lunes, 26 de febrero de 2018

"El mayor acto de rebeldía es pensar"

Existe siempre un grupo de personas en todos los círculos sociales en los que he estado que afirman que "Un mundo feliz" de Huxley y "1984" de Orwell son lecturas obligadas en la vida. Cuando uno lee las sinopsis de los dos, hablan de una realidad distópica en que se han perdido los valores humanos y la individualidad para seguir una serie de preceptos de diferente índole y llevar una vida, diríamos, menos humana. Hace unos años leí "Un mundo feliz", cuando era más joven y tal vez menos consciente, cuando estaba más atacada por completar una lista de libros para leer antes de morir y, si bien creí haber entendido el mensaje, gracias a mi mala memoria y tal vez al contexto en el que estaba, olvidé muchos detalles importantes. Recuerdo que había un impacto importante de la ciencia, una manera de crear seres humanos menos pensantes y más eficientes, hormigas laboriosas que contribuyen a un fin que desconocen y que creen es su propio bienestar. Los sentimientos no son más que vestigios en una sociedad fría y manipulada y la tecnología ha tomado el lugar de éstos, con altas dosis de entretenimiento vacío y sin sentido. Algo muy parecido a la sociedad actual. Algo también muy parecido a lo que muestra la serie "Black Mirror" de la que todos hablan. Es posible que el escalofrío sea menos impactante al leer el libro, porque puede que algunos lo sientan más distante, menos personal, menos posible y no se den cuenta de cuán cerca estamos de vivir esta realidad. 




Como ya he mencionado en varias entradas, estuve escuchando a Diana Uribe contar la historia de Rusia y una vez inició el capítulo del Stalinismo, mencionó a Orwell. Dos obras de este escritor inglés enmarcaron la principal crítica a los regímenes políticos que sumieron al pueblo en la miseria y la desolación, que ojo, no es el comunismo como tal, sino los gobiernos totalitarios. No pretendo tomar una posición política en esta entrada - ni siquiera en mi vida, al menos abiertamente - especialmente en temporada de elecciones donde el país está polarizado, confundido y sobretodo, impositivo. No me interesa vender una idea ni un candidato, mi propia campaña va encaminada hacia pensar. Porque no importa el bando, el color, la frase o la filosofía de fondo, un estado totalitario será siempre peligroso para el individuo. Pretenderá acabar con la diversidad de opinión y tomará todo aquello que no esté a favor, como una postura en contra y como un enemigo natural que hay que destruir. Fulminará las ideas del pueblo, ejecutando a la luz pública a todo aquel que se atreva a pensar diferente y convencerá con toda clase de ideas a los que queden vivos de la necesidad de seguir ciegamente una ideología vaga y sin sentido, destruyendo la lógica y el sentido común. El miedo será su ingrediente principal y venderá para combatirlo un camino de aparente luz que no hace más que defender las mismas posiciones cómodas para todos aquellos que necesitan de las mayorías para conservar el poder. ¿No es eso lo que ha sucedido persiguiendo diferentes ideas en la historia del mundo? Esto no es un asunto de derecha o de izquierda sino de conveniencias de unos pocos, sin importar qué ideas supuestamente defienden. Orwell lo enmarca perfectamente en su "1984". Pero el libro no sólo habla del sometimiento de un partido político. Las personas ha perdido por completo la intimidad, encuentran una telepantalla por doquier que los graba y a través de la cual pueden adivinar sus pensamientos. Existe una Policía del Pensamiento, que combate cualquier idea adversa a lo correcto. Existe un Ministerio de la Verdad, que reescribe la historia a diario y que borra personas de la memoria de quienes los conocieron como por arte de magia. Existe una neolengua, que carece cada vez más de palabras y que simplifica la expresión escrita y hablada como símbolo de la limitación de las ideas. Existe la guerra todo el tiempo, una guerra que no se gana ni se pierde pero que fomenta el miedo y el carácter salvador de un líder que no hace nada por el pueblo. Existen los crímenes mentales, porque en esa sociedad, como en la nuestra, pensar es un crimen.

Orwell escribió esta obra y "Rebelión en la granja" como una crítica al sistema de Stalin, que terminó siendo igual o peor al zarismo que originó el movimiento del pueblo en primer lugar. Sin embargo, nuestra sociedad está inmersa en una realidad parecida. Pensar es inaceptable. Pensar diferente es un imposible. Las ideas se limitan cada vez más. La privacidad no existe, aunque a diferencia del libro, en nuestra sociedad sucede porque así lo buscamos. 

"Lo importante no es tanto mantenerse vivo, sino mantenerse humano." 


1 comentario:

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