jueves, 12 de septiembre de 2013

Finding Rodríguez

One of my friends, Andrea, heard some time ago from one of her friends in the doctorate, about Rodríguez and one of his songs, “Sugar man”. She sent me the song several times and insisted on the fact that I should heart it carefully since he was not only a great performer but also his ability as a composer was similar to Bob Dylan’s. Dylan? Off course, there is the possibility of Rodríguez being a good composer but compare him to Dylan sounded like an exaggeration. To be honest, I listened to “Sugar man” and it went through my ears simply, it did sound good, I won’t deny it, but I didn’t take it enoughly serious, just as it has happened to me several times with excellent bands and singers. I think it is necessary to pay more attention. Let this one be a life lesson.

Rodriguez’s life was a complete mystery for a long time, even for those who knew him closely and worked with him. He was a weird individual that lived in Detroit but nobody knew exactly what he did, who he was or where he lived. The only thing they certainly knew was that he played the guitar and sang songs that he wrote himself based on the reality he saw and lived in his own flesh in the local pubs. His lyrics are full of critics and observations on an unfair social system, which segregates and turns people on slaves of other people that keeps getting richer by the first’s work and that sacrifices life without any shame. It is a raw reality, that from which we all try to runaway but that keeps being there, that has been present for centuries in every corner of the world. Under certain circumstances, a producer heard Rodríguez in a bar in the middle of a dark night and being himself who actually compared him to Dylan, talked to the artist to record an album, because he was pure talent. Rodríguez actually recorded two albums which were a complete disaster on sales in the United States before the astonished eyes of those who knew the music business. Rodríguez disappeared. Some people said he had killed himself with a gun in the middle of a concert, others said that he set himself on fire in a concert too and some said he died because of his drugs’ addiction.

It is not well known how, but apparently, thanks to a young woman who travelled to South Africa with a Rodríguez’s long play for her boyfriend, the commercial disaster that was “Cold Fact” - the artist’s first album - landed in the Apartheid mandated territory and he turned into the free expression’s voice, in the reveal of disastrous realities and in the fact that it is valid to complaint and reveal against an unfair political and social system that sacrifices individual freedom and rights. Rodríguez became the voice of the people, heading without even knowing it a group of young, brave and independent musicians that started talking or better said, singing. There starts the whole journey to find out who is this mysterious character from which not even people from the US know anything about. Searching for Sugar man is the movie that we watched yesterday with Andrea, and it is I would say, one of the most amazing and unbelievable stories on the music business I’ve ever heard about.

There are specially a couple of things that caught my attention in this story. The first one is that despite the huge amount of terrible things of wich this lost humanity is undoubtedly author, it is also amazing the amount of people with marvelous capacities and skills you can find in a street or a bar or in any place. It is one of those facts that one usually forgets, that Socrates had so clear in his mind and that today we don’t even consider. The second is an observation about Rodríguez that mentioned one of his colleagues at work. He said that Rodríguez had the ability of creating something new and beautiful out of cruel and sad facts as those he saw and lived every day. “Have you ever done that? Turn something terrible in something new and marvelous.” Those words are still in my head. Maybe we all do not have that gift, but we should at least try.

These are the stories that fulfill my heart with happiness every time that routine turns into something unbearable for me. A few years ago I didn’t care if I went out of home or not, if I had to study or to read something or not, life was just passing by in front of my eyes and I didn’t mind. I had a lot of problems in that moment, most of them are now solved and in this particular moment, I deeply hate this lethargy spaces of time because I feel there’s a huge world out there with interesting, happy, sad, melancholic, incredible, magic and terrible things and all of them are definitively things one must see. Rodríguez has made me believe again and it has been a long time since I felt this faith in humanity.




martes, 10 de septiembre de 2013

"Searching for Sugar Man"



Andrea conoció hace un buen tiempo gracias a un compañero del doctorado a un tal Rodríguez y una canción de su autoría llamada “Sugar man”. Me envió la canción en repetidas ocasiones insistiéndome en escucharla con atención puesto que no era sólo un excelente intérprete sino que además su habilidad como compositor era equiparable a Bob Dylan. ¿A Dylan? Es posible que Rodríguez sea un buen compositor pero compararlo con Dylan me pareció una exageración. Para ser honesta, escuché “Sugar man” y pasó por mis oídos sin pena ni gloria, sonaba bien, sí, pero lo pasé por alto como me ha sucedido en repetidas ocasiones con bandas y cantantes grandiosos. Creo que es necesario aprender a prestar más atención. Que esta sea una lección de vida.

La vida de Rodríguez fue un completo misterio durante mucho tiempo, incluso para aquellos que lo conocieron de cerca y trabajaron con él. Era un personaje extraño que habitaba en Detroit, pero nadie sabía bien qué hacía, quién era o en dónde vivía. Lo único que sabían es que tocaba guitarra y cantaba canciones que él mismo componía basándose en la realidad que veía y vivía en carne propia en los bares de la ciudad. Por supuesto las letras están cargadas de críticas a un sistema social injusto, que segrega, que esclaviza a unos para enriquecer a otros, que sacrifica vidas sin la más mínima vergüenza. Es una realidad cruda, esa de la que todos pretendemos alejarnos pero que sigue estando ahí, que lleva cientos de años presente, aquí y allá. Por diferentes circunstancias, un productor escuchó a Rodríguez en un bar en medio de una noche oscura y nublada y siendo él mismo quien lo comparó con Dylan, habló con él para grabar un disco. Rodríguez grabó dos álbumes que fueron un completo fracaso en ventas en Estados Unidos ante los ojos atónitos de aquellos que saben de música. Rodríguez desapareció. Algunos decían que se había suicidado durante un concierto de un tiro en la sien, otros que se había prendido fuego en plena tarima frente a los asistentes y otros que había muerto de sobredosis.

No se sabe bien cómo, pero aparentemente gracias a una joven que viajó a Sudáfrica con un vinilo de Rodríguez como regalo para su novio, el desastre comercial que fue “Cold Fact” el primer álbum del artista aterrizó en esta tierra dominada entonces por el Apartheid y se convirtió en la voz de la libertad de expresión, en la revelación de realidades desastrosas y en la consciencia de que está bien quejarse ante un sistema político y social que es injusto y que sacrifica las libertades y derechos individuales. Rodríguez se convirtió en la voz de un pueblo, liderando sin saberlo un grupo de músicos independientes, jóvenes y osados que comenzaron a hablar, o mejor dicho, a cantar. Inicia entonces toda una cruzada por averiguar quién es este misterioso personaje del que no conocen nada ni siquiera los propios norteamericanos. Searching for Sugar Man es el documental que hoy vimos con Andrea y que, diría yo, es una de las historias más increíbles del mundo de la música de las que he sabido.

Hay dos cosas que me llamaron especialmente la atención de esta historia. La primera es que a pesar de la gran cantidad de cosas nefastas de la que es autora esta humanidad descarriada, es increíble la cantidad de personas con habilidades maravillosas que uno puede encontrar en una calle, en un bar o en un lugar cualquiera. Es una de esas verdades que a uno se le olvidan constantemente, que Sócrates tenía tan clara y que hoy pasamos por alto con frecuencia. La segunda es una observación sobre Rodríguez que lanzaba uno de sus compañeros de trabajo. Decía que él tenía la capacidad de crear algo nuevo y hermoso a partir de hechos tan crueles y tristes como los que observaba y vivía. “¿Se han preguntado si han hecho eso alguna vez? Convertir algo terrible en algo nuevo y maravilloso.” Me quedaron rondando esas palabras en la cabeza. Quizás no todos tenemos el don, pero al menos deberíamos intentar vivir así.


Estas son las historias que me llenan de vida cuando la cotidianidad se me convierte en algo insoportable. Hace unos años, no me importaba si salía o no, si tenía que ir a estudiar o no, si tenía algo qué leer o no, la vida me pasaba de frente y a mí no me importaba. Tenía muchos conflictos entonces que hoy están solucionados y ahora me molesta profundamente vivir en letargos, porque me parece que es tiempo desperdiciado y que hay un mundo enorme allá afuera con cosas interesantes, alegres, tristes, melancólicas, increíbles, mágicas, terribles y que todo eso hace parte de lo que hay que ver. Rodríguez me ha hecho creer de nuevo en la humanidad y hace un buen tiempo no sentía eso.


miércoles, 4 de septiembre de 2013

A veces

A veces me gusta pensar que me observas desde lo alto, desde las estrellas. A veces me gusta pensar que puedes escuchar lo que pienso y lo que digo. A veces me gusta imaginarme que estás orgulloso. A veces me gusta pensar que me guías, que me escuchas y que me cuidas. Y entonces, sonrío.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Mi primer intento de Baladi

Hace tiempo encontré una canción de Hossam Ramzy, llamada "El Hob Halal" que me encantó. Básicamente, me atrapó el solo de acordeón con que comienza y desde entonces la he escuchado infinidad de veces. Tiempo después, descubrí que es un baladi, uno de los tipos de música más tradicionales egipcios, para el cual no se hacen coreografías y donde el objetivo es que la bailarina plasme con el cuerpo todo lo que suena: la percusión, la orquesta y los instrumentos solistas. Es difícil, sobretodo porque en general tengo muy mal oído. Sin embargo, he trabajado durante todo este año con el mayor empeño posible por lograrlo. Anoche me animé a bailar y a grabarme, para ver qué tal va el progreso. Dejo aquí el video, que me permitirá corregir errores y mejorar falencias. Este es mi primer intento de baladi, una improvisación, por supuesto.


La vida es un ejercicio de paciencia

Esto puede parecer increíblemente pretencioso pero la verdad es que no lo es: he tenido casi siempre como una costumbre general de vida no l...