martes, 6 de marzo de 2018

Violencia Obstétrica

Antes de comenzar, quiero aclarar que no todos los médicos son así, ni todos los obstetras pero sí considero que hace falta calidez y humanidad en muchos casos.

Las enfermeras me dicen que muchos médicos afirman que el término "violencia obstétrica" no existe, que es más un invento o una impresión de algunas personas. Yo, que nunca tengo contacto con el área clínica de frente no conozco muchas cosas de cómo se mueve un hospital, un área de urgencias, una consulta externa. No sé bien qué es correcto y qué no y la única herramienta a la que recurro cuando soy paciente son los pocos conocimientos de fisiología que tengo y el pensamiento crítico que me enseñaron en la facultad de ciencias.  

No sé qué es ser médico pero sí sé qué es ser paciente. También sé qué es ser familiar de un paciente grave y también sé qué es recibir la noticia de un familiar que ha fallecido. Me cuesta trabajo imaginar una situación en la que uno se sienta más vulnerable. También sé lo que se siente ser mujer y estar asustada, avergonzada y nerviosa por una citología, por ejemplo o por cualquier revisión que se siente más como una exposición incómoda. Sin embargo, entiendo que es necesario y que no hay otro modo de hacerlo. No sé lo que es tener hijos y nunca lo había imaginado hasta que tuve la oportunidad de asistir a varias salas de parto, para observar cómo es un parto vaginal o una cesárea. Y entonces, me di cuenta de lo mucho que duele, de lo impresionante que es y lo peor: de la poca consideración con que se trata a las maternas en algunos casos.

De nuevo, no pretendo que afirmar que son todos los médicos y personal de la salud, porque sé que no es así. Sin embargo, aprovechando que últimamente veo quejas sobre el comportamiento de los pacientes (que es verdad, muchos son bastante complejos), también quisiera hablar por los pacientes y en especial por las mujeres que no alzan la voz, por miedo o porque simplemente no saben que NO MERECEN SER TRATADAS ASÍ.

Casi todas las maternas ingresan asustadas y adoloridas en igual proporción y no entienden muchas cosas que suceden. Muchas son jóvenes y primigestantes y no saben qué esperar. Entiendo que estar desnudo en un hospital no es la gran cosa para quienes trabajan ahí, pero no es cómodo que te quiten la ropa o te rapen la bata porque te van a anestesiar cuando hay un montón de gente vestida alrededor y tú te sientes como ratón de laboratorio, vulnerable y asustado. Valdría la pena asegurarse de que la paciente entiende la retahíla que le acaban de decir con palabras técnicas, afirmando que tiene preeclampsia, ante lo cual queda aún más asustada sin saber si es que se va a morir ella o el bebé o si algo grave va a pasar. No es divertido que cada 15 minutos pase un obstetra con un grupo de estudiantes a hacer un tacto y regañe a las maternas porque les duele, cuando nadie les ha explicado por qué les hacen eso y qué podrían hacer para que les duela menos. Sería considerado que alguien se molestara en leer el rostro de la materna - y de los pacientes en general - cuando lucen preocupados, asustados, cuando no saben qué hacer ni por qué les están sacando más sangre, conectando una sonda o inyectando un medicamento. Si una materna se está quejando del dolor, ES PORQUE LE DUELE y no, no es algo que se buscó o que se merezca por tener sexo si es que ese es el cuento barato moralista de algunos. No estoy muy segura de la necesidad de una revisión uterina siempre y sin sedar a la paciente, mientras uno la escucha gritar más que al momento del parto. Me dicen que si la placenta se alumbra correctamente y sin contratiempos - esto es, sale del útero completa y sin perder las estructuras llamadas cotiledones - no es necesario introducir el antebrazo y el brazo como si el dolor no importara, porque al fin y al cabo, la paciente acaba de tener un parto. Y en definitiva no es respetuoso, ni mucho menos ético que un obstetra y un anestesiólogo se burlen de los gemidos de dolor de una materna durante la cesárea y no hagan nada cuando ella se queja de sentir presión mientras abren todos los tejidos a punta de fuerza bruta (supongo que así debe ser, pero no debería sentir el dolor o la presión). Cuando ella al fin se duerme, proceden a imitar los sonidos, a quejarse y a alegar que deberían prohibir personas así junto con una instrumentadora, lo cual me parece aún más indignante siendo ella mujer.

La violencia obstétrica no es un invento. No hace falta pasar mucho tiempo en una sala de partos para darse cuenta de eso. Es cierto que el paciente no juega siempre el papel de víctima, pero también es cierto que en general, no hay mucha consideración por el dolor y el sufrimiento ajenos. Parece que no sólo es ese cirujano de cabeza y cuello que regañó a mis tíos por preocuparse por mi primo de más de 40 años, que al fin y al cabo "ya es un adulto y ustedes no deberían estar preguntando por él".



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