Aquellos que me conocieron hace algunos
años recién me gradué de Biología saben bien que mis planes distaban muchísimo
de lo que hago hoy. Había pensado que terminaría la carrera, no haría una
maestría y menos en Colombia y saltaría directamente a un doctorado en vaya
usted a saber qué, si al fin y al cabo eso es lo que menos importa. Se siente
uno como en la carrera de comités de Alicia en el país de las maravillas, donde
todo el mundo corre en círculos sin saber hasta cuándo ni para qué. Sin
embargo, como la vida toma decisiones sola, terminé estudiando un posgrado acá
y quedándome a trabajar, sin las ansias locas de seguir con el doctorado.
No pretendo criticar ni establecer mi
opinión como "lo correcto" o como "lo que se debe hacer".
Esta es una verdad para mí. Y bueno, siendo este mi blog, expreso mi opinión
sin tapujos.
Yo no concebía una vida diferente a la del
estudio eterno en el campo de la ciencia. Terminar el pregrado, seguir con la
maestría, el doctorado y luego saltar de posdoctorado en posdoctorado, viajando
por todo el mundo. Muchos de mis conocidos lo han hecho o lo hacen. Yo quería
ser igual. O al menos eso decía. De pronto nunca estuve del todo convencida
porque la realidad es que recién me gradué no tenía el dinero para presentar
todos los exámenes y los documentos en universidades fuera de Colombia y cuando
empecé a trabajar, no ahorré un solo peso para pagar nada ni mucho menos busqué
con juicio las dichosas becas de las que todos hablaban. El mundo laboral me
mostró otras cosas, fuera de estar ejecutando un proyecto y buscando resultados
para incluir en un informe. Inicialmente, la educación de básica primaria y
secundaria y después, trabajar en un Instituto de ciencia recién conformado no
sólo administrativamente sino también ideológica y filosóficamente. Es que a la
larga, los institutos que están tan claramente formados afuera, acá no son NI
PUEDEN SER exactamente los mismos.
Nuestros predecesores habían conseguido
una cantidad significativa de recursos públicos para la ejecución del proyecto
en el que trabajo, pero claramente no son eternos. Tuvimos que empezar a optar
por nuevos recursos y aquellos que tenían más experiencia en el proceso
administrativo dirigieron el asunto. Nos dividimos el trabajo bajo las
recomendaciones que nos daban. Y luego, de la nada, dos de ellos consiguieron
otro trabajo y se fueron. Quedamos con miles de dudas. Y la verdad, en términos
administrativos, económicos y presupuestales, nos quedábamos cortos. Mucho
estudio, muchas moléculas, muchas vías de señalización, mucho ADN y PCR y aún
así, cuando estábamos fuera del campo puramente técnico tambaleábamos como si
estuviéramos sobre una tabla endeble en la mitad del océano. La presentación de
los proyectos no es menos compleja que la comunicación con los administrativos.
Un amigo que vino recientemente de Suiza me decía que en los institutos allá,
el andamiaje administrativo está construido con un científico a la cabeza y
todos ellos atienden a las necesidades del equipo técnico. Sí, claro, así
debería ser, tal vez. Pero acá, la realidad es diferente (y ojo, por diferente
no me refiero a peor) y quienes están a la cabeza son financieros y abogados. Y
la realidad es que no hablamos el mismo idioma: ellos no nos entienden y
nosotros a ellos tampoco.
En ese camino de presentación, ejecución y
finalización de proyectos, me di cuenta que no entiendo el mundo. Claro, la
biología permite darse una idea de cómo es la vida, la vida entendida como lo
orgánico, lo fisiológico, lo bioquímico, lo biofísico. Pero el mundo de los
humanos, ese es otra cosa. Para mí, un humano no es más que un animal más, con
unas particularidades fisiológicas y unas patologías en que trabajo. Sin
embargo, este organismo ha conformado toda una sociedad basada en una cantidad
de ideas que yo claramente no entiendo. Estas ideas, al menos de momento giran
en torno al dinero. Y así, mi idea de perseguir el conocimiento ultraespecífico
cambió a la necesidad de ser multidisciplinaria.
Comencé a estudiar economía este año,
porque siento que necesito aprender algo diferente. El camino de la ciencia de
cierta forma ha sido recorrido. Si necesito reforzar algo, entender algo nuevo,
investigar en algo, basta con leer libros y artículos científicos. Las bases ya
están. Pero en cambio, ese ser social, económico y político que somos es para
mí un completo misterio. Y lo peor es que es en ese mundo en que se desarrolla
la ciencia, no es una burbuja separada e inmune a sus efectos. Es necesario
entender ese mundo para poder integrarlo con el de la investigación. Y basta de
decir que los científicos que se encargan de la gestión administrativa "no
hacen nada" o "no son científicos de verdad". Claro, como
dedicarse a conseguir la materia prima de la investigación - que son los
recursos - es una función nimia al lado de tratar de clonar un gen de un canal
iónico o mejorar el trasplante hematopoyético. Es sencillamente igual de
complejo e importante: si no hay recursos, voilá no hay investigación.
Hay muchos prejuicios en el mundo de la
ciencia. Para algunos, si no tienes un doctorado, no eres nadie. Otros dicen
que ser PhD es un estilo de vida y que no todos pueden con eso. Los
administrativos son criticados por no entender las necesidades del gremio
(claro, como la biología molecular es el conocimiento más asequible para todo
el mundo). Los científicos son criticados por no entender que las cosas han de
ser costo-eficientes (los conocimientos de economía, política y derecho tampoco
caen precisamente del cielo). Los científicos tratan con desdén a aquellos que no
viven encerrados en un laboratorio y publicando artículos. Y ni mencionar el
ego de algunos, que creen que son superiores a los demás. Basta ya. Hay muchos
nichos y alguien tiene que ocuparlos. Bien por aquellos que quieren dedicarse
al conocimiento específico, pero no todos tenemos que seguir lo mismo y tampoco
debemos sentirnos mal por eso. Algunos queremos ser multidisciplinarios. Al
principio pensaba que no había quién pensara igual, pero luego, me di cuenta
que somos más de los que creemos. Y que NO está mal NO seguir el camino de
todos. Construir, al fin y al cabo, siempre será difícil.