domingo, 7 de octubre de 2012

Folclore de Oriente II



2.  Melaia, Mileya o Melaya:

Alejandría, la misma ciudad de la enorme biblioteca que desafortunadamente se quemó y redujo a cenizas una enorme cantidad de libros, depósito del conocimiento del mundo antiguo. Ciudad costera del Mediterráneo, fundada por Alejandro Magno y principal puerto del país. Era la segunda ciudad de mayor importancia después de El Cairo. Se comerciaba estaño, algodón, bronce y seda.

Como en toda ciudad con un puerto de gran actividad comercial, había muchos marineros que transitaban en la ciudad. Las mujeres habitantes de Alejandría utilizaban entonces un manto negro llamado melaya con el fin de cubrir su cuerpo de miradas indeseadas. Entre los siglos XIX y XX absolutamente todas las mujeres utilizaban este manto que les cubría de la cabeza a los pies como símbolo de respeto y dignidad.


Como ya lo había mencionado en la entrada anterior, en la década de los 60, el maestro egipcio Mahmoud Reda, bailarín y coreógrafo de ballet recorrió el país entero para recopilar la información cultural. Cuando llegó a Alejadría no encontró un baile típico pero sí una dinámica interesante entre las mujeres que habitaban allí con su melaya y los marineros. Las mujeres más jóvenes utilizaban la melaya como una especie de objeto adicional para coquetear con los hombres. A pesar de la imposibilidad de observar sus cuerpos, la expresión de las mujeres era claramente observable en los ojos que son muy expresivos y su carácter inocente, dulce y juguetón construía una escena bastante particular e interesante que el maestro Reda aprovechó para construir un nuevo baile folclórico que más tarde adaptó para escenario.

El vestuario dista mucho de la idea que tenemos de la danza árabe, porque de nuevo, estamos hablando de una cultura, de una cotidianidad. Las mujeres utilizan vestidos de colores alegres hasta la rodilla, con boleros y en ocasiones flores, sandalias de tacón, el cabello recogido o suelto y con flores y por supuesto, la melaya.  Hay que tener en cuenta que este objeto es un manto pesado, oscuro y no un velo. Existe toda una técnica para envolverse con la melaya, especialmente mientras se baila porque la coreografía incluye el juego con ella que observó Reda. La música en general la cantan hombres y habla de cómo estas mujeres los seducen de una manera tan sutil pero fulminante.

Es un baile juvenil y divertido, con pasos mucho menos sofisticados y quizás un poco más cercanos al sabor latino en el que crecimos. Cuando hicimos el taller fue divertidísimo y en el grupo resultó tan ameno que elegimos la Melaia para presentarla a final de año. Al principio, habría preferido bailar Hagalla, pero en este momento, estoy feliz con este baile. Fue la mejor elección.




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