La semana pasada estuvo cumpliendo años el disco compacto y en la X
hablaron un buen rato sobre el tema. Mencionaron la nostalgia que sienten los
coleccionistas porque antes de sus treinta primaveras el CD prácticamente ha
caducado: la gente ya no compra discos, no les encuentran gracia, les parecen
muy costosos y sobretodo sin sentido. Nuestra época está dominada por el rápido
intercambio de información a través de internet y eso por supuesto, incluye la
música. Si uno puede acceder al nuevo álbum de Muse sin pagar un peso por él,
es cientos de veces mejor que comprar un disco de $35.000 o $40.000.
A mí no me da nostalgia por el disco compacto porque la nostalgia es la
tristeza por lo conocido y yo al vicio de los CD’s llegué tarde por muchas
razones. Durante mi infancia, la pasión por la música no era mucha, básicamente
porque vivía con mis abuelos y a ellos les gustaban los boleros, pasodobles y
la música colombiana que a mí no me gustaba. Eso era lo único que sonaba en mi
casa, mis papás tenían gustos diferentes, pero donde manda capitán no manda
marinero, así que la musicalización era dominada por Silva y Villalba y
similares. Mi abuelo dejó una colección enorme de acetatos y otra de unos 100
CD’s originales variados que hoy en día me gusta escuchar. Cómo es de curiosa
la vida. Hay otra colección no menor que dejó mi papá pero de cassettes, que
tienen una menor calidad en el sonido, pero eran suyos y por lo tanto, son como
tesoros para mí. A él le gustaba toda la música, pero especialmente para bailar
y gracias a él conocí lo mejor de la salsa, por ejemplo.
Creo que ya lo había mencionado en otra entrada, pero el primer CD que yo
tuve fue el “Baby one more time” de Britney Spears. Ahí están las primeras
canciones que me aprendí de verdad en inglés gracias al librillo que venía que
era a su vez un afiche. Britney significó muchas cosas para mí y todavía me
trae infinitos recuerdos, partió mi vida en dos. Mi
mamá vendía música de Globo Musical en ese momento y yo le pedía CD’s porque le
salían más baratos. Sin embargo no fueron muchos, porque en la casa había una
situación económica tensa y es cierto que la música original no es una
prioridad.
Cuando finalmente salí de la universidad y comencé a trabajar, pude darme
el lujo de comprar discos originales. Tengo una lista de espera en alguna parte
con los discos y libros que quiero adquirir en el momento en que sea propicio.
Comencé comprando los de Coldplay (¡al fin!) y los de Muse para agregarlos a mi
muy modesta colección. En este momento, no puedo comprar muchos, pero de vez en
cuando paso por las tiendas a ver qué hay y si puedo comprar algo. En el laboratorio
se siguen burlando de mí porque les parece absurdo comprar cosas que puedo
conseguir gratis en internet o piratas en la 45.
Me tomó un buen tiempo entender que un disco es el resultado de muchísimo
trabajo. Es una pieza cuidadosamente pensada para imprimir un mensaje de la
banda o el cantante que lo hace. Escribir las canciones, el orden en que se
presentan, elegir el trabajo artístico, la imagen, las fotos, el librillo, todo.
Mi profesión no puede distar más del arte. Debe ser por eso que lo valoro
tanto.
En estos días compré un CD de Ben Folds Five, el último que sacaron, en Pledge.com Me pareció súper emcionante la compra porque los fans financiamos por adelantado la producción del disco. Así, uno siente que gracias a uno, ellos pueden hacer lo que les gusta y, al mismo tiempo, uno recibe alo que aprecia, es un gana - gana.
ResponderEliminarPledge, Itunes, Kickstart, hay un montón de sitios donde los artistas están pudiendo comercializar su trabajo sin tener que pasar por el abuso de las disqueras, que abusan de ellos y abusan de uno con precios que impiden que uno pueda oír de forma "legal" toda la música que hace parte de su vida.
Mientras más directa sea la relación de los músicos con la gente, más valor emocional para uno hay en comprarles un disco y más justa es la transacción.
El abuso de las disqueras es algo que sobre lo que reflexioné hace muy poco. De por sí, ser músico me parece complejo porque muchos consideran que no hacen nada, que es inútil y salir adelante es muy duro. El comercio de la música es otra mafia medio rara pero lo que dices es muy cierto, la cercanía que puede darse hoy en día entre los músicos y el público es una vaina muy interesante y sobretodo, benéfica.
EliminarPor motivos parecidos, tengo muchas ganas de comprarme un Kindle.
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