2. Melaia, Mileya o Melaya:
Alejandría, la misma ciudad de la enorme biblioteca
que desafortunadamente se quemó y redujo a cenizas una enorme cantidad de
libros, depósito del conocimiento del mundo antiguo. Ciudad costera del
Mediterráneo, fundada por Alejandro Magno y principal puerto del país. Era la
segunda ciudad de mayor importancia después de El Cairo. Se comerciaba estaño,
algodón, bronce y seda.
Como en toda ciudad con un puerto de gran
actividad comercial, había muchos marineros que transitaban en la ciudad. Las mujeres
habitantes de Alejandría utilizaban entonces un manto negro llamado melaya con
el fin de cubrir su cuerpo de miradas indeseadas. Entre los siglos XIX y XX
absolutamente todas las mujeres utilizaban este manto que les cubría de la
cabeza a los pies como símbolo de respeto y dignidad.
Como ya lo había mencionado en la entrada anterior, en la década de
los 60, el maestro egipcio Mahmoud Reda, bailarín y coreógrafo de ballet
recorrió el país entero para recopilar la información cultural. Cuando llegó a
Alejadría no encontró un baile típico pero sí una dinámica interesante entre
las mujeres que habitaban allí con su melaya y los marineros. Las mujeres más
jóvenes utilizaban la melaya como una especie de objeto adicional para
coquetear con los hombres. A pesar de la imposibilidad de observar sus cuerpos,
la expresión de las mujeres era claramente observable en los ojos que son muy
expresivos y su carácter inocente, dulce y juguetón construía una escena
bastante particular e interesante que el maestro Reda aprovechó para construir
un nuevo baile folclórico que más tarde adaptó para escenario.
El vestuario dista mucho de la idea que
tenemos de la danza árabe, porque de nuevo, estamos hablando de una cultura, de
una cotidianidad. Las mujeres utilizan vestidos de colores alegres hasta la
rodilla, con boleros y en ocasiones flores, sandalias de tacón, el cabello
recogido o suelto y con flores y por supuesto, la melaya. Hay que tener en cuenta que este objeto es un manto pesado, oscuro y no un velo. Existe toda una técnica
para envolverse con la melaya, especialmente mientras se baila porque la
coreografía incluye el juego con ella que observó Reda. La música en general la
cantan hombres y habla de cómo estas mujeres los seducen de una manera tan
sutil pero fulminante.
Es un baile juvenil y divertido, con pasos
mucho menos sofisticados y quizás un poco más cercanos al sabor latino en el
que crecimos. Cuando hicimos el taller fue divertidísimo y en el grupo resultó
tan ameno que elegimos la Melaia para presentarla a final de año. Al principio,
habría preferido bailar Hagalla, pero en este momento, estoy feliz con este baile. Fue la mejor elección.
El baile sin alegría no vale la pena.
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