Los corales están enfermos y no
sabemos por qué. Sin importar el destino al cual se dirija, en cualquier
arrecife coralino es evidente que algo anda mal con estos animales. Durante
algunas temporadas, es un blanqueamiento simple, las algas microscópicas
(zooxantelas) que viven en simbiosis con los corales y les dan sus colores,
simplemente tienen que salirse de estos animales debido a las altas
temperaturas del agua marina, la cual ha aumentado a causa del calentamiento
global. Algunos otros parecen experimentar infecciones más graves, necrosis
(muerte) del tejido, la cual avanza y consume varios centímetros diarios del
coral hasta destruirlo por completo. No hemos encontrado un agente etiológico,
una bacteria, un virus, un hongo, algo que explique qué les está sucediendo a
los organismos que representan uno de los pilares más importantes de la
ecología marina.
Pero somos investigadores y
aunque no es el área en la que trabajo, sí me interesa. Puede ser un idealismo,
puede ser el deseo egoísta de seguirlos viendo cuando careteamos, puede ser el
intento inútil por salvar a uno de los Phyla más antiguos que conserva la
naturaleza…sea lo que sea, no sólo es un tema de interés, es también un reto.
Una amiga mía acaba de terminar
la maestría y su proyecto de tesis se centra en las enfermedades de corales.
Parece que lo que está causando esta enfermedad mortal no es una bacteria sino
un desbalance en las comunidades de bacterias. Y es que oponiéndose un poco a la
microbiología clásica, a los postulados de Koch y a todo lo encontrado en una
carrera contra la muerte hace ya muchos años entre quienes son llamados padres
de la microbiología y la inmunología, lo que causa una enfermedad no es
simplemente una bacteria y una bacteria no es siempre un patógeno que debe destruirse.
Hay bacterias por todas partes:
en el suelo, en el aire, en el agua, en el café que se está tomando en este
momento, en las teclas del computador en el cual trabaja, en la silla en que se
sienta, en la almohada y el colchón en que va a dormir esta noche (sí, es
normal que haya en el agua de la llave, no se alarme). Es más, sólo sobre su
cuerpo, usted y yo tenemos más bacterias que células propias y eso es posible
porque las bacterias, que son células procariotas son de un tamaño unas 10
veces menor que el de una célula como cualquier de las nuestras, que son
eucariotas. Sin esas bacterias que tenemos sobre la piel nos enfermaríamos con
mayor frecuencia, sin las que habitan en nuestro intestino no podríamos digerir
muchos alimentos, sin las que están en el estómago otras que son patógenas
podrían ingresar al torrente sanguíneo, sin las que están en las encías y los
dientes nos llenaríamos de caries e infecciones. Las bacterias no son enemigos,
son organismos vivientes como cualquier otro que conforman poblaciones y
comunidades completas. Desafortunadamente, un muy bajo porcentaje del enorme
grupo de bacterias que hay en el planeta incluyen en su ciclo de vida el paso por
un hospedero vertebrado o tienen la posibilidad de expresar algunos genes que
llamamos factores de virulencia cuando hay cambios radicales en el ambiente para
garantizar su supervivencia y que pueden hacer daño a otros organismos. Las
bacterias son tan importantes y tan abundantes, que ocupan dominio entero de la
vida, de acuerdo con las clasificaciones más recientes, pero definitivamente,
no son nuestras enemigas.
Mi amiga se ha dedicado a la
microbiología desde que estaba en pregrado y hoy nos contaba que se opone
completamente a la visión clásica de esta rama de la biología. El problema - o
la situación, más bien - es que la investigación se ha fundamentado en el área
clínica, lo cual es perfectamente lógico porque nos afecta directamente. Koch
experimentó arriesgando su vida con muchísimos patógenos, tratando y analizando
muestras de tuberculosis en una época en que no había medidas de bioseguridad y
nos dejó los postulados que fundamentan esa visión clásica. Pero las bacterias
no son lo que ajustamos a las leyes, son entidades vivientes, son adaptables y
es más, tienen una plasticidad mucho mayor a la de otros organismos, lo cual ha
garantizado su éxito evolutivo. No todas las bacterias son patógenas, la
mayoría son benéficas, ni todas las enfermedades se producen por un simple
agente bacteriano al cual “se le ocurrió” un día infectar a otro organismo. Los
corales son la viva prueba de ello y los miles de intentos por analizar
muestras que evidencien la especie que los está destruyendo. No aparece nada
concluyente.
El grupo de la universidad investiga
en ecología de bacterias. A grandes rasgos, estudian la comunicación bacteriana
(denominada quórum sensing) y cómo ésta puede llegar a producir una enfermedad
bajo ciertas condiciones ambientales o fisiológicas. Koch hizo enormes aportes
a la ciencia, eso es indiscutible, pero es necesario aceptar que la vida no
tiene un patrón cuadriculado y que tal vez, el desbalance de las miles de
poblaciones bacterianas que se hallan en el mar puede estar afectando a los
corales en lugar de un agente demoníaco cuyo único interés es destruir. Sólo el
tiempo lo dirá. Mientras tanto, deje de obsesionarse con la presencia de las
bacterias en su vida, porque afortunadamente no puede deshacerse de ellas. Su
vida no sería posible.
Me encantó este post. Yo tenía una idea muy simplista de que a los corales los estaba matando simplemente el calor, como se muere una langosta cuando la echan a hervir a una olla.
ResponderEliminarLa idea del equilibrio de bacterias ya me la había dejado clara la ginecóloga cuando me explicó la importancia de comprar lactacyd o algún jabón parecido. Sin embargo, no había extendido esa idea a otros organismos como los corales.
Me alegra que te guste :)
EliminarLas bacterias han sido satanizadas por tanto tiempo que incluso quienes las estudian desde una perspectiva clínica, parecen estar cegados.
El problema de los corales es algo que me gustaría investigar algún día, aunque me gana el interés por investigar en cáncer.