domingo, 24 de mayo de 2020

Chéjov

"La medicina es mi esposa legal; la literatura, solo mi amante."

En el año 2018, en medio de una reunión aburrida, se me ocurrió que debería canalizar de mejor manera mi amor por la escritura. Por supuesto no estaba aspirando a convertirme en escritora, pero sí a aprender un poco más, a practicar, a ver el lado académico del asunto. Primero busqué programas de maestría en escritura creativa - porque exageración debería ser mi segundo nombre - pero luego con cabeza fría pensé que podría intentar algo menos torturador: una maestría ya había sido suficiente. Entonces, encontré un diplomado en la Universidad Javeriana de escritura creativa enfocado en cuento y crónica literaria. Nunca le había puesto mucha atención a los cuentos más allá de los de Edgar Allan Poe y Cortázar y jamás había leído una crónica literaria en mi vida. Pero ya entrados en gastos, me inscribí.

La gran sorpresa fue que no tenía idea de las maravillas que pueden esconderse dentro de unas pocas páginas de relato. Es curioso que en tiempos donde todo transcurre rápido y los textos no superan los 140 caracteres, la mayoría de personas piense primero en leer novelas divididas en cinco tomos de más de trescientas páginas cada uno, que en leer un cuento corto, que lleve entre líneas mensajes de lejos más humanos, más emocionales y más hermosos.

Uno de los primeros cuentistas que aparecieron en las clases, fue un médico ruso, el maestro del relato corto: Antón Chéjov. Había escuchado de él pero jamás había leído algo suyo y eso que ya había profesado antes en este blog mi amor por los escritores rusos. Gracias al diplomado me propuse a conocerlo y en medio de los cuentistas que estudiamos y conocimos, él se ganó mi mayor admiración, respeto y por qué no, amor.

Chéjov es todo un universo de situaciones humanas. Tiene una manera de escribir sutil y diciente, que a mí me parece fascinante. No se excede en las descripciones, no sobra ni falta una palabra, ni una coma, ni un punto, nada. Tiene la capacidad de describir alguna situación de los campesinos en Rusia del siglo XIX que logra tocar una fibra en el alma del lector y uno termina sintiéndose tan identificado con ellos aún cuando esté al otro lado del océano, a kilómetros de tierra de distancia y con décadas de diferencia. Y es que eso es lo que hace un gran escritor: evocar, transportar, llegar a ese rincón del inconsciente o de las memorias guardadas que lo transportan a uno a las situaciones que describe y le permiten entender a sus personajes porque son tan humanos como uno, tan generosos, tan buenos, tan malos, tan canallas, tan orgullosos, tan victimarios y tan víctimas como nosotros en la vida real, como nuestras familias, como nuestros amigos. Y qué difícil que es escribir así. Uno creería que basta con narrar alguna situación que se haya vivido y que otros compartan, pero la esencia humana parece ir más allá y solo algunos pocos pueden condensar esas ideas en apenas unos cientos de palabras. Chéjov es magia pura. Magia escrita.

Mis cuentos favoritos son 'Enemigos' y 'El pabellón número 6'. Nunca he analizado la razón, pero creo que son cuentos que plantean realidades alteradas, situaciones extremas que exigen que los seres humanos cambien sus ideas y su concepción del mundo a pesar de la natural resistencia al mismo. El mundo se transforma siempre y la visión que tenemos de él debe tener el mismo destino si es que no queremos acabar persiguiendo ídolos caducos y entrando en la desesperación y la incoherencia. También me gusta la importancia de las palabras de otros y de comprender sus situaciones y contextos. No seremos nada como entes aislados. No podremos avanzar, ni aprender, ni mucho menos cambiar.

No voy a hacer un resumen de los cuentos, porque Chéjov ya los escribió y mucho mejor de lo que yo podría hacerlo. Son relatos cortos que vale la pena leer, pero no sólo por salir del paso sino para extraer de cada frase lo que realmente nos quiere decir, porque él expuso sus ideas con cuidado e inteligencia.

"No digas que tu personaje está triste. Ponlo a mirar el reflejo de la luna en un charco de agua".

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