domingo, 25 de marzo de 2018

Tambores en el alma

Apuesto a que ha escuchado esta maravilla alguna vez:




"Eh,eh ekua 
Babalú ayé ekua 
Ekua papa ekua 
Babalú ayé ekua"


Las clases de salsa se ponen cada vez mejores y ahora no sólo asisto al estilo Los Angeles sino también a cha cha chá y si puedo al estilo colombiano. Apareció en la programación una clase llamada folklore cubano que me imaginaba una rumba de salsa cubana actual y decidí tomarla un día. El maestro es venezolano, un hombre de por lo menos 1,82 m de estatura, con un tatuaje en el brazo y una facilidad para moverse envidiable. Antes de tomarla, pregunté cómo era la clase y me dijeron que se hacían bailes del yoruba, dedicados a los orishas de los cuales, no nos vamos a mentir, yo no sabía nada en absoluto.

Comienza la clase con un baile folclórico dedicado a Obbatala, al ritmo de música africana del yoruba que yo jamás en mi vida había escuchado. El baile no parece ser muy complejo desde el punto de vista técnico. Acababa de salir de cha cha chá, con una rutina un poco compleja de seguir y entonces aparecen estos pasos simples como una brisa fresca. No sé bien cómo explicarlo, pero los tambores despiertan algo muy adentro, unas fibras que yo jamás había sentido con ningún tipo de baile y con ningún tipo de música. Puede parecer que estoy loca, pero se siente como un llamado ancestral y no se siente sólo la carga física de la clase sino también una especie de carga emocional. Puede que esté muy sugestionada últimamente con eso de buscar las raíces de la cultura latinoamericana y lo que significa pertenecer a ella, pero esta parecería ser una respuesta. La clase se propone soltar el cuerpo, porque implica mover cada músculo que se tiene siguiendo el llamado de los tambores, esos que parece que uno tiene impresos en el alma.

La clase es genial. Siempre logro bailar sonriendo porque se siente como estar en casa y luego salgo y me duele cada músculo del cuerpo. No sé bien cómo explicarlo. Además, es como si fuera toda la filosofía original de la salsa, ahí están todos los pasos de los pies, sobretodo en un baile llamado Columbia. No exagero diciendo que mi vida cambió con esa clase. Es como descubrir algo sobre uno mismo que uno jamás había visto. 

PD. Por cierto, Celina (de Celina y Reutilio) nació en un hogar campesino en Cuba, en medio de una familia que apreciaba y practicaba el canto y cuya madre le enseñó sobre las religiones criollas de cuba y la devoción por los orishas Ochún, Babalú Ayé, Changó y Yemayá, por lo cual los menciona en muchas de sus canciones.


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