Que por qué estoy haciendo una
maestría, que si quiero un doctorado, que si ya estoy pensando en casarme, que
si no quiero que mis hijos me conozcan joven, que por qué no supero el trauma
del colegio, que por qué ya no escribo como antes, que por qué no me voy del
país, que por qué no tengo novio o busco uno, que por qué no creo en dios, que
por qué sigo haciendo lo mismo o por qué hago esto o lo otro…las razones a todo
eso son simples: porque se me da la gana ¿algún problema con eso?
Tengo cada día un conflicto más
serio con ese “deber ser” que quién sabe de dónde carajo saca la gente y que
les permite asociar hasta el más mínimo aspecto de la vida de los demás con un
acto casi obligado sin razón aparente. Desde que me gradué de la universidad
muchos se han empeñado en preguntar si ya me voy a casar, “porque como ya tiene
la carrera…”. Pues no: es que yo no estaba en una escuela de señoritas para
poder conseguir un mejor “marido”. Yo estudié biología porque de verdad siento
un amor profundo hacia mi profesión, porque siento que el mundo podría
arrebatarme todo, absolutamente todo excepto eso que me hace tan feliz cuando
leo, hablo, trabajo y escribo sobre biología. Que si ya pensé en casarme o
tener hijos y que afortunadamente puedo conseguir un tipo profesional. Una
profesión no me impresiona. Usted tiene un título, yo también, eso no nos hace
ni mejores ni peores.
La indignación hacia quienes
piensan diferente, la falta de respeto hacia las ideas, el tratar de imponer la
visión propia del mundo en otras personas, la condena inamovible hacia los
demás…resulta un poco insoportable. Tratar de justificar absolutamente cada
paso que se da ante quienes nos rodean es agotador y absurdo. Y es que no es
tener que explicar, porque hay quienes tienen interés genuino por conocer
razones, es tener que defender las ideas como si fueran una tesis de doctorado
ante una jauría de lobos que está esperando el más mínimo error para condenar,
desmembrar, invalidar y acabar. Estaba pensando que esa es una de las
principales razones por las que nuestra especie no me simpatiza mucho. Luego
contrasta alguna expresión artística o una idea genial y trato de olvidarme de
ese ligero desprecio.
Ay Diana...te lo dije. Sacar las cosas así tiene su efecto terapéutico y espero que haya salido de esa forma, recuerda que ambos usamos la catarsis como método de expresión, por lo tanto no es medida, ni mucho menos acomodada al gusto ajeno. Es catarsis. No queremos comprensión, no por creernos incomprendidos, sino que nos comprendemos tanto a nosotros mismos que encontramos las palabras exactas para expresar aquello que justamente en determinados momentos nos puede rayar. La tenemos clara, es la idea el motor de la palabra y no al revés, porque cuando sucede de esa manera terminamos diciendo de todo, menos lo que realmente sentimos.
ResponderEliminarSon espacios que uno tiene, el que lo rechaza por lo general no logra ver esas cosas consigo mismo, porque sabes qué? ¡Todos las tenemos! El asunto es que otros viven tan metidos en vivir la vida de otros, que al no asumir la vida propia ¿Adivina qué? No logran asumir la vida de quienes realmente la viven, siendo ellos mismos. Tal como lo expresas.
¿Ves que no es tan difícil? Pobre de aquellos que hasta inventan estados emocionales según su conveniencia, tú no sufres de esos. Sufres porque crees que a los demás les importa ¿Te digo algo? No les importa, porque no saben diferenciar lo importante de lo urgente, solo lo sabe cada uno de nosotros.
Ese mi comentario.
Pdta: Déjese querer Diana, déjese querer. *Le manda un puño por correo*
Y sí, tienes razón.
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