lunes, 20 de agosto de 2012

Receso


Esta vez yo no fui la misma ni ese era el mismo río. Esta vez, la experiencia la viví de una manera diferente, esta vez me sentí libre, feliz, absurda y completamente feliz. Esta vez no fui a tomarme fotos, no llevé joyas ni accesorios, no me compliqué con maquillaje, ni me obsesioné con llevar ropa que combinara, nada: esta vez fui simple y llanamente a disfrutar, sabiendo que si surgía algún imprevisto, hay las herramientas para solucionarlo. Muy a pesar de considerar que una boda en Cartagena es exorbitantemente costosa y probablemente hay otras prioridades, decidí dejar de señalar y respetar la decisión de mi prima mientras aprovechaba para tomar unas vacaciones que me hacían falta.

Hemos ido muchas veces porque mis tíos tienen apartamentos allá y de hecho, se fueron a vivir a Cartagena del todo hace más o menos un año. Pero, esta vez, guiada bajo las múltiples experiencias que uno tiene en campo cuando estudia biología quise ir a observar, a oler, a escuchar, a tocar, a alegrarme por los pequeños detalles de la vida, las cosas que uno nunca nota o de pronto las cosas que ignora por estar ocupado con otras “más importantes”.

Tomé miles de fotos de la ciudad amurallada en las que no aparece ni mi familia ni yo, fui en lancha a las islas del Rosario con los brazos extendidos, sintiendo el viento con trazas de sal y vapor de agua que lo deja a uno con una sensación extraña en la piel, respiré profundo en medio del mar turquesa en que finalmente dejamos las cenizas de mi abuela, observé el paraíso submarino que es el arrecife de coral y me quedé pasmada ante el enorme mar azul que se ve como una mancha gigante sin fondo al terminar el recorrido para luego sumergirme y sentir la presión del agua en los oídos, no me acosté a tomar el sol porque me aburre, preferí nadar de espalda o simplemente flotar para sentir el contraste entre el agua fría del mar y el calor del sol que inunda el aire. Y fui feliz, muy feliz. Así es que hay que vivir. Ya tengo energía de nuevo para continuar con las clases, las lecturas, con mis estudiantes, disfrutando esas otras cosas que también me hacen feliz. 


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