jueves, 2 de octubre de 2014

Cambios

Es muy posible que yo sea una persona un poco desesperante, porque cambio de opinión cada dos horas sobre todo. Y no importa en cuál de los extremos de la vida decida sentarme, tenga por seguro que me voy a aburrir y voy a cambiar de ese lugar, porque ya no me gusta, porque me aburrí, porque el modelo ya no funciona para el contexto. Y es que si uno lo piensa bien, las cosas siempre van así, tomando curso propio, no importa cuánto quiera uno controlarlas o hacerlas caber en un molde claro para clasificarlas. Cuando eso pasa, cuando la vida le arrebata a alguien sin avisar, cuando lo golpea un problema grave, cuando la situación que ya estaba mal se pone peor y usted se da cuenta que no puede hacer nada al respecto es cuando resulta tan evidente que las cosas simplemente se dan y que uno puede quedarse fiel al molde y sufrir o romperlo para descubrir un mundo diferente. Esta maestría no ha hecho más que ponerme a sufrir y romper una enorme cantidad de paradigmas experimentales, biológicos, sociales y culturales que tenía. Para cerrar con broche de oro, en medio de esa sociedad que tanto me gusta analizar incluyendo mi propio lugar en ella, aparece alguien que literalmente destruye un montón de cosas que tenía en la cabeza y de las que estaba absolutamente convencida. Creo que él no tiene ni la más remota idea del efecto que está causando, creo que puede ser simplemente el rostro que le estoy asignando a algo de lo que me di cuenta sola, otra de esas realidades que le golpean a uno directo en la cara. En todo caso, las cosas parecen estar organizándose, el nuevo molde parece responder a las necesidades del ambiente, la nueva opinión prevalece, al menos un rato, mientras las condiciones y el contexto vuelven a cambiar.

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