Como ya es sabido, me he dedicado
de lleno a aprender danza árabe y no sólo en el plano puramente práctico sino
también el teórico, que por cierto existe, para sorpresa de muchos. La danza
requiere no solamente la comprensión fisiológica de los movimientos, la
concentración del peso del cuerpo en ciertas zonas del pie, la estabilidad y fortaleza
de los tobillos, las rodillas y el abdomen sino también la interpretación de lo
que se está bailando, “el sentir” como lo llama mi maestra. He descubierto que
para lograr una buena interpretación es necesario conocer el trasfondo de la
melodía, la historia que cuenta, aún si el idioma es ciertamente
incomprensible. Este año, mi grupo es en teoría el “más avanzado” por lo cual
nos dedicaremos al folclore y a la danza clásica egipcia, las cuales requieren
aprender a proyectarse, a lucir grandes en el escenario. La técnica ya está,
ahora hay que mostrarla a los espectadores en todo su esplendor y sobretodo,
sentirla, bailar para uno mismo que es finalmente lo que más importa.
Reunir folclore de por sí no es
sencillo, mucho menos de una región tan lejana como medio oriente, por lo cual
he decidido escribir lo aprendido e incluir lo que sentí al realizar cada
taller.
1. HAGALLA
Es una danza
tradicional de pueblos beduinos, nómadas, transeúntes del desierto entre los límites de Egipto y Libia. En la
década de los 60, el maestro egipcio Mahmoud Reda, bailarín y coreógrafo de
ballet recorrió el país entero para recopilar la información cultural tras un
golpe político importante que prácticamente ocasionó una crisis de identidad y
dentro de los tipos de danza que incluyó para su informe, se encontraba el
Hagalla. La tarea de Reda no sólo era recopilar la información sino también
aprender la ejecución y adaptarla para escenario.

Cabe anotar que
los hombres y las mujeres no bailan juntos, cuando los hombres se levantan a
bailar, las mujeres están sentadas y viceversa. La Hagalla dirige además el
baile entre grupos incitando a competencias entre ellos.

La música es alegre y extensa, bailar es emocionante y divertido, especialmente por la participación de todos y la presencia de alguien en el centro que hará las veces de Hagalla y que invita a bailar también. Es muy similar a esas fiestas a las cuales uno asiste con la energía al cien, en las que baila hasta el amanecer sin importarle el mundo, en las que se interactúa con un grupo que está divirtiéndose tanto como uno. Se forman círculos y alguien baila en el centro al ritmo de las ovaciones de los demás. Es vivir la música plenamente, ignorando los problemas y lo que rodea al círculo en el cual se baila.
Solo con leerlo ya me sentí un poquito contenta. Cómo es de bueno bailar como si no existiera nada para preocuparse o, todo lo contrario, "a bailar que este mundo se va acabar".
ResponderEliminarUna maravilla esa sensación. Lo que me impresiona es lograrlo con un ritmo tan alejado a los que conocemos, con los que crecimos. Me alegra que te haya gustado el escrito :)
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