jueves, 15 de diciembre de 2011

Plastilina


Conocí a Juan Sebastián el primer día del curso de plastilina durante las vacaciones hace ya varios años. Conocí también a John y nos reíamos mucho los tres, jugando todo el tiempo a pesar de los constantes regaños porque el curso era en la biblioteca del conjunto y en las bibliotecas hay que guardar silencio. Pasados unos días, Juan Sebastián me dejó una carta en la portería, que tenía dibujos y palabras bonitas que sacó de un libro llamado “Poesías para jóvenes enamorados” (era de la editorial Torre de Papel, lo recuerdo bien) y a pesar de lo enternecidas que estaban mi mamá y mi abuela y del esfuerzo con que lo hizo, a mí me dio rabia y la rompí en mil pedazos. Nunca se lo dije porque era mi amigo y no quería lastimarlo, siguió llevándome cartas bonitas cuyo paradero actual desconozco hasta que un día se cansó y dejó de hacerlo. Luego, llegó la adolescencia y no nos volvimos a hablar, la última vez que nos vimos fue en la celebración de mis 15 años, cuando hablamos un rato y nos reímos como antes. Nunca me gustó, incluso al pasar los años, pero siempre me cayó bien, siempre nos reímos, siempre me pareció muy amable. Recuerdo perfectamente la carta con los dibujos y la cara de emoción que tenía cuando me mostró el libro que por supuesto yo observé con desdén. La poesía no me gustaba entonces y tampoco me gusta ahora.

Hace un momento fui a pagar la administración y vi a los niños en el curso de plastilina. Ya no lo hacen en la biblioteca sino en el salón comunal. Sólo hasta ahora me doy cuenta que éramos apenas unos niños de unos 10 años, sólo hasta ahora percibo lo pequeños que nos veíamos y comprendo la emoción y risa de mi mamá y mi abuela con la carta que rompí. Mi rabia era infundada, fue un bonito detalle. Creo que el problema era que a mí me gustaba John, pero yo no le gustaba a él.

1 comentario:

  1. No creo que no te guste la poesía, solo que no has encontrado la tuya. Es como la música hay para todos los gustos.

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