Un día
como hoy, en 1987 el rey del pop a sus 29 años lanza la famosa canción “Bad”
que ocupará el número 1 en listas. Un día como hoy, en 2004 a tus 44 años
(naciste en el mismo año que Michael Jackson) tu corazón dejó de latir
definitivamente. Libraste una terrible batalla contra la muerte y al final ella
venció. No necesito que sea 24 de Octubre para extrañarte. No necesito que sea
24 de Octubre para recordarte con una sonrisa, porque pasados ya siete años,
las cosas han cambiado y aunque el dolor de la pérdida persiste, lo vencen los
buenos recuerdos. Mi amor infinito para tí hoy y siempre, papá.
lunes, 24 de octubre de 2011
domingo, 23 de octubre de 2011
Mylo Xyloto
Mañana será el estreno del
último álbum de Coldplay, Mylo Xyloto y estoy ansiosa por escucharlo. Confieso que
a pesar de lo mucho que me gusta esta banda, de todos los álbumes anteriores sólo
he sentido esta emoción con Viva la Vida. ¿La razón? Simple, antes no los
conocía mucho, no sabía nada de música, no me interesaba. Viendo en
retrospectiva, es increíble (teniendo en cuenta cómo soy ahora) que durante
mi pubertad poco me importara la música. Me tomó un buen tiempo explorarla lo suficiente para amarla tanto como ahora y me tomó también un buen tiempo
conocer a Coldplay. Nunca he dejado de reconocer que yo no los hallé sola, hubo
alguien que me enseñó sus canciones, que las compartió conmigo con una pasión
contagiosa, que me señaló y enseñó muchas cosas sobre ellos y sobre el proceso
de escuchar música, ponerle atención a la letra, ver qué tan maravillosa es la
melodía y degustar la combinación de las dos, como si fuera un plato preparado
muy especialmente por un experto chef. Amo profundamente la música y se lo debo
a esa persona, a quien le estaré eternamente agradecida.
Ya no soy la misma, el contexto
ha cambiado y mi amor por la música obtuvo alas propias. Incluso hay toda una
entrada en este blog que habla sobre eso, en especial porque
me costó bastante - y esto sí lo logré sola - vencer esos prejuicios
autoimpuestos sobre lo que es “verdadera música”. Hoy en día desprecio esa
categorización porque representó para mí un conflicto durante mucho tiempo. Los
gustos se respetan y sí, yo tengo un CD original de Britney Spears y uno de
Christina Aguilera y de vez en cuando los escucho completicos porque me gusta
bastante el pop. ¿Y qué?
Hay otra frase muy común que me
revuelve todo cuando la escucho: “no me gusta esa canción, es muy comercial.”
Me molesta realmente porque es una frase de cajón que utilizamos todos cuando
apenas conocemos un par de canciones de una banda. Yo la dije infinitas
veces, básicamente para aparentar que sabía del tema, que conocía la banda, en
resumidas cuentas, para jactarme de melómana y conocedora. Por estos días, muchos dicen eso sobre Coldplay incluyendo Viva la Vida. Cuando
pregunto por qué razón dicen eso, nadie da un argumento fuerte y contundente. Las
razones más famosas son: “no, porque le metieron ritmos electrónicos” o “no, es
que ya no son como cuando cantaban Yellow” o “es que ahora le gustan a todo el
mundo porque todo es más movido”.
Vamos a analizarlo con
detenimiento: comercial está definido por la RAE como: “Que tiene fácil
aceptación en el mercado que le es propio.” En otras palabras, decir que Viva
la Vida es muy comercial y otros álbumes antiguos como Parachutes no, es
completamente falso, teniendo en cuenta que Parachutes ocupa el puesto 12 de de
los veinte discos más vendidos del siglo XXI y ganó 7 discos de platino en su
lanzamiento. Si eso no es ser comercial, no sé qué es. Si lo que quieren decir
es que la banda hizo la canción o el álbum para vender, estoy de acuerdo, dudo
que uno se ponga en la tarea de componer canciones y grabarlas por “desparche”.
Yo asumiría que si uno está en una banda y quiere dar a conocer su música, espera
que haya ventas y gente a la cual le guste su trabajo.
¿No son como cuando cantaban
Yellow? ¡Claro que no! Muy aburrida una banda que se queda siempre en lo mismo.
En lo que yo veo, Coldplay comenzó su carrera (al menos comercialmente) con un
tinte un poco más melancólico, uno puede no hablar inglés y entender que
Trouble es una canción triste, casi puede percibirse escuchando sólo el piano.
Ahora, dígame que en los últimos álbumes ellos han optado por incluir ritmos un
poco más electrónicos y que a usted le gustan más esas canciones en que sólo
se escuchan el piano, la guitarra, el bajo y la batería acompañando la voz, eso
es completamente diferente. Coldplay no ha perdido su estilo ni ha dejado de
ser lo que es, le está apostando a cosas nuevas para no quedarse en lo mismo de
siempre, a algunos les gusta y a otros no, es así de simple.
¿Qué ahora les gustan a más
personas? Sigo sin ver el problema. No creo que sea contraproducente para una
banda ganar más fanáticos, no hay nada de malo en conocer a alguien que quizás
no haya escuchado mucha música de Coldplay ni tampoco en que le comience a
gustar hasta ahora. Recientemente la característica de ser fanático consagrado
fue tema de discusión de Juanita Kremer y Alejandro Marín en la X. Alejandro
decía que un fanático verdadero es aquel que tiene todos los discos, que sabe
todo sobre la banda, que ha ido a cuanto concierto ha podido y que se ha
gastado la plata que no tiene en ellos. Discrepo un poco, porque yo me considero
fanática de ellos y sólo hasta ahora estoy comprando los discos, antes no había
tenido la oportunidad, Coldplay significa muchísimo para mí aunque antes yo no
hubiese podido gastarme todo en ellos. No se trata de eso, amar una banda es
como sentirse parte de una familia, como si ellos expresaran todo aquello que
uno no puede por alguna razón, son una compañía y un apoyo. Son muy pocas las
bandas con las que siento esa conexión y esas pocas tienen un valor incalculable
en mi vida. Por eso me molesta que digan que Coldplay “ahora es muy comercial.”
Usted está en todo derecho de amar u odiar Mylo Xyloto, pero yo defiendo lo que
siento propio y lo defiendo a capa y espada.
viernes, 14 de octubre de 2011
El Punto Sin Retorno
No somos los mismos, hemos cambiado y mucho. Las cosas siempre han
estado claras, somos amigos hace ya bastante tiempo y eso es todo. Cualquier
cosa que pueda pasar más allá de eso, sería como un incesto, hemos alcanzado el
punto sin retorno. Sin embargo, nunca había estado tan claro como ahora.
Siempre he pensado que construir una amistad no es nada fácil pero
ciertamente es más sencillo –al menos para mí - que esa amistad sea con un
hombre y no con una mujer, tanto que hay otra entrada en este blog que lo
menciona. Sin embargo, se corren algunos riesgos, la relación puede ser una
amistad fuerte de esas que duran toda la vida, pueden comenzar a cambiar los
sentimientos o puede romperse por algún agente externo. En mi vida he
enfrentado los tres tipos de situaciones: tengo amigos del alma con los que
jamás ha pasado nada (ni pasará), amigos por los cuales han cambiado
eventualmente los sentimientos hacia atracción y gusto y amigos con los que ya
no hablo, básicamente por novias celosas.
Siempre he pensado también que la amistad entre un hombre y una mujer atraviesa por lo menos menos cuatro etapas
diferenciables:
1. La inicial está llena de
sorpresas y emociones al descubrir los gustos compartidos y las afinidades, en
la que comienzan a construirse lazos y bases sólidas. Aún no hay suficiente
confianza para compartir confidencias, pero se adquiere con el tiempo.
2. La confianza ha alcanzado un punto importante, alguno de los dos
comienza a compartir preocupaciones, problemas, solicita consejos y en general
habla de cualquier suceso de su vida, lo cual hace que el otro se sienta cómodo
para hacer lo mismo. Lamentablemente, en algunas ocasiones (aunque en mi
experiencia el caso ha sido exclusivo de amistades con mujeres) en este punto
puede traicionarse la confianza, rompiendo completamente lo que ya se tenía y
dejando una gran decepción.
3.La confusión caracteriza esta etapa: hay precisamente tanta
confianza y química que uno empieza normalmente sin darse cuenta a ver con
otros ojos al otro. Representa un conflicto serio, especialmente porque uno no
sabe qué está pensando el otro, si se dio cuenta, si se va a dañar la amistad.
Alguna vez leí que si a uno le gustaba su mejor amigo, podría irse de rumba con
él y en medio de los tragos confesarle la verdad. Si el sentimiento es correspondido,
buenísimo, si queda un poco perturbado con la noticia siempre se puede alegar
demencia. Yo he llegado a un punto en que me termina fallando el filtro
cerebro-boca (aún sin el alcohol) y si ya estoy segura de lo que siento - y
además me gusta mucho - se lo digo y punto. Eso sí, se lo digo con
tranquilidad, aclarando toda la situación, le dejo la noticia para que la
digiera y me comunique lo que piensa. Yo cumplo con ser honesta, de ahí para
adelante es decisión suya, he concluido que prefiero decir las cosas y dejar de
mortificarme con ellas. Es evidente también que el plan de Rapunzel esperando
al príncipe en la torre sin hacer nada no va conmigo. La vida es muy corta para
vivir condenado por una serie de reglas que caracterizan a las “señoritas
decentes”.
4. Este es el que llamo punto
sin retorno. Aquí ya ha pasado por el momento de confusión, pero al
esperar un tiempo a ver qué tal, las cosas siguen su curso y sin que uno lo
note las esperanzas de llegar a algo más, simplemente se esfuman por diversas
razones: uno se da cuenta que en realidad como pareja no funcionaría, apareció
alguien que le movió más el piso al uno o al otro, decide “echarle tierrita” o
simplemente la atracción fue pasajera y uno recobra la percepción real de las
cosas. Todo depende de la situación, pero si uno ha alcanzado el punto sin retorno con un amigo y confía plenamente en él, lo más probable es que ya hay
una amistad que durará mucho tiempo. Puede que a veces se interrumpa por novias
celosas, viajes o discusiones, pero eventualmente la chispa seguirá ahí. Este
es el mejor momento de todos, aunque si la historia terminó en romance puede
imaginar el final que mejor le parezca, porque esos sí que son impredecibles.
Por supuesto mi teoría está sujeta a cambios, puede que no siempre
suceda de esta forma y creo que sólo responde al afán de clasificación que llevamos
implícito como especie. Son pocos los amigos con quienes he alcanzado el punto sin retorno, menos aún los que han llegado a gustarme realmente y no como
efecto de la “química amistosa” y el tiempo compartido y varios los que he
perdido por novias celosas. En la vida pasa de todo.
En las buenas y en las malas, esta es una amistad en el punto sin retorno, de esas que duran toda la vida. |
miércoles, 12 de octubre de 2011
El Crescendo de la Hematopoyesis
He pasado los últimos días buscando ejemplos a
mi alrededor que me permitan comunicar por medio de este escrito alguno de los
temas de la inmunología que me llame más la atención. Sin embargo, todos mis
esfuerzos han sido inútiles hasta ahora y finalmente he hallado la razón: no
hay nada que hayamos inventado, ningún libro, ninguna película, que se compare
con una red tan compleja y robusta como el sistema inmune. No pretendo con esto
librarme del ejercicio de explicar temas científicos con analogías cotidianas,
al contrario, he tratado desesperadamente de buscar historias de espías, de
amor, de ladrones, de trabajo en equipo, para ajustarlas al funcionamiento
inmune real, he tratado de familiarizar los conceptos pero la verdad es que el
funcionamiento y la organización de la vida, de las células, los tejidos y los
sistemas tienen una precisión inigualable. Decidí elegir un tema que me resulta bastante interesante: la hematopoyesis.
La hematopoyesis representa el génesis del sistema
inmune, marca el inicio de todo, es la fuente primaria de todas las células que
lo conforman, y también de las demás células que se hallan en la sangre. Todo
inicia a partir de una célula madre hematopoyética (HSC) cuyas características
principales son la auto-renovación, y la capacidad de diferenciarse en muchos
tipos de células diferentes, que cumplirán variadas funciones. El origen parece simple:
una célula se divide incesantemente y finalmente las poblaciones celulares
toman un rumbo determinado como linfocitos, eritrocitos, granulocitos,
monocitos, mastocitos o megacariocitos. Los nombres no importan. Lo interesante
de éste complejo proceso de diferenciación son los mecanismos a los cuales he
decidido dedicarles unas palabras en el presente escrito.
La música es quizás una de las disciplinas más
complejas y maravillosas que existen, y contiene también un balance entre muchos
componentes que intervienen en ella. Sin embargo, la música tiene una gran
ventaja sobre la biología: sin importar qué tanto sepan las personas de la
teoría musical, pueden disfrutar de ella, apreciarla, amarla u odiarla. La
hematopoyesis, por su parte, carece del lado material y tangible, no importa
qué tan admirable sea, hay muy pocos espectadores.
Existe una famosa canción de la banda The
Verve llamada Bittersweet Symphony en la que participan numerosos instrumentos.
La melodía la inician chelos y contrabajo y conforme avanza la canción se unen
otros instrumentos como violines, violas, teclado, batería, bajo y por
supuesto la voz. Las células madre hematopoyéticas inician en la vida del
embrión con receptores de membrana que son como los chelos y el contrabajo, las
caracterizan, las hacen únicas. El sonido se produce por unas notas
determinadas que comparten y compartirán con otros instrumentos posteriormente,
las cuales representan las cascadas de señalización, los mensajes moleculares que permiten la expresión de receptores, la expresión de los instrumentos. Llega
un punto en que la dinámica de la melodía cambia gradualmente, se hace mas grande,
suena más fuerte, entiendo que es una especie de crescendo y funciona de la misma forma que los
patrones de expresión de los receptores de las células, son cada vez más por lo que “suenan” más fuerte.
Durante un tiempo, los chelos y el contrabajo permanecen
tocando solos, hasta que en un momento, aparecen las violas y violines y se
adicionan a la melodía. Los violines entran también en crescendo mientras los chelos y el contrabajo comienzan a cambiar
nuevamente la dinámica paulatinamente, esta vez disminuyen su intensidad
sonora, entran en diminuendo. Para
nuestras células madre, el cambio es parecido, los receptores iniciales -los
chelos y el contrabajo- comienzan a desaparecer en un momento determinado, y
aparecen nuevas -los violines y las violas- que las comprometen con un linaje particular y ahora el
contrabajo cambia su dinámica calando
(hasta la intensidad de cero) desapareciendo para no volver nunca. Algunos chelos
permanecen todavía, son primitivos, son rezagos de su naturaleza totipotente,
pero eventualmente se perderán completamente.
Las notas musicales que se utilizan para crear
la melodía son las mismas aunque no en el mismo orden, lo cual es muy similar a
las moléculas que participan para activar y desactivar los genes que expresarán
los receptores. Las cascadas de señalización son compartidas para transmitir un
sinnúmero de mensajes, el orden cambia pero las moléculas son las mismas y median la aparición de receptores y la desaparición de otros. Aunque
las células se han comprometido con un linaje específico, la aparición de
nuevos instrumentos marcará su destino final.
La melodía prosigue, con el énfasis de un
sintetizador en un punto determinado, se mantiene, otro receptor diferente,
esta vez propio para cada linaje, al cual se hallan comprometidas las células por el sonido constante de los
violines, que siguen apareciendo permanentemente en la canción. Finalmente,
entra la percusión, marcato,
enfático como una explosión que llama la atención del oído. En el mismo
momento en que entra la percusión - cuyo objetivo es marcar el ritmo - el
contrabajo extinto se reemplaza con un bajo, no suena igual, ni le confiere la
misma naturaleza que al principio sino que es mucho más específico y determinante para el linaje. Finalmente, entra la voz, abre
un mundo de posibilidades para el destino de la melodía, ahora no sólo hay
notas sino también palabras, ahora otros pueden seguir la melodía, cantarla,
sentirla. En el fondo de la melodía está la batería como instrumento
rítmico y marca a los demás, los violines y el bajo siguen sonando, mientras en
la célula la intensidad de expresión de los receptores determinantes de su
naturaleza permanecen. Si no sonaran
esos violines, ni la batería, ni el bajo, la canción simplemente no sería lo
que es. Los nuevos linfocitos, eritrocitos, granulocitos, monocitos, mastocitos
o megacariocitos lo son gracias a los genes que expresan, a los instrumentos
que ahora suenan en sus membranas, mediados por las mismas notas reutilizadas,
que incluso sonaron antes en otros instrumentos y que ahora no se escuchan,
pero sin ellos, los actuales no tendrían el mismo significado, la canción no
sería la misma.
Las palabras de
Richard Ashcroft al cantar inician toda una nueva etapa de vida para las
células. La melodía sigue su curso más plana, ya no aparecen ni desaparecen
instrumentos y entonces las palabras son lo único que las diferencian. Puede
que todas expresen los mismos receptores, reutilicen las mismas moléculas, pero
existen subpoblaciones por estrofa o por verso. Cada una de ellas es diferente
y puede utilizar sus instrumentos y notas de diferentes formas, juntas conforma
un sistema inmune robusto, una red tan compleja como lo fue su diferenciación. Finalmente, la vida de las
células se extingue, como lo hace la canción al finalizar, su origen fue
increíble y fueron necesarios muchos elementos para conformarlas pero ahora se
desvanecen hasta perderse en un absoluto silencio. Sin embargo, la canción no
termina de pronto, se sigue manteniendo el sonido de los violines, la batería,
el bajo y la voz, la célula entra en el proceso de muerte celular programada
pero sin perder su identidad, sigue siendo lo que fue desde que terminó su
diferenciación. Queda claro que la
diferenciación es tan irreversible como la canción una vez que comienza a
escucharse, una célula diferenciada jamás volverá a expresar solo los chelos y
el contrabajo si los violines ya la han comprometido con su bella melodía, no
importa si aún existen los elementos para el cambio como las notas, el tiempo
no vuelve atrás y tampoco la hematopoyesis. El control de producción de
diversos tipos celulares se halla en un delicado equilibrio por medio de las
poblaciones de células madre en la médula ósea que únicamente suenan como
chelos y contrabajos y permanecen así multiplicándose bajo esa melodía, no hay crescendo de violines todavía y por lo
tanto no hay diferenciación. Sin embargo, en el momento en que la melodía
comience a morir en otra parte del cuerpo, aparecerán señales en forma de
citoquinas, que despiertan el sonido de los violines en las células madre de la médula.
Quiero aclarar que mis
conocimientos en música son pocos, pero si disfruto de ella, tanto como disfruto de los
procesos biológicos. Es probable que las bases moleculares de la biología no
puedan explicarse de forma precisa con analogías, la comprensión detallada del
proceso hematopoyético requiere amplios conocimientos en biología molecular,
pero invito al lector a escuchar Bittersweet Symphony mientras lee éstas
palabras, para descubrir dos mundos nuevos al ritmo de una hermosa melodía. Las maravillas de la biología no son tan cercanas a los sentidos como la música, sin embargo, las dos despiertan en mí una comparable pasión.
lunes, 10 de octubre de 2011
Mi opinión frente al aborto
La polémica por la legalización
del aborto no se limita a los estamentos jurídicos sino que ha invadido las
redes sociales que tanto me gustan, un poco más Twitter que Facebook, con un sinnúmero
de opiniones y posiciones a favor y en contra. No veo en la polémica un
problema, de hecho considero sana la expresión - con respeto, eso sí - de
diversos puntos de vista, especialmente porque cuando uno se encasilla en una
posición referente al tema puede estar pasando por alto factores que otros
consideran. Lo que realmente me molesta es la falta de argumentos serios,
reales, válidos. Vamos a hablar claro: si alguien va a opinar de embriones que
sean al menos quienes tengan una vaga idea del desarrollo embrionario. ¿Cuántos
de los que alegan tanto porque el aborto es un “asesinato” saben qué es un cigoto,
una mórula, una blástula, una gástrula o una néurula? ¡Qué expliquen entonces! Un
cigoto es la célula diploide que se forma justo después de la fecundación, es
una célula eucariota común y corriente, difiere de una ameba en la información
genética y si van a afirmar que es un asesinato, también lo es contaminar
cuerpos de agua en los que viven miles de millones de organismos unicelulares,
bañarse todos los días porque mueren células epiteliales y ni se diga matar los
zancudos que tanto nos molestan en las noches, ese sí es peor aún, porque es un
organismo adulto. Mórula, blástula, gástrula y néurula son básicamente masas de
células totipotentes (pueden especializarse en cualquier tipo de célula) que se
dividen rápidamente y eventualmente se diferencian para convertirse en células
epiteliales, neuronas, células hematopoyéticas, osteoblastos, entre otras, que
formarán tejidos en el embrión más adelante. ¿Desde que es una célula es vida?
¡Claro que es vida! ¡Las bacterias son vida! ¡Las euglenas son vida! Ese
argumento no pesa, las células en sí están vivas, no es muy distinta la muerte
de un alga unicelular a la de un cigoto humano, al menos en términos
biológicos.
La raíz de la carencia de
argumentos serios - o al menos eso creo yo - es el antropocentrismo de siempre.
Estamos convencidos que nuestra vida vale más que la de los demás organismos
vivos, porque no hablan, porque algunos no se mueven, porque son diferentes,
porque no intervienen en nuestras vidas como nosotros en la de ellos. No somos
ni más ni menos que ellos, no somos los únicos con estructuras sociales
complejas, no somos los únicos que sintetizamos proteínas, no somos los únicos
que pueden comunicarse y por si no lo han notado, no seríamos nada sin las
plantas, los animales, los hongos e incluso las tan satanizadas bacterias.
Mi opinión sobre el aborto es
simple: que se legalice. Nadie está diciendo que será obligatorio, nadie dice
que debe ser usado como método anticonceptivo o que sirve para controlar la
explosión demográfica, ergo, pueden guardarse el discursito barato de: “no es
la solución”. Nadie dice que sea la solución a ningún problema social, pero
considero que sí debe ser una opción, para quienes quieran tomarla. Quienes no
quieran, están en la libertad de no hacerlo, nadie las va a obligar.
Argumentos a favor: el libre
albedrío, además de las miles de circunstancias que pueden ser agravantes como
violaciones, malformaciones, mutaciones graves, riesgo de la vida de la madre o
simplemente la elección de vida de no querer ser madre por quizás una gran
cantidad de razones igualmente graves, falta de recursos para el bebé, un hogar
con violencia intrafamiliar, vivir en condiciones poco saludables…en un país
con tanta problemática social, de seguro las razones sobran aunque habrá
quienes estén dispuestas a afrontar las cosas como vengan en la vida. Mi total
admiración hacia ellas. De paso, pueden ahorrarse la cantaleta de la responsabilidad,
esa carta utilícenla cuando haya educación sexual real y a la
cual accedan personas de todos los estratos sociales.
Ahora, la parte que considero
complicada no es ese cuento flojo del asesinato y el respeto a la vida, tengamos
en cuenta que si hay especies en este planeta que no tienen derecho a hablar
del respeto hacia la vida definitivamente somos nosotros. Destruimos sin
compasión, incluso nos atacamos entre nosotros, sólo que la historia bonita
sale a flote para conservar la fachada moralista. Me parece que lo que debe
tenerse en cuenta es el efecto psicológico que puede tener un aborto en una
mujer. No soy madre, no me llama mucho la atención serlo, pero sí conozco a
muchas mujeres que lo son y todas hablan de una conexión con el bebé, incluso
previa a su nacimiento. Complicada la situación, además porque una madre que decida
abortar no sólo se enfrentaría a la carga emocional implícita sino también al
señalamiento de la sociedad con ese moralismo de tres pesos, que se utiliza para
juzgar a los demás. Considero que ese debe ser el punto en que hay que trabajar,
no sólo legalizar el aborto sino también ofrecer apoyo para quienes decidan
tomar la alternativa, no desampararlas y mucho menos dejarlas a merced de la
jauría que les saltaría encima. En este país de por sí, los problemas e incluso
los trastornos psicológicos y psiquiátricos son considerados por muchos como “ganas
de joder”, lo cual muestra que nos falta un largo camino por recorrer como
sociedad, aprender a dimensionar correctamente las problemáticas sociales en
vez de limitarnos a juzgar y criticar.
martes, 4 de octubre de 2011
Las Cosas que me Emputan
A propósito del la ira que le
produce a uno de mis contactos en Twitter que las personas - en especial los
adultos - se refieran a sus padres como “mi papi” y “mi mami”, estuve
reflexionando sobre las cosas que detesto y decidí escribir esta entrada en una
tarde lluviosa y fría, aprovechando que me escapé de la clase que tenía que dar
hoy. Será mejor enumerarlas y pido disculpas de antemano por si terminan
hiriendo susceptibilidades:
Me sacan completamente de quicio
las voces agudas, esas que parecen chillido de ratón. Las detesto. Espero que
así no suene mi voz porque sería lo más irónico del mundo. Eso sí, nunca una
voz chillona me ha molestado tanto como la de la novia de un antiguo compañero
de laboratorio, que para el momento en que yo estaba haciendo mi tesis (es
decir, prácticamente vivía ahí encerrada en la cabina de flujo laminar) se la
pasaba allá metida haciendo nada. Oiga, pobres algunos hombres con esas viejas
intensas que se ganan y ella no sólo se la pasaba detrás del tipo sino que
además lo consentía todo el tiempo con esa voz insoportable. En esa época yo
estaba cansada, no dormía, a duras penas comía, los experimentos no salían y
para rematar, aparecía esta mujer para acabar de arreglarme el día.
Afortunadamente, el biólogo en mención ya se graduó y está en Italia, no sé si
con ella, espero de todo corazón que sí.
Me molestan sobremanera los
ataques de moralismo de la parranda de mojigatas que componen gran parte de
nuestra sociedad. No me importa si quieren ser vírgenes hasta el matrimonio, monjas
o no, al fin y al cabo eso no es problema mío, pero sí me molesta esa necesidad
de vender la imagen de santa y de criticar a las demás mujeres. No es asunto suyo
lo que hagan los demás y no se puede juzgar sin conocer el contexto. Todos
andamos empeñados en armar normas morales y criticar a los demás, etiquetarlos
de raros o revolucionarios en lugar de fijarse en cómo ser más consecuentes
entre lo que decimos y hacemos.
Detesto las cremas de belleza en
todas sus presentaciones: de manos, para el rostro, para el cuerpo, para las
piernas, para el abdomen. No las soporto, no sé si será la dermatitis pero no
puedo aplicarme una crema porque la sensación grasosa no me deja vivir. Alguna
vez tuve esa iniciativa y pensé: “a todas las mujeres les encantan las cremas,
voy a usar esta en las piernas…”. Tuve que bañarme de nuevo, no lo resistí. Lo
único que utilizo - y eso por obligación - es bloqueador solar y acetato de
aluminio en loción para la dermatitis, porque la crema tampoco me la aguanto.
Cosas aburridoras en la vida y
hacerse un manicure. Y bueno, el manicure vaya y venga, pero pintarse las uñas,
eso sí es lo más aburridor del mundo. Estar ahí media hora como un idiota sin
poder mover las manos porque se daña el esmalte…no, no sirvo para eso. Y ni se
diga cuando se daña completamente después de unos días y otra vez la misma
cosa. Tal vez la complicada soy yo, pero jamás me pinto las uñas.
Detesto cuando la gente desprecia
géneros musicales. La música es música y punto, para todos hay, ni el metal es
de locos, ni el pop es de gays, ni el reggaeton es necesariamente de ñeros. Tampoco
me gustan las afirmaciones de “eso sí es música de verdad”, el rock no es lo
único respetable y escuchar música clásica no lo hace más intelectual.
Aceptemos que la mayoría de nosotros no sabe un carajo de música y que
simplemente se rige por lo que le agrada y lo que no. Sería mucho mejor ser
tolerante y aceptar que a otros les gustan otros tipos de música, de todas
formas nadie lo obliga a uno a escuchar cosas en particular.
No me gustan los Beatles. Sé que
son toda una leyenda musical, de gran importancia para la historia y para que
quede constancia me gustan los Rolling Stones aunque no creo que eso tenga nada
que ver, igual son muy diferentes. No sé por qué no me gustan, siempre he
pensado que hay bandas con las cuales hay conexión y otras con las que no, como
ésta. Hay sólo dos canciones que me gustan mucho: “Twist and Shout” y “Michelle
my Belle”. El viernes hicimos un karaoke improvisado con un par de compañeros
de trabajo y me obligaron a cantar “And I love her”. No lo soporté.
No me gustan los diminutivos,
toda la vida los han utilizado con mi nombre, porque ciertamente no podría ser
más fácil y predecible: Diana, bajita, delgadita…Dianita. Nada qué hacer, yo sé
que son expresiones de cariño y ya me resigné pero que quede claro que no me
gustan y procuro no utilizarlos con otras personas.
La ciencia es una de las cosas
que más amo en la vida y me molesta cuando tratan de utilizar argumentos “científicos”
para dar lecciones moralistas. Si no sabe, no hable, nadie dice que la
evolución es que todos los organismos van a convertirse en humanos, nadie dice
que algún día los chimpancés tendrán hijos de la especie Homo habilis, si
destruir un cigoto es asesinato también lo es bañarse por la cantidad de
células epiteliales que se pierden y lo más importante: dejen el antropocentrismo
que no somos la cúspide de la naturaleza y la vida que vale no es sólo la
nuestra. Por si no lo han notado hay millones de especies de organismos vivos a
nuestro alrededor y no son menos que nosotros.
Me encanta la música, pero no tolero la poesía. Un amigo de la universidad escribía poemas y me decía que los leyera a ver qué tal. Dejó de hacerlo porque le dije: "no eres tú, soy yo".
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