Por las razones que ya expuse alguna vez en otra publicación de este blog, decidí estudiar biología y no medicina. Las ciencias básicas son cautivadoras y con los años me han fascinado prácticamente todas (de lo poco que sé de cada una), incluyendo la física que representó mi mayor dificultad. Sin embargo, siempre busqué ligar de alguna manera la investigación básica con la aplicación clínica, no sólo por ver los efectos en la vida real de lo que se observa en un laboratorio sino también porque tenía claro que es bien diferente tener un paciente de oncología a tener un cultivo de células tumorales. Sin embargo, la diferencia resulta ser muchísimo más grande de lo que yo tenía en mente.
Desde hace un año estoy trabajando en un Banco de Sangre de Cordón Umbilical, el único banco público del país, en el cual se procesan y almacenan unidades de sangre del cordón umbilical de neonatos de la red hospitalaria distrital, bajo una política de donación. Esta sangre puede reducirse a un volumen menor, que permita concentrar las células y puede congelarse en nitrógeno líquido durante años, para que en algún momento, un paciente que padezca alguna enfermedad como leucemia y que sea compatible con alguna de las unidades almacenadas, reciba un trasplante de células progenitoras hematopoyéticas. Lo que sucede en teoría es que esas unidades, que contienen todo tipo de células sanguíneas provenientes de un bebé saludable (y cuya colecta no representó ningún tipo de riesgo para la materna o el neonato) pueden descongelarse e inyectarse en el torrente sanguíneo de un paciente que ha sido sometido previamente a quimioterapia o radioterapia (para el caso de leucemias) y hallarán por señales químicas el camino correcto hasta la médula ósea, donde se alojan durante la vida las células madre que reconstituyen todos los tipos celulares de la sangre. Si todo sale bien, las células del donante llegarán a la médula, se instalarán definitivamente y serán capaces de reconstituir el sistema inmune del paciente. Hasta el momento no se ha realizado el primer trasplante con nuestras unidades, porque siendo el primer banco público del país, primero hay que construir las relaciones institucionales con quienes realizan el procedimiento y que suelen importar las unidades de Estados Unidos o de Europa. En este momento, se está avanzando en ello.
Sin embargo, sí han rotado por el banco numerosos residentes de oncohematología (pediátrica y de adultos) y nos han contado sus experiencias y las que viven diariamente los médicos especialistas que trabajan en el campo y que requieren el uso de las unidades. La realidad clínica está llena de variables que no pueden controlarse, no solo desde el punto de vista fisiológico sino también del administrativo. Por una parte, un trasplante se sugiere bajo ciertas condiciones específicas y no son favorables para todo tipo de enfermedades. El conocimiento es un campo en crecimiento, no solo en el laboratorio sino día a día en los hospitales y por alguna razón, yo había dado por sentado que ellos no tenían que lidiar con ese tipo de incertidumbre. Por si fuera poco, los trámites administrativos que entorpecen los procesos son un factor de gran impacto, sobretodo en situaciones como éstas en que unos días o meses pueden tomar un costo tan alto como una vida o la recuperación total de un paciente. Todo parecía más sencillo cuando lo leía en los artículos científicos, básicamente en estudios retrospectivos.
El banco está creciendo y las oportunidades también. Hay muchas personas trabajando para ofrecer de alguna manera medicina de calidad, no sólo en términos de sangre de cordón sino también de sangre periférica y tejidos como córnea, piel y tejido amniótico. Es gratificante saber que lo que se hace en el laboratorio, las estandarizaciones, los experimentos y los retos no se van a quedar en un cuaderno o en un artículo sino que tal vez, si todo sale como esperamos, pueda migrar hacia el mundo clínico, ese del que poco se sabe desde la ciencia básica y el cual necesita nutrirse todo el tiempo. Algún día, quizás, este país entienda que esa es la única forma de progresar, integrando las áreas del conocimiento.