domingo, 7 de octubre de 2012

It's Britney, bitch


La semana pasada estuvo cumpliendo años el disco compacto y en la X hablaron un buen rato sobre el tema. Mencionaron la nostalgia que sienten los coleccionistas porque antes de sus treinta primaveras el CD prácticamente ha caducado: la gente ya no compra discos, no les encuentran gracia, les parecen muy costosos y sobretodo sin sentido. Nuestra época está dominada por el rápido intercambio de información a través de internet y eso por supuesto, incluye la música. Si uno puede acceder al nuevo álbum de Muse sin pagar un peso por él, es cientos de veces mejor que comprar un disco de $35.000 o $40.000.

A mí no me da nostalgia por el disco compacto porque la nostalgia es la tristeza por lo conocido y yo al vicio de los CD’s llegué tarde por muchas razones. Durante mi infancia, la pasión por la música no era mucha, básicamente porque vivía con mis abuelos y a ellos les gustaban los boleros, pasodobles y la música colombiana que a mí no me gustaba. Eso era lo único que sonaba en mi casa, mis papás tenían gustos diferentes, pero donde manda capitán no manda marinero, así que la musicalización era dominada por Silva y Villalba y similares. Mi abuelo dejó una colección enorme de acetatos y otra de unos 100 CD’s originales variados que hoy en día me gusta escuchar. Cómo es de curiosa la vida. Hay otra colección no menor que dejó mi papá pero de cassettes, que tienen una menor calidad en el sonido, pero eran suyos y por lo tanto, son como tesoros para mí. A él le gustaba toda la música, pero especialmente para bailar y gracias a él conocí lo mejor de la salsa, por ejemplo.

Creo que ya lo había mencionado en otra entrada, pero el primer CD que yo tuve fue el “Baby one more time” de Britney Spears. Ahí están las primeras canciones que me aprendí de verdad en inglés gracias al librillo que venía que era a su vez un afiche. Britney significó muchas cosas para mí y todavía me trae infinitos recuerdos, partió mi vida en dos. Mi mamá vendía música de Globo Musical en ese momento y yo le pedía CD’s porque le salían más baratos. Sin embargo no fueron muchos, porque en la casa había una situación económica tensa y es cierto que la música original no es una prioridad.

Cuando finalmente salí de la universidad y comencé a trabajar, pude darme el lujo de comprar discos originales. Tengo una lista de espera en alguna parte con los discos y libros que quiero adquirir en el momento en que sea propicio. Comencé comprando los de Coldplay (¡al fin!) y los de Muse para agregarlos a mi muy modesta colección. En este momento, no puedo comprar muchos, pero de vez en cuando paso por las tiendas a ver qué hay y si puedo comprar algo. En el laboratorio se siguen burlando de mí porque les parece absurdo comprar cosas que puedo conseguir gratis en internet o piratas en la 45.

Me tomó un buen tiempo entender que un disco es el resultado de muchísimo trabajo. Es una pieza cuidadosamente pensada para imprimir un mensaje de la banda o el cantante que lo hace. Escribir las canciones, el orden en que se presentan, elegir el trabajo artístico, la imagen, las fotos, el librillo, todo. Mi profesión no puede distar más del arte. Debe ser por eso que lo valoro tanto.

3 comentarios:

  1. En estos días compré un CD de Ben Folds Five, el último que sacaron, en Pledge.com Me pareció súper emcionante la compra porque los fans financiamos por adelantado la producción del disco. Así, uno siente que gracias a uno, ellos pueden hacer lo que les gusta y, al mismo tiempo, uno recibe alo que aprecia, es un gana - gana.

    Pledge, Itunes, Kickstart, hay un montón de sitios donde los artistas están pudiendo comercializar su trabajo sin tener que pasar por el abuso de las disqueras, que abusan de ellos y abusan de uno con precios que impiden que uno pueda oír de forma "legal" toda la música que hace parte de su vida.

    Mientras más directa sea la relación de los músicos con la gente, más valor emocional para uno hay en comprarles un disco y más justa es la transacción.

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    1. El abuso de las disqueras es algo que sobre lo que reflexioné hace muy poco. De por sí, ser músico me parece complejo porque muchos consideran que no hacen nada, que es inútil y salir adelante es muy duro. El comercio de la música es otra mafia medio rara pero lo que dices es muy cierto, la cercanía que puede darse hoy en día entre los músicos y el público es una vaina muy interesante y sobretodo, benéfica.

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  2. Por motivos parecidos, tengo muchas ganas de comprarme un Kindle.

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