba para el colegio y esa fue la última vez que lo vi. Cuando llegué de nuevo a la casa, mi mamá no había llegado, mi abuela temía que él tuviera cáncer y la empleada de toda la vida, Flor, tenía cara de tragedia. Yo comencé a hacer tareas y Flor me dijo que la acompañara al apartamento de mis tíos que era el del piso superior al mío. Cuando subimos me dijo que mi abuelo estaba muerto, pero que tenía que disimular porque mi abuela no sabía e iban a traer al neumólogo que la atendía, el Dr. Jorge Ortega para que le diera la noticia porque no sabían bien cómo manejarlo. Yo quedé pasmada, luego lloré un rato y luego traté de calmarme. Bajé a mi apartamento, le sonreí a mi abuela y seguí haciendo tareas. En la noche llegaron todos para contarle a ella.

***
Mi abuela tuvo enfisema pulmonar desde que yo tengo memoria. Vivió un buen tiempo condenada a depender de una bala de oxígeno, pero era una mujer muy verraca, valiente, fuerte, una de esas que ya no hay. Le salvaron la vida en la clínica Marly infinitas veces, era un roble porque incluso alguna vez el médico le dio horas de vida y de repente se levantó con los ojos cerrados, se quitó las cobijas de encima y vivió dos años más. Lo que sí le dio muy duro fue la muerte de mi abuelo, se sentaba a llorar en la sala mientras lo recordaba, pensaba en los boleros que sonaban cuando se conocieron, en las cosas que le había dicho, que le regaló y en lo mucho que la quiso y lo mucho que ella lo quiso. Era mayo del año 2002 y a mi abuela le dio una gripa terrible, lo cual se agravaba por su condición clínica, la llevaron de nuevo a la Marly y estuvo un par de días. Probablemente no quiso seguir luchando. Yo llegué del colegio ese día y mi mamá estaba llorando, salimos corriendo en un taxi para la clínica porque le habían avisado que se había agravado aún más. Cuando llegamos ya no estaba en la habitación. Nos llevaron a la morgue donde ella estaba cubierta con una sábana. Le toqué la mano que estaba apenas tibia.

***
Mi papá era el alma de la fiesta siempre. Era muy inteligente, muy divertido, siempre me hacía reír y siempre se estaba riendo. Muy rara vez le daba mal genio por algo y le sacaba chiste a todo. Esa mañana de junio del 2004, él se despidió mientras yo salía para el colegio y nunca volvió a ser el mismo. Tuvo un terrible accidente automovilístico que le ocasionó un trauma craneoencefálico severo y un hematoma por el cual tuvieron que hacerle varias neurocirugías. A consecuencia del accidente le dio hidrocefalia, le pusieron la válvula de Hakim pero lamentablemente se infectó, tuvieron que desviarla a la yugular, la infección alcanzó el corazón y dañó la válvula bicúspide lo cual finalmente acabó con su vida. Mi papá nunca volvió a ser el mismo en esos tres meses después del accidente y en octubre, mi mamá llegó con mi abuelo paterno a la clínica Navarra donde les informaron que había fallecido. Yo estaba en la casa, con un mal presentimiento, pero tratando de enfrentar la vida como él me había enseñado: sonriendo. Mi mamá llegó al apartamento para darme la noticia. Mientras ella estaba atacada llorando, yo apenas reaccioné. Siempre me quedo pasmada por un momento, tratando de entenderlo todo, tratando de racionalizarlo. Luego, rompí en llanto.

***
Gloria era una tía de mi papá, la menor de todos, no se llevaban muchos años y era tan divertida como él. Los dos se la llevaban muy bien, siempre que nos reuníamos nos reíamos a más no poder a punta de los chistes que ellos contaban y de todo lo que molestaban. A Gloria le hicieron hace unos días una cirugía a corazón abierto para reemplazar las válvulas del corazón. Estuvo siete días en la unidad de cuidados intensivos y ayer llamamos a la clínica para preguntar por ella. Nos informaron que había fallecido. De nuevo, no pude llorar. Me quedo como repasando una película, pensando en momentos ya vividos que veo nítidos, casi recreados a mi alrededor, me quedo pensando en la voz de la persona, en la risa, en los gestos, en cuándo fue la última vez que nos vimos…luego de procesar todo eso, luego de caer en cuenta que esos momentos ya no volverán nunca, ahí sí salen las lágrimas. No importa cuántas veces enfrente uno este tipo de situaciones, nunca terminará de acostumbrarse.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Redes


"Life has a funny way
of sneaking upon you when you think everything's ok, 
and everything's going right,
and life has a funny way
of helping you out when you think everything's gone wrong 
and everything blows up in your face"

A A le gusta desesperadamente B pero él parece no darse cuenta aunque todos los demás lo notamos. Todos pensábamos que a B le gustaba mucho C y por eso la trataba tan mal (como cuando uno está en primaria) pero no lo sabemos a ciencia cierta y resultó que quienes morían por C eran D y E, aunque entre ellos jamás se han comentado nada. E sin embargo está perdidamente enamorado de F y ella le corresponde, pero casi siempre está muy lejos. E y F son muy amigos de G quien por cosas de la vida y esos giros inesperados que siempre ocurren, ha encontrado a H y está increíblemente feliz. H solía salir con I hace un buen tiempo, pero ahora I está saliendo con Z, quien estuvo perdidamente enamorado de G por varios años, pero ella jamás le hizo caso.

Por otra parte, A es muy amiga de J y K, que también son muy amigos entre ellos, a tal punto que todos pensábamos que tenían algo. Pero lo cierto es que J tiene novio y que K en realidad se había fijado desde hace mucho tiempo en L, contemplándola desde lejos porque ella siempre estaba con acompañada de B, E y G y otro grupo más grande y cuando se veían no había oportunidad de conversar. Finalmente y quizás por alguna alineación extraña de los planetas K y L descubrieron que sí se gustaban y ahora están saliendo.
L es muy amiga de M y O y conoció recientemente a N porque E le está enseñando a hacer unos experimentos en el laboratorio. Como B y E están trabajando permanentemente en el laboratorio, un buen día M llegó mientras N estaba ahí y se conocieron. A M le gustó bastante N e incluso la invitó a salir porque tienen muchísimas cosas en común. Sin embargo, N no quiso una segunda cita y M tuvo que retirarse con el ego herido. Como L es amiga de los dos, sabía perfectamente lo que pasaba pero no se atrevió a decir nada porque en el pasado había aprendido que en asuntos de parejas, citas y coquetería de otros es mejor no meterse.

L también es amiga de P desde hace muchos años y la ha integrado al grupo porque P es una de esas mujeres que valen mucho la pena. Sin embargo, por alguna razón no ha encontrado a alguien que la valore a pesar de ser bonita, inteligente, amable y divertida. Hace unos días P conoció a todo el grupo y pensábamos que K se había fijado en ella para más tarde descubrir que desde hacía tiempo - como ya lo he dicho - suspiraba en secreto por L por lo cual entre K y P no pasó nada. Hace un tiempo Q, que era un compañero del trabajo anterior de P se le declaró, pero lo hizo muy tarde, justo antes de viajar fuera del país. P no sabe qué hacer. P se habla también con R con quien comparten el mismo nombre y que ha estado bastante ocupada últimamente, aunque eso no ha impedido que se fije en S y que le pregunte con cada vez más timidez y con las rodillas temblando cada vez más cualquier cosa que necesite. No ha pasado nada por lo cual R se da golpes de pecho y le dice a L que lleva mucho tiempo sola y que está cansada. Pero lo cierto es que la vida es así, presenta cosas inesperadas como lo de G y H, como lo de K y L, nos tienta constantemente como a E con C, nos deja con incertidumbres como a A con B y a veces nos sorprende de formas no muy gratas, como a M con N. Algunos están solos y se sienten bien así, como O y N, otros están solos y quieren a alguien como P y R. La vida es una red compleja, no sólo a nivel biológico sino también en las relaciones humanas. L le cuenta esta historia a R cada vez que se siente sola, para que sepa que no es la única y que a veces, cuando uno menos lo espera, la vida lo sorprende.


jueves, 25 de octubre de 2012

I DON’T wanna be somebody else


Every day I fight a war against the mirror,
I can’t take the person starin’ back at me
I’m a hazard to myself
don’t let me get me,
I’m my own worst enemy,
it’s bad when you annoy yourself
so irritating
don’t wanna be my friend no more
I wanna be somebody else

Era el año 2001 cuando Pink lanzó al público “Don’t let me get me” y me cuesta pensar en una canción que describiera tan perfectamente cómo me sentía yo. Es más, no solo como me sentía en ese momento sino durante varios años, tal vez más de los necesarios.

No estoy segura de las razones exactas pero yo me detestaba. Odiaba ser quién era, no me gustaba nada de mí no solo en el aspecto físico sino también en la forma de ser, de actuar, de pensar. Entonces, decidía experimentar imitando a quienes admiraba lo cual no era muy bien recibido ni aceptado y el irremediable desenlace era llegar exactamente al mismo punto dónde había comenzado pero con una derrota más en el camino.

Han pasado muchas cosas desde entonces, he aprendido a ser considerada conmigo misma, a dejar de tratarme con desdén, al fin siento - no importa qué tan hippie parezca - que me gusta cómo soy, me gusta en quien me he convertido, me gusta que a mi alrededor estén personas tan valiosas y que quienes no me aprecian o a quienes simplemente no les agrado, están fuera de mi vida como debe ser. He aprendido a dejar de ponerme en el papel de víctima y a dejar de culparme de absolutamente todo, aunque eso sí, tratando de conservar las proporciones de las cosas: se cometen errores, se aceptan y se trata de llevar la vida lo mejor posible. Simple.

Esta mañana mientras me alistaba para salir a trabajar, me acordé de repente de la canción, así, de la nada. Noté para mi sorpresa que me acuerdo de toda la letra y la canté completa. Luego la busqué en internet para escucharla y sentí cosas diferentes, como si pudiera ver ese pasado desde lejos, un recuerdo más, una lección de vida. Me sentí satisfecha y sobretodo feliz, porque al fin puedo decir que me acepto como soy, que me gusta quién soy y que no cambiaría nada.


lunes, 15 de octubre de 2012

Mi propia fórmula de motivación


Hoy encontré en Twitter y en Facebook una lectura motivacional que me dejó un colega bajo el principal interrogante de ¿cuánto tiempo le dedica usted a su investigación a la semana? ¿Yo? Yo le dedico todo el que puedo. Necesito trabajar para poder pagar la maestría y una buena parte del tiempo restante estoy en el laboratorio haciendo experimentos o escribiendo cosas o leyendo para ponerme al día en este tema de células madre que es bien denso. Mencionan que algunos le dedican entre 80 y 100 horas semanales, que van los fines de semana, que trabajan desde la casa gracias a internet, que leen cuantos artículos pueden a la semana, en conclusión, que dedicarle la vida a la ciencia es literalmente eso: dedicarle absolutamente cada minuto de su tiempo a su investigación.

Creo que es lo suficientemente claro que yo amo la biología, que amo leer, investigar, pensar, estoy feliz por la oportunidad que tengo ahora de dedicarme a trabajar en cáncer que es un tema que siempre me ha interesado. Es un honor  para mí trabajar con los profesores que me rodean ahora, tener la oportunidad de escucharlos, de estar en sus clases, de ver cómo avanzan las cosas a pasos agigantados gracias a una comunidad enorme de personas alrededor del mundo que le dedican su vida a la ciencia. Sin embargo, yo no quiero vivir así. Al menos no de esa manera tan rígida y cuadriculada.

Sí, hay que tener vocación para esto, a veces hay que ir los fines de semana, trabajar en las noches, desde la casa, matarse muchísimo para pensar en una idea, una sola que justifique un proyecto, conseguir la financiación, diseñar los experimentos…está bien, yo le dedico a eso todo lo que quieran, pero también necesito otras cosas para ser feliz. Y es que finalmente, mi meta en la vida es ser feliz.

Para ser feliz necesito bailar, por ejemplo. Comenzó como un hobby, pero ahora es mucho más, es un estilo de vida, es mi oxígeno, es un lugar en que me siento segura y es un espacio exclusivamente para mí. Puede que tenga que hacer un experimento gigante, pero por nada del mundo sacrifico horas de danza e incluso, estoy tratando de organizar el tiempo para dedicarle más. Escucho la música en los buses, me imagino las coreografías, trabajo en relajar las muñecas y las manos mientras voy en Transmilenio.


Para ser feliz necesito también aprender y hacer cosas que no sean científicas. Necesito literatura, necesito dibujar, necesito escuchar música, necesito escribir en este blog, necesito estar en Twitter, ver Once Upon a Time. Incluso he considerado hacer otro pregrado o una maestría en algo como Filología o Literatura, algo que esté al otro extremo de mi carrera. Estoy convencida también que meterse de lleno en una única cosa termina cerrando las perspectivas, pero un conocimiento integral le permite a uno observar un panorama muchísimo más amplio. La biología misma lo indica: el cerebro trabaja a partir de complejas redes que se crean entre las neuronas, el conocimiento no existe a menos que uno tenga la capacidad de relacionar conceptos, de buscar conexiones y si de lo único que uno aprende es de una cosa, no va a salir de ahí, no va a relacionar nada.

No sé qué voy a hacer cuando termine la maestría, pero sí sé que no me voy a ir inmediatamente a buscar un doctorado, porque trabajar es otra de esas experiencias necesarias para la vida y que me hace feliz. No quiero con esto afirmar que mi forma de ver el mundo es la correcta o la que debe funcionar a todos. Digamos más bien, que esta es mi propia carta de motivación.




domingo, 7 de octubre de 2012

Folclore de Oriente II



2.  Melaia, Mileya o Melaya:

Alejandría, la misma ciudad de la enorme biblioteca que desafortunadamente se quemó y redujo a cenizas una enorme cantidad de libros, depósito del conocimiento del mundo antiguo. Ciudad costera del Mediterráneo, fundada por Alejandro Magno y principal puerto del país. Era la segunda ciudad de mayor importancia después de El Cairo. Se comerciaba estaño, algodón, bronce y seda.

Como en toda ciudad con un puerto de gran actividad comercial, había muchos marineros que transitaban en la ciudad. Las mujeres habitantes de Alejandría utilizaban entonces un manto negro llamado melaya con el fin de cubrir su cuerpo de miradas indeseadas. Entre los siglos XIX y XX absolutamente todas las mujeres utilizaban este manto que les cubría de la cabeza a los pies como símbolo de respeto y dignidad.


Como ya lo había mencionado en la entrada anterior, en la década de los 60, el maestro egipcio Mahmoud Reda, bailarín y coreógrafo de ballet recorrió el país entero para recopilar la información cultural. Cuando llegó a Alejadría no encontró un baile típico pero sí una dinámica interesante entre las mujeres que habitaban allí con su melaya y los marineros. Las mujeres más jóvenes utilizaban la melaya como una especie de objeto adicional para coquetear con los hombres. A pesar de la imposibilidad de observar sus cuerpos, la expresión de las mujeres era claramente observable en los ojos que son muy expresivos y su carácter inocente, dulce y juguetón construía una escena bastante particular e interesante que el maestro Reda aprovechó para construir un nuevo baile folclórico que más tarde adaptó para escenario.

El vestuario dista mucho de la idea que tenemos de la danza árabe, porque de nuevo, estamos hablando de una cultura, de una cotidianidad. Las mujeres utilizan vestidos de colores alegres hasta la rodilla, con boleros y en ocasiones flores, sandalias de tacón, el cabello recogido o suelto y con flores y por supuesto, la melaya.  Hay que tener en cuenta que este objeto es un manto pesado, oscuro y no un velo. Existe toda una técnica para envolverse con la melaya, especialmente mientras se baila porque la coreografía incluye el juego con ella que observó Reda. La música en general la cantan hombres y habla de cómo estas mujeres los seducen de una manera tan sutil pero fulminante.

Es un baile juvenil y divertido, con pasos mucho menos sofisticados y quizás un poco más cercanos al sabor latino en el que crecimos. Cuando hicimos el taller fue divertidísimo y en el grupo resultó tan ameno que elegimos la Melaia para presentarla a final de año. Al principio, habría preferido bailar Hagalla, pero en este momento, estoy feliz con este baile. Fue la mejor elección.




It's Britney, bitch


La semana pasada estuvo cumpliendo años el disco compacto y en la X hablaron un buen rato sobre el tema. Mencionaron la nostalgia que sienten los coleccionistas porque antes de sus treinta primaveras el CD prácticamente ha caducado: la gente ya no compra discos, no les encuentran gracia, les parecen muy costosos y sobretodo sin sentido. Nuestra época está dominada por el rápido intercambio de información a través de internet y eso por supuesto, incluye la música. Si uno puede acceder al nuevo álbum de Muse sin pagar un peso por él, es cientos de veces mejor que comprar un disco de $35.000 o $40.000.

A mí no me da nostalgia por el disco compacto porque la nostalgia es la tristeza por lo conocido y yo al vicio de los CD’s llegué tarde por muchas razones. Durante mi infancia, la pasión por la música no era mucha, básicamente porque vivía con mis abuelos y a ellos les gustaban los boleros, pasodobles y la música colombiana que a mí no me gustaba. Eso era lo único que sonaba en mi casa, mis papás tenían gustos diferentes, pero donde manda capitán no manda marinero, así que la musicalización era dominada por Silva y Villalba y similares. Mi abuelo dejó una colección enorme de acetatos y otra de unos 100 CD’s originales variados que hoy en día me gusta escuchar. Cómo es de curiosa la vida. Hay otra colección no menor que dejó mi papá pero de cassettes, que tienen una menor calidad en el sonido, pero eran suyos y por lo tanto, son como tesoros para mí. A él le gustaba toda la música, pero especialmente para bailar y gracias a él conocí lo mejor de la salsa, por ejemplo.

Creo que ya lo había mencionado en otra entrada, pero el primer CD que yo tuve fue el “Baby one more time” de Britney Spears. Ahí están las primeras canciones que me aprendí de verdad en inglés gracias al librillo que venía que era a su vez un afiche. Britney significó muchas cosas para mí y todavía me trae infinitos recuerdos, partió mi vida en dos. Mi mamá vendía música de Globo Musical en ese momento y yo le pedía CD’s porque le salían más baratos. Sin embargo no fueron muchos, porque en la casa había una situación económica tensa y es cierto que la música original no es una prioridad.

Cuando finalmente salí de la universidad y comencé a trabajar, pude darme el lujo de comprar discos originales. Tengo una lista de espera en alguna parte con los discos y libros que quiero adquirir en el momento en que sea propicio. Comencé comprando los de Coldplay (¡al fin!) y los de Muse para agregarlos a mi muy modesta colección. En este momento, no puedo comprar muchos, pero de vez en cuando paso por las tiendas a ver qué hay y si puedo comprar algo. En el laboratorio se siguen burlando de mí porque les parece absurdo comprar cosas que puedo conseguir gratis en internet o piratas en la 45.

Me tomó un buen tiempo entender que un disco es el resultado de muchísimo trabajo. Es una pieza cuidadosamente pensada para imprimir un mensaje de la banda o el cantante que lo hace. Escribir las canciones, el orden en que se presentan, elegir el trabajo artístico, la imagen, las fotos, el librillo, todo. Mi profesión no puede distar más del arte. Debe ser por eso que lo valoro tanto.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Tiempo sin tí


No sabes cuánto me alegra que todo te esté saliendo bien. Me alegra muchísimo que estés cumpliendo tus metas a corto plazo y deseo fervientemente que las que toman más tiempo salgan muy bien, a pesar de los tropiezos de la vida que nunca faltan.

Ya no me interesa buscar sobre tu vida, ya no pregunto por ti, solo me entero por eventos fortuitos y está muy bien así. Eres una parte muy importante del pasado y eso no va a cambiar, pero como lo que se vive es el presente, me alegra - y me sorprende también - ver que ya no te necesito.

Sin embargo, ya no quiero verte más. No sé cuánto tiempo tome esta fase de lejanía, espero que mucho, pero sí sé que no quiero contacto contigo. Me gusta más como soy sin ti, me gusta más como soy ahora porque sola he aprendido muchas cosas sobre mí misma y lo más importante: he aprendido a aceptarlas. También me gusta pensar que eres mejor sin mí, porque así se que las cosas son como deberían ser. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

Alimentos Transgénicos


El Ministerio de Educación y los colegios se han preocupado por diseñar un completo pensum para enseñar ciencias. Mis estudiantes ven temas que nosotros jamás vimos: modelos de evolución, genética molecular y mendeliana, evolución de invertebrados y vertebrados, biología celular, teorías del origen de la vida, ecología de poblaciones, ecología de comunidades y ecosistemas, cáncer, fisiología, virología, genética, mejor dicho, de todo.

Lo que más me llama la atención es que sin importar cuántos temas se aprendan los alumnos en clase para un examen, cuando uno les pregunta para qué se les ocurre que se dividen las células, no tienen la más mínima idea. Y es más, cuando uno les pregunta cómo harían para investigar algo o si les pide una visión crítica, nada. Estamos perdiendo el tiempo: la ciencia a punta de datos memorizados es inútil, su objetivo es que pensemos, que analicemos y argumentemos y claramente no lo estamos logrando. Estamos creando – con algunas excepciones, supongo – un ejército de personas que odian la biología, la química, la matemática y la física por temáticas saturadas y se nos ha olvidado lo más importante: no les enseñamos a pensar. Eso es bien triste.

Ayer leí el artículo de la revista Semana sobre una investigación en Francia acerca de las consecuencias del consumo de maíz transgénico. Quiero aclarar ante todo que NO PRETENDO defender a Monsanto, ni atacar al investigador y que no tengo el más mínimo conflicto de interés: esta es únicamente mi opinión.
Lo primero que me queda claro es que los medios nos manipulan sin descanso y nosotros nos vamos para donde nos digan. Precisamente comencé por las observaciones sobre la educación, porque si hay algo que deberíamos aprender en el colegio es a no tragar entero y a tener una visión crítica y lo más objetiva posible, pensando y analizando en lugar de correr como caballos desbocados atacando lo que se atraviese y de la forma que nos han dicho que lo hagamos.

Yo tengo mis reservas sobre los transgénicos porque estoy cada vez más convencida que – como mencioné en mi entrada de ayer – en los genes no se puede confiar y que las redes que regulan la vida son tan complejas y tan extensas que es absolutamente imposible modificar, silenciar o sobre-expresar un gen en un organismo vivo si afectar otros procesos. Sin embargo, la selección y manipulación genética existen desde que el hombre se aventuró a elegir plantas específicas para cultivar porque ofrecen frutos más grandes, más jugosos y más atractivos. Las mutaciones aparecen espontáneamente en los seres vivos por procesos moleculares y pueden o no ser exitosas. El agricultor se entromete entonces eligiendo las mejores variantes para la venta y el consumo. Y eso ocurre sin necesidad de hablar de ingeniería genética.

Si alguna vez ha ido al monte a buscar frutas, se dará cuenta que jamás se encuentra uno una piña silvestre como las que venden en los supermercados en términos de tamaño y sabor. Aclaremos una cosa: los seres vivos NO están ahí para brindarnos nada en particular, simplemente sobreviven. Las plantas necesitan las frutas para atraer animales que dispersen sus semillas, que las piñas sean enormes para una familia de 10 personas no se contempla ni es importante para la planta, que nosotros lo explotemos es otra cosa.

Ahora bien, es cierto que los cultivos traen 30.000 consecuencias: la destrucción de ecosistemas naturales, la utilización de químicos para controlar las plagas, la modificación genética para producir plantas resistentes, más grandes, más jugosas. El problema de fondo es que la tierra, por sí sola, con sus productos naturales y sin alterar ya no es suficiente para alimentar a nuestra especie que además acaba con todos los recursos posibles. Nuestro sistema económico no soportaría la utilización de las plantas como las encontramos en el monte, ni de los animales que explotamos para nuestro ritmo de vida. ¿Tenemos algún derecho sobre la manipulación de la vida? Por supuesto que no, pero así funciona. A ese ritmo se mueve el mundo. De lo que sí estoy segura es que no falta mucho para que alcancemos la capacidad de carga del ambiente y lo que pase después, eso sí es un misterio para mí.

El artículo de la revista Semana tiene un  ligero tinte pretencioso. Un artículo como este JAMÁS es fuente suficiente para evaluar con detalle un estudio. Quise buscar el artículo original, pero no se encuentra en ninguna de las revistas científicas de alto impacto como Nature o Science, lo cual de por sí es curioso siendo un estudio de tan amplia envergadura. Puede que las revistas científicas defiendan sus intereses también, pero estas en particular probablemente no podrían ignorar algo como esto. Hay otras cosas también: el tamaño muestral es estadísticamente muy pequeño, estamos hablando de cepas de ratas albinas, con una gran cantidad de mutaciones dirigidas para inhabilitar por completo su sistema inmunológico, homozigotas por pertenecer a líneas puras, con una altísima propensión a desarrollar cáncer (enfermedad que, dicho sea de paso, no tenemos idea de por qué exactamente inicia), siendo alimentadas ÚNICA y EXCLUSIVAMENTE por esta cepa particular de maíz. Estoy de acuerdo en realizar investigaciones sobre los efectos de plantas modificadas genéticamente, pero sin un sesgo como éste. Soy consciente también de la dificultad que representa nuestro anhelo por los tan de moda “alimentos orgánicos”, que pretenden hacernos sentir mejor sobre una verdad innegable: estamos acabando con los recursos de la tierra, el tamaño de nuestra población está fuera de control. Muy loable el intento de dejar todo quieto y sin dañarlo, pero ya hemos cambiado muchas cosas. Eso sí, me mantengo firme en mi opinión al respecto: la tierra no se acabará, pero tal vez nosotros sí.

Los efectos adversos sobre alimentos transgénicos se han buscado desde que comenzaron a usarse. Si me preguntan, me parece que puede ser peor la utilización de los químicos para atacar las plagas, pero no soy experta en el tema. Habrá que ver si otros científicos se deciden a diseñar experimentos con menos sesgo. En cuanto al libro de ser conejillos de indias… ¿no lo sabíamos ya?

miércoles, 26 de septiembre de 2012

En los genes no se puede confiar


Estudié toda la carrera con la plena convicción de amar la biología molecular y celular, el trabajo en el laboratorio, los cultivos, la disciplina, la necesidad de un diseño experimental bien pensado, con un orden lógico, detallado. Me gradué convencida de querer investigar en cáncer, de buscar una opción terapéutica, un método de prevención, algo que salga del conocimiento básico y que pueda ser utilizado a largo plazo en pacientes, que tenga una aplicación tangible.

Pues bueno, los intereses siguen intactos, aún me interesa la biología celular y finalmente he logrado ubicarme en un grupo de trabajo cuyo objeto principal de estudio es la leucemia, aunque en realidad soy una especie de estudiante híbrido entre el grupo de biología celular y molecular y el de fisiología celular. Me di cuenta que mis conocimientos en cáncer son bastante limitados y que era – y es – absolutamente necesario leer y estar al tanto del tema porque avanza a pasos agigantados y si uno no está al día, las ideas se le van quedando atrás mientras otros siguen adelante.

Comencé por supuesto con revisiones extensas, que me describieran el tema de forma general, porque eso sí, pocos temas tan densos como la dinámica del cáncer y especialmente la leucemia. Siguieron artículos primarios que normalmente tienen un altísimo grado de especificidad y cuyo principal afán es encontrar una molécula que sirva como target para atacarla en las células cancerígenas. Curiosamente, identificarlas y silenciarlas es fácil. Sin embargo, no basta para curar el cáncer.

Mario Bunge menciona en uno de sus textos que el universo y el mundo natural es un gran terreno desconocido e inexplorado. Sin embargo, es imposible tratar de observarlo y comprenderlo todo al tiempo, porque es tan vasto y tan complejo que perderíamos de vista muchas cosas. Entonces, se crea la necesidad de fraccionarlo, de dividirlo en parcelas que puedan estudiarse más fácilmente y cuando se hayan descubierto los fenómenos en cada una, podremos tener una visión integradora. Pues bien, me parece que estamos bien ubicados en las parcelas pero la parte de integrar nos falla y por mucho. Cualquier tipo de problema biológico está enmarcado en un contexto enorme e influyente y pretender estudiar, caracterizar y atacar una molécula en una enorme entidad viviente como es un organismo, no tiene el más mínimo sentido.

La cantidad de genes, proteínas, receptores, dinámicas y procesos biológicos que se alteran en una célula cancerosa no puede explicarse por una diminuta molécula. Para muchos biólogos moleculares resulta incluso absurdo pensar que las células circundantes puedan tener un efecto importante sobre el ciclo celular o la movilidad aún cuando está más que comprobado que para conformar un tejido o un órgano es vital la comunicación celular, como si una le diera un mensaje a su vecina sobre lo que debe hacer. El delicado balance en que se encuentra un organismo funcional es maravilloso y complejísimo. La direccionalidad con que parecen actuar las células cancerígenas es tan increíble que cada vez me convenzo más: es momento de abandonar el sentido “todopoderoso” que les damos a los genes. La red es mucho más grande de lo que pensamos. En los genes no se puede confiar.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Una Carrera de Comités y un Cuento Largo



Cuando Alicia llegó al país de las maravillas y terminó nadando en sus propias lágrimas junto a diversas especies de aves y un ratón, decidieron hacer una carrera para secarse. El ejercicio consistía en correr en círculos, por lo cual ningún participante perdería. Alicia tuvo que darles golosinas a todos los participantes y aunque nadie ganó la carrera, lograron secarse.

La investigación en cáncer siempre ha sido mi sueño. Es una enfermedad tan extraña, tan sistemática, tan inesperada y tan inexplicable que me llama la atención estudiarla y por qué no soñar con el desarrollo o al menos intento de una opción terapéutica. Me estoy aventurando en el largo y pedregoso camino de este campo y mi primera impresión es que estamos en esa misma carrera de comités.

La investigación clínica pretende identificar moléculas (proteínas, generalmente) implicadas en la patogénesis para atacarlas con algún medicamento y evitar la progresión de la enfermedad, cualquiera que esta sea. El cáncer por supuesto no es la excepción, aunque el grave problema es que ésta es una anomalía de las células propias y por supuesto atacarlas de manera inespecífica implica también atacar a las células sanas.

Estamos en la era de la biología molecular. La genética ha estado de moda desde hace varios años ya, buscamos genes, su respectiva proteína, tratamos de averiguar qué hace y si tiene un papel importante en las enfermedades. Sin embargo, mi impresión  es que estamos corriendo en círculos y no llegamos a ninguna parte. Por supuesto se obtienen dulces al final, cuando se determina qué hace un gen, una proteína, dónde está, con qué interactúa…pero es que el cuerpo humano no trabaja a punta de moléculas aisladas, en los genes no se puede confiar y una sola proteína está regulada por otros 200 factores ambientales, celulares, genéticos…el cuerpo humano tiene una fisiología compleja y milimétrica además, entonces, tengo la sensación de que es inútil atribuirle tanto poder a una molécula diminuta. El cuento es bien largo, tanto que no parece tener fin.

Este asunto está ocupando una buena proporción de mis reflexiones diarias. No creo que estemos viendo la dimensión real de las cosas, creo que nos sentamos a competir todos a ver si nos secamos pero no tenemos resultados del todo concretos. Veremos entonces quién se queda con el dedal.




martes, 4 de septiembre de 2012

Por qué elegí Biología en lugar de Medicina


A mí siempre me encantó la biología, incluso cuando en el colegio el profesor de séptimo, Mauricio, hacía esos exámenes que lo tenían a uno más de dos horas pensando en evolución de invertebrados y vertebrados. Sin embargo, no tenía idea que existía un pregrado en biología, así que comencé a crear todo un proyecto de vida basándome en estudiar medicina, que era lo más cercano. Luego, en medio de mis repetidas auto-promesas no cumplidas de estudiar para el ICFES cuando estaba en once, apareció Andrea (@AndreDelP) contando que había hecho un PRE-ICFES en la Universidad del Bosque donde recién habían abierto la carrera de biología y la estaban promocionando a diestra y siniestra. Me pareció rarísimo (no sé por qué para mí era tan alejada la idea de tener un pregrado en ciencias básicas) pero a la vez me gustó porque ella comenzó a explicarnos el pénsum, las líneas de investigación y sobretodo, nos aclaró que el quehacer de un biólogo era investigar. Estábamos en un curso llamado 11 Salud en medio del experimento del colegio para dividir a las estudiantes de acuerdo con sus intereses profesionales, con la convicción de estudiar medicina tambaleando. La posibilidad de hacer investigación en el área clínica sin tener que tratar pacientes directamente, sin quedarme en consulta externa, sin estar en urgencias o llorando por alguna vida que se me escapara en las manos fue una epifanía: eso era lo que yo quería hacer. Y efectivamente eso hice. Cada día me levanto más convencida, más feliz y más satisfecha porque esa fue la decisión correcta. Cada día me levanto más enamorada de lo que hago y eso no se paga con nada. Por cierto, @AndreDelP también es bióloga (gracias por el dato).

Explicar qué hacemos los biólogos es difícil porque para la mayoría de las personas la idea de estudiar una ciencia básica es tan alejada como lo era para mí cuando estaba en el colegio. Si digo que trabajo en investigación clínica me preguntan si soy médico, si digo que “creamos conocimiento” no me creen y si digo que estudiamos los organismos vivos y sus interacciones me preguntan si me gusta cuidar parques. También me ha preguntado para qué sirve eso, si aquí se consigue trabajo, si es muy fácil o muy difícil, si la única opción es irse del país, si todos los biólogos fuman marihuana para hablar con los delfines, si estudié biología porque no pasé a medicina…Decidí irme por el mejor camino que he podido encontrar en el cual no digo mentiras sino que explico lo que hago con palabras complejas para que no pregunten, porque está claro que al 90% de la población no le interesa aprender - y mucho menos de biología - en medio de una tarde de café o en una conversación pasajera. Solo respondo con un: “trabajo investigando en leucemia linfocítica aguda utilizando células madre hematopoyéticas de cordón umbilical”. Ya con eso, nadie pregunta. Supongo que escuchan la palabra leucemia o cáncer y asumen que es importante.

He encontrado, eso sí, más de una persona que realmente sabe qué hace un biólogo o por lo menos se interesa por saberlo. Son las mismas personas que me preguntan por qué me gusta y se alegran al escuchar la respuesta. Alguien me dijo una vez que me brillaban los ojos hablando del tema. Y tiene razón. Hoy estaba en clase de biología tumoral escuchando las nuevas teorías del cáncer, que rompen completamente el paradigma que existe desde hace tantos años con respecto a la enfermedad. Me acordé de ese comentario. Supongo que me estaban brillando los ojos.

sábado, 25 de agosto de 2012

Fiesta Flamenca


Esto de la danza ya es serio: no quiero que sea un simple hobbie, quiero que sea parte de mi vida permanentemente y voy a hacer todo lo posible porque permanezca así. En danza árabe ya estoy más que comprometida pero hay otra que me ha gustado toda la vida y que dejé hace muchos años: el flamenco.Johanna, mi maestra de danza árabe, organizó unos talleres de danza gitana con componentes tanto teóricos como prácticos. Por supuesto existen tantas danzas gitanas como comunidades y por razones económicas no pude asistir a todos, pero sí al de flamenco. No podía dejarlo pasar.
Anoche llegué a clase y para mi sorpresa, quien la estaba dirigiendo no era Nohora, una de las integrantes de la compañía, sino una bailaora de Andalucía que por supuesto, lleva el baile en las venas.

Comenzamos con la historia breve del flamenco y con las bases de la técnica, por supuesto unas pocas porque una sesión de dos horas y media no es nada para todo lo que hay que aprender. Mi primera sorpresa es que a pesar del paso de los años, de mi inmersión en actividades lejanas al flamenco y de la dificultad que he tenido para levantar la cabeza en la danza árabe, la postura permanece en mí intacta. Sólo escuchar las sevillanas y bulerías, las palmas y la guitarra encendió un botón olvidado en la memoria que ni yo misma sabía que existía: los pies bien firmes en el suelo, la espalda recta, los brazos extendidos - aunque no completamente - y las manos a la vista, el pecho y la cabeza en alto, el cuello extendido y la mirada fija al frente, con una actitud como para salir a matar.



Son incontables las veces que Johanna me ha regañado porque tiendo a mirar al piso, las veces que me ha dicho que tengo que tener la frente en alto, que deje de esconderme. También son muchísimas las veces que he notado que lo hago constantemente, como si quisiera huir despavorida del mundo y esconderme en una caja de cristal para no salir jamás. El flamenco es todo lo opuesto a eso: los movimientos son recios, la mirada lo es todo igual que la actitud, hay que creerse el cuento. Lo raro es, que con la música sí me funciona, como si fuera otra persona, como si esa parte de mí que a veces ignoro o encierro saliera sin miedo y tomara el control. No sé bien cómo explicarlo, pero me sentí muy bien.

La propuesta para la clase fue una fiesta flamenca, que es como si asistiéramos a una fiesta en la casa de alguien, pero bailando únicamente flamenco. La energía flota por el aire, las palmas y la guitarra animan a todas las participantes, es tan contagioso que el novio de Johanna que sólo estaba observando, se unió al baile. Somos 8 personas en la clase y nos organizamos en un círculo para escuchar la descripción de cómo transcurre normalmente una fiesta de este tipo. En ese caso, habría un guitarrista y un cantaor, que improvisa siguiendo una serie de claves rítmicas para guiar a las bailaoras. Cuando se te antoje bailar, porque el ritmo te llama, sales del círculo marcando el ritmo con los pies, levantas los brazos mientras mueves las muñecas y los dedos y te presentas sin palabras ante la fiesta, como diciendo: “señores, voy a bailar”. Luego, te acercas al cantaor que empieza a lanzar pregones exclusivamente para ti y le bailas: si te está cantando, hay que bailarle a él. No puedes olvidar marcar el ritmo con los pies, si quieres con taconeo, con la falda y los brazos, todo cuenta. El tronco estás más bien fijo, los movimientos son fuertes y enérgicos. Cuando el cataor termina la pieza que te ha hecho para que bailes o tú decidas retirarte, tienes que seguir el protocolo de la fiesta y hacer una llamada. Se separan los pies y se hace un taconeo fuerte, para llamar la atención de todos, como diciendo: “señores atención, me voy”. Luego, para poder irte, realizas una serie de movimientos fuertes, con taconeo y brazos, libres, eso sí y te diriges a tu puesto dándole la espalda al cantaor.
Yo nunca había conocido el flamenco así, como es. Cuando bailé, Judy me enseñó coreografías de jotas, pasodobles y sevillanas, pero jamás un estilo como este, donde lo que transmiten la música y el cantaor son la guía del baile. Es intimidante, pero divertidísimo. 



martes, 21 de agosto de 2012

Bacterias


Los corales están enfermos y no sabemos por qué. Sin importar el destino al cual se dirija, en cualquier arrecife coralino es evidente que algo anda mal con estos animales. Durante algunas temporadas, es un blanqueamiento simple, las algas microscópicas (zooxantelas) que viven en simbiosis con los corales y les dan sus colores, simplemente tienen que salirse de estos animales debido a las altas temperaturas del agua marina, la cual ha aumentado a causa del calentamiento global. Algunos otros parecen experimentar infecciones más graves, necrosis (muerte) del tejido, la cual avanza y consume varios centímetros diarios del coral hasta destruirlo por completo. No hemos encontrado un agente etiológico, una bacteria, un virus, un hongo, algo que explique qué les está sucediendo a los organismos que representan uno de los pilares más importantes de la ecología marina.


Pero somos investigadores y aunque no es el área en la que trabajo, sí me interesa. Puede ser un idealismo, puede ser el deseo egoísta de seguirlos viendo cuando careteamos, puede ser el intento inútil por salvar a uno de los Phyla más antiguos que conserva la naturaleza…sea lo que sea, no sólo es un tema de interés, es también un reto.

Una amiga mía acaba de terminar la maestría y su proyecto de tesis se centra en las enfermedades de corales. Parece que lo que está causando esta enfermedad mortal no es una bacteria sino un desbalance en las comunidades de bacterias. Y es que oponiéndose un poco a la microbiología clásica, a los postulados de Koch y a todo lo encontrado en una carrera contra la muerte hace ya muchos años entre quienes son llamados padres de la microbiología y la inmunología, lo que causa una enfermedad no es simplemente una bacteria y una bacteria no es siempre un patógeno que debe destruirse.

Hay bacterias por todas partes: en el suelo, en el aire, en el agua, en el café que se está tomando en este momento, en las teclas del computador en el cual trabaja, en la silla en que se sienta, en la almohada y el colchón en que va a dormir esta noche (sí, es normal que haya en el agua de la llave, no se alarme). Es más, sólo sobre su cuerpo, usted y yo tenemos más bacterias que células propias y eso es posible porque las bacterias, que son células procariotas son de un tamaño unas 10 veces menor que el de una célula como cualquier de las nuestras, que son eucariotas. Sin esas bacterias que tenemos sobre la piel nos enfermaríamos con mayor frecuencia, sin las que habitan en nuestro intestino no podríamos digerir muchos alimentos, sin las que están en el estómago otras que son patógenas podrían ingresar al torrente sanguíneo, sin las que están en las encías y los dientes nos llenaríamos de caries e infecciones. Las bacterias no son enemigos, son organismos vivientes como cualquier otro que conforman poblaciones y comunidades completas. Desafortunadamente, un muy bajo porcentaje del enorme grupo de bacterias que hay en el planeta incluyen en su ciclo de vida el paso por un hospedero vertebrado o tienen la posibilidad de expresar algunos genes que llamamos factores de virulencia cuando hay cambios radicales en el ambiente para garantizar su supervivencia y que pueden hacer daño a otros organismos. Las bacterias son tan importantes y tan abundantes, que ocupan dominio entero de la vida, de acuerdo con las clasificaciones más recientes, pero definitivamente, no son nuestras enemigas.


Mi amiga se ha dedicado a la microbiología desde que estaba en pregrado y hoy nos contaba que se opone completamente a la visión clásica de esta rama de la biología. El problema - o la situación, más bien - es que la investigación se ha fundamentado en el área clínica, lo cual es perfectamente lógico porque nos afecta directamente. Koch experimentó arriesgando su vida con muchísimos patógenos, tratando y analizando muestras de tuberculosis en una época en que no había medidas de bioseguridad y nos dejó los postulados que fundamentan esa visión clásica. Pero las bacterias no son lo que ajustamos a las leyes, son entidades vivientes, son adaptables y es más, tienen una plasticidad mucho mayor a la de otros organismos, lo cual ha garantizado su éxito evolutivo. No todas las bacterias son patógenas, la mayoría son benéficas, ni todas las enfermedades se producen por un simple agente bacteriano al cual “se le ocurrió” un día infectar a otro organismo. Los corales son la viva prueba de ello y los miles de intentos por analizar muestras que evidencien la especie que los está destruyendo. No aparece nada concluyente.

El grupo de la universidad investiga en ecología de bacterias. A grandes rasgos, estudian la comunicación bacteriana (denominada quórum sensing) y cómo ésta puede llegar a producir una enfermedad bajo ciertas condiciones ambientales o fisiológicas. Koch hizo enormes aportes a la ciencia, eso es indiscutible, pero es necesario aceptar que la vida no tiene un patrón cuadriculado y que tal vez, el desbalance de las miles de poblaciones bacterianas que se hallan en el mar puede estar afectando a los corales en lugar de un agente demoníaco cuyo único interés es destruir. Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, deje de obsesionarse con la presencia de las bacterias en su vida, porque afortunadamente no puede deshacerse de ellas. Su vida no sería posible.


Defender lo indefendible

Por políticas internas casi siempre he preferido abstenerme de escribir sobre temas polémicos en este blog, básicamente porque nació como un...