miércoles, 3 de agosto de 2016

Liberarse de las cadenas

Hoy, gracias a un amigo, me di cuenta de algo muy importante. En mi afán de evitar ser presa de relaciones interpersonales falsas e irreales, me construí una pesadilla propia con evidencia experimental que yo misma reuní y con argumentos que me parecían perfectamente claros para sustentarla. No voy a culparme por eso, no es la intención. Tampoco voy a caer en el mismo círculo vicioso de auto-compasión ni voy a buscar con desesperación un amigo que escuche el algoritmo que me llevó a notarlo para que reafirme lo que aprendí. No lo necesito, me basta y me sobra con abrir los ojos y despertar.

Lo que sí tengo claro es que quiero detenerme. Me ocurrió - a nivel emocional - algo que es común en el mundo de la ciencia. Construí una idea hace ya varios años que se fue reforzando a pasos agigantados con cada una de las aventuras emocionales que emprendí hasta el punto en que los hechos se volvían difusos y eran simplemente instrumentos que apoyaban la idea. Quedé tan inmersa en ella que de pronto me pareció real, una verdad inalterable. Sin embargo, apareció un contra-ejemplo tan conspicuo que fue imposible pasarlo por alto y utilizarlo como a los demás para alimentar esa idea tan bien implantada. Ahora, simplemente se rompe, cae por su propio peso. Aparecen imágenes, personas, palabras y situaciones que me muestran que lo único que hice fue tener una habilidad intachable para ajustar evidencias y ver la teoría que quería ver. Igual a como sucede con los experimentos, a veces, ignoramos los hechos y no los dejamos hablar de por sí, sino que simplemente extraemos una parte maleable que permite ajustarla a esa idea que queremos creer. El principal problema de mi teoría es que es bastante cruel conmigo misma. La verdad es que ya me cansé y hoy, ahora, he decidido liberarme de las cadenas que yo misma creé. 

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