domingo, 6 de diciembre de 2015

¡Mataron a Gaitán!

Estoy leyendo el "Libro de sueños" de Borges, que es básicamente un compilado de la mención del sueño en diversos textos a lo largo de la historia, además de unos cuantos de autoría del mismo Borges. Habla de todo tipo de sueños y me hizo recordar uno, que había querido describir en este blog desde que lo soñé pero no había tenido tiempo, porque el año 2015 estuvo lleno de movimiento en mi vida académica y laboral hasta que en cierto punto olvidé que existía este espacio en mi vida. 

El sueño comenzaba en el hospital materno infantil (el de la Cra. 10 con calle 1a), el cual había visitado hacía unos días por la posibilidad de obtener sangre de cordón umbilical para terminar la tesis, lo cual supongo que estuvo relacionado con esa localización en particular. Comencé con una visión panorámica del hospital, sin embargo, la fachada lucía nueva, muy diferente de como la había visto hacía unos días, era como si el hospital llevara apenas unos meses funcionando y estuviera recién pintado. Después me veía a mí misma, en urgencias, con un vestido de enfermera de los años 40 o 50, como esos que salen en las películas, con una bata bien almidonada larga, delantal, y una cofia atendiendo pacientes aquí y allá, tranquilamente. No había mucha gente, me llamaban a la sala de partos y acudía rápidamente para atender a alguna paciente que estaba a punto de dar a luz. De repente ya no era una espectadora sino la protagonista, es decir, yo sentía que era quien estaba en el hospital, no solamente veía a una figura igual a la mía (es un poco complicado de explicar, pero todo aquel que ha soñado, que será todo el mundo, sabrá a qué me refiero).

Parecía un día normal en el hospital, hasta que en algún momento, se sintió una fuerte agitación en la calle, no sé bien cómo explicarlo, lo cual inquietó a todo el personal del hospital. De repente, una persona pasó rápidamente por los corredores, gritando "¡mataron a Gaitán, mataron a Gaitán!". Justo al escucharlo, pensé: "es el 9 de Abril", es decir, era consciente de estar en otro punto de la historia, uno que no era el mío. El pánico se dispersó en el hospital muy rápidamente, los pacientes gritaban asustados, nos preguntaban qué había pasado y los médicos y enfermeras tratábamos de calmarlos. Nos llamaron a todos a urgencias, porque al parecer, en medio del desorden comenzaron a llegar personas heridas que necesitaban atención inmediata. El hospital tenía un ambiente caótico y yo estaba bastante asustada, pero corría a auxiliar a quienes me llamaran. Afuera, se escuchaba una algarabía, la gente gritaba y causaba estragos a su paso, cerraron las puertas del hospital y nos llamaron luego a todo el personal a la parte de atrás, para decirnos que teníamos que salir de ahí, porque la ciudadanía había enloquecido y corríamos peligro. Todos peleábamos y alegábamos que no podíamos dejar a los pacientes ahí abandonados a su suerte, que algunos estaban en condiciones realmente graves y necesitaban atención médica, pero una persona que no recuerdo nos ordenaba salir del hospital por la puerta de atrás, donde nos recogería un carro para llevarnos a las afueras de Bogotá. Finalmente, accedimos, esperamos el carro y me subí con un grupo de enfermeras, mientras observábamos unos pocos médicos que permanecerían en el hospital para estar con los pacientes. En ese momento, me desperté.

Fue muy extraño. No sé bien qué serie de ocurrencias me llevaron a ese sueño en particular, a una fecha como el 9 de Abril de 1948, a un trabajo de enfermera en el materno infantil. Se sintió muy real, eso sí. En todo caso, es uno de los sueños más geniales que he tenido en mi vida.


Defender lo indefendible

Por políticas internas casi siempre he preferido abstenerme de escribir sobre temas polémicos en este blog, básicamente porque nació como un...