No sé bien si mi paciencia llegó
al límite o si terminé en algún extremo de esos que en teoría no me gustan pero
a los que me asomo de vez en cuando. En todo caso, sí estoy bastante aburrida
de cruzarme tipos que viven repitiendo adulaciones como en un libreto barato,
tratando de venderme un cuento como si las neuronas no me alcanzaran para
entender el único propósito de tanta melosería y exaltación de cualidades. En
serio, no es necesario. El mundo sería un lugar mejor si la gente simplemente
fuera clara en vez de andar por ahí, subestimando el poder de las palabras y
tratando de convencer de cosas que realmente no piensan o no creen.
David me decía alguna vez que yo
no podía pedir que un tipo apareciera en mi vida diciendo de frente qué busca,
porque la coquetería era chévere y además necesaria. Sigo en desacuerdo. Sigo
sin entender. De pronto nací en el lado equivocado del mundo o de pronto es por
eso que me saca de quicio la forma en que funciona la sociedad, llena de
mentiras cómodas porque la gente no es capaz de decir la verdad y enfrentar las
cosas y porque además, tampoco están preparados para aceptar la verdad. Creo
que estoy tan aburrida de escuchar exactamente las mismas palabras, en el mismo
imperturbable orden que no le encuentro ni la gracia, ni la necesidad a que
cualquier aparecido me diga sin conocerme que le parezco bonita o inteligente. A
riesgo de sonar un tanto prepotente…trabajo manipulando genéticamente células
madre, ¡claro que soy inteligente! ¿Qué carajos les pasa?
Así como crece mi capacidad de
asombro con las células madre - a pasos agigantados - disminuye mi capacidad de
asombro con ese ritual extraño del coqueteo. No me explico aún cómo les gustan tanto
a muchas mujeres las palabras vacías, cuidadosamente planeadas, bien pensadas
para agradar, la medida justa a lo que quieren escuchar. Claro, al ego siempre
le gusta recibir elogios, pero esto es menos que eso, es justamente un libreto
simplón, una caricatura barata. Esos incesantes “¿y cómo es posible que no
tengas novio?”, “pero a mí sí me gustas como eres”, “contigo no hay más que
pedirle a la vida”… ¿es en serio? ¿No hay nada mejor? ¿No hay una variante más
interesante, una idea diferente, una cita de algún libro, al menos?
Puede ser que David tenga razón y
que la que esté mal soy yo. Puede que por eso precisamente las mujeres como yo
no somos particularmente atractivas. Puede ser también que definitivamente me gano las mismas loterías siempre,
con los mismos fulanos ridículos y falsos. Independientemente de eso, lo que sí
es cierto es que estoy aburrida de escuchar lo mismo, una y otra vez y lo
cierto también es que cada vez creo menos y me decepciono más.