En primer lugar, quiero decir que Google es el dueño de nuestras vidas. Con la compra de un nuevo celular, descubrí que las fotos que tomo, no sólo quedan en la memoria del celular sino que aparecen en Google Fotos y que se sincronizan automáticamente con la cuenta de correo a la cual uno puede acceder desde cualquier computador. Seguro me di cuenta tarde, porque no es que me interese mucho invertirle una gran cantidad de dinero cada rato a los celulares, pero igual, me sorprendí bastante. También me di cuenta que tengo más fotos de las que veré jamás. Cuando las fotos se sacaban con cámaras de rollo, uno tenía un número limitado de oportunidades para tomarlas y entonces, elegía el momento adecuado, que más valiera la pena, en que estuvieran todos los presentes en el paseo, o en que saliera el sol y todo era igual una sorpresa, cuando uno iba a revelarlas, lo cual tenía un costo y hacía que uno precisamente se midiera en el número de momentos que quería capturar.
Desde Septiembre a Diciembre de 2017, tengo un sinnúmero de fotos, que probablemente no me sentaré a ver en mucho tiempo (por no decir nunca) y que únicamente utilizaré para hacerlas fotos de perfil de Facebook o para publicar en Instagram. Y entonces, uno se pregunta si realmente está atesorando esos momentos por alguna razón aparte de mostrarle al mundo que estuvo en un lugar cualquiera, que viajó, que comió un plato rico, que vio un paisaje, que fue a un concierto. No quiero sonar como una nostálgica de los tiempos que ya pasaron, ni como si fuera un asunto malo o vano, la idea no es lanzar juicios de valor. Pero al menos a mí, me queda la duda de si estoy haciendo las cosas y tomándoles fotos sin límite por mostrarle al mundo lo que hago para recibir adulaciones o si las hago por pura convicción.
Eventualmente, la respuesta es fácil: las cosas las hago por convicción. Me gusta dibujar desde mucho antes que existieran las redes sociales, las cámaras digitales e incluso los celulares, eso lo tengo claro. Pero hace años cuando comencé a dibujar, no tenía la necesidad psicópata de publicar todo lo que dibujaba. Hoy, cuando entro a alguna red social y veo que alguien hace algo, publica algo o lo que sea, que pueda de alguna manera ser similar a algo que yo hice, siento la necesidad loca de publicarlo igual. Y es más, me he visto a mí misma, tomando fotos pensando en que se verán bien para publicar en alguna parte. Creo que estoy en el mismo fondo en el cual estaba cuando cada vez que se me ocurría algún comentario, lo memorizaba con obsesión para publicarlo en Twitter cuando pudiera. También me pasa con las compras, el consumismo me ha arrastrado, sin duda.
Me preocupa un poco esto. No estoy muy segura de que sea un problema grave, pero sí creo que me he vuelto esclava de muchas cosas que en realidad no valen la pena. Creo también, que debo buscar en otra dirección algo que tenga esencia y que me mueva desde dentro, no desde fuera o por imitación de cómo se mueve la sociedad hoy por hoy.
Ya que es cierre de año, espero que sea la oportunidad para encontrar ese camino alterno, para emprender la búsqueda de lo que está debajo de tanta cosa inútil y que me muestre esa verdad que estoy buscando.
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