La polémica por la legalización
del aborto no se limita a los estamentos jurídicos sino que ha invadido las
redes sociales que tanto me gustan, un poco más Twitter que Facebook, con un sinnúmero
de opiniones y posiciones a favor y en contra. No veo en la polémica un
problema, de hecho considero sana la expresión - con respeto, eso sí - de
diversos puntos de vista, especialmente porque cuando uno se encasilla en una
posición referente al tema puede estar pasando por alto factores que otros
consideran. Lo que realmente me molesta es la falta de argumentos serios,
reales, válidos. Vamos a hablar claro: si alguien va a opinar de embriones que
sean al menos quienes tengan una vaga idea del desarrollo embrionario. ¿Cuántos
de los que alegan tanto porque el aborto es un “asesinato” saben qué es un cigoto,
una mórula, una blástula, una gástrula o una néurula? ¡Qué expliquen entonces! Un
cigoto es la célula diploide que se forma justo después de la fecundación, es
una célula eucariota común y corriente, difiere de una ameba en la información
genética y si van a afirmar que es un asesinato, también lo es contaminar
cuerpos de agua en los que viven miles de millones de organismos unicelulares,
bañarse todos los días porque mueren células epiteliales y ni se diga matar los
zancudos que tanto nos molestan en las noches, ese sí es peor aún, porque es un
organismo adulto. Mórula, blástula, gástrula y néurula son básicamente masas de
células totipotentes (pueden especializarse en cualquier tipo de célula) que se
dividen rápidamente y eventualmente se diferencian para convertirse en células
epiteliales, neuronas, células hematopoyéticas, osteoblastos, entre otras, que
formarán tejidos en el embrión más adelante. ¿Desde que es una célula es vida?
¡Claro que es vida! ¡Las bacterias son vida! ¡Las euglenas son vida! Ese
argumento no pesa, las células en sí están vivas, no es muy distinta la muerte
de un alga unicelular a la de un cigoto humano, al menos en términos
biológicos.
La raíz de la carencia de
argumentos serios - o al menos eso creo yo - es el antropocentrismo de siempre.
Estamos convencidos que nuestra vida vale más que la de los demás organismos
vivos, porque no hablan, porque algunos no se mueven, porque son diferentes,
porque no intervienen en nuestras vidas como nosotros en la de ellos. No somos
ni más ni menos que ellos, no somos los únicos con estructuras sociales
complejas, no somos los únicos que sintetizamos proteínas, no somos los únicos
que pueden comunicarse y por si no lo han notado, no seríamos nada sin las
plantas, los animales, los hongos e incluso las tan satanizadas bacterias.
Mi opinión sobre el aborto es
simple: que se legalice. Nadie está diciendo que será obligatorio, nadie dice
que debe ser usado como método anticonceptivo o que sirve para controlar la
explosión demográfica, ergo, pueden guardarse el discursito barato de: “no es
la solución”. Nadie dice que sea la solución a ningún problema social, pero
considero que sí debe ser una opción, para quienes quieran tomarla. Quienes no
quieran, están en la libertad de no hacerlo, nadie las va a obligar.
Argumentos a favor: el libre
albedrío, además de las miles de circunstancias que pueden ser agravantes como
violaciones, malformaciones, mutaciones graves, riesgo de la vida de la madre o
simplemente la elección de vida de no querer ser madre por quizás una gran
cantidad de razones igualmente graves, falta de recursos para el bebé, un hogar
con violencia intrafamiliar, vivir en condiciones poco saludables…en un país
con tanta problemática social, de seguro las razones sobran aunque habrá
quienes estén dispuestas a afrontar las cosas como vengan en la vida. Mi total
admiración hacia ellas. De paso, pueden ahorrarse la cantaleta de la responsabilidad,
esa carta utilícenla cuando haya educación sexual real y a la
cual accedan personas de todos los estratos sociales.
Ahora, la parte que considero
complicada no es ese cuento flojo del asesinato y el respeto a la vida, tengamos
en cuenta que si hay especies en este planeta que no tienen derecho a hablar
del respeto hacia la vida definitivamente somos nosotros. Destruimos sin
compasión, incluso nos atacamos entre nosotros, sólo que la historia bonita
sale a flote para conservar la fachada moralista. Me parece que lo que debe
tenerse en cuenta es el efecto psicológico que puede tener un aborto en una
mujer. No soy madre, no me llama mucho la atención serlo, pero sí conozco a
muchas mujeres que lo son y todas hablan de una conexión con el bebé, incluso
previa a su nacimiento. Complicada la situación, además porque una madre que decida
abortar no sólo se enfrentaría a la carga emocional implícita sino también al
señalamiento de la sociedad con ese moralismo de tres pesos, que se utiliza para
juzgar a los demás. Considero que ese debe ser el punto en que hay que trabajar,
no sólo legalizar el aborto sino también ofrecer apoyo para quienes decidan
tomar la alternativa, no desampararlas y mucho menos dejarlas a merced de la
jauría que les saltaría encima. En este país de por sí, los problemas e incluso
los trastornos psicológicos y psiquiátricos son considerados por muchos como “ganas
de joder”, lo cual muestra que nos falta un largo camino por recorrer como
sociedad, aprender a dimensionar correctamente las problemáticas sociales en
vez de limitarnos a juzgar y criticar.
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