lunes, 10 de octubre de 2011

Mi opinión frente al aborto

La polémica por la legalización del aborto no se limita a los estamentos jurídicos sino que ha invadido las redes sociales que tanto me gustan, un poco más Twitter que Facebook, con un sinnúmero de opiniones y posiciones a favor y en contra. No veo en la polémica un problema, de hecho considero sana la expresión - con respeto, eso sí - de diversos puntos de vista, especialmente porque cuando uno se encasilla en una posición referente al tema puede estar pasando por alto factores que otros consideran. Lo que realmente me molesta es la falta de argumentos serios, reales, válidos. Vamos a hablar claro: si alguien va a opinar de embriones que sean al menos quienes tengan una vaga idea del desarrollo embrionario. ¿Cuántos de los que alegan tanto porque el aborto es un “asesinato” saben qué es un cigoto, una mórula, una blástula, una gástrula o una néurula? ¡Qué expliquen entonces! Un cigoto es la célula diploide que se forma justo después de la fecundación, es una célula eucariota común y corriente, difiere de una ameba en la información genética y si van a afirmar que es un asesinato, también lo es contaminar cuerpos de agua en los que viven miles de millones de organismos unicelulares, bañarse todos los días porque mueren células epiteliales y ni se diga matar los zancudos que tanto nos molestan en las noches, ese sí es peor aún, porque es un organismo adulto. Mórula, blástula, gástrula y néurula son básicamente masas de células totipotentes (pueden especializarse en cualquier tipo de célula) que se dividen rápidamente y eventualmente se diferencian para convertirse en células epiteliales, neuronas, células hematopoyéticas, osteoblastos, entre otras, que formarán tejidos en el embrión más adelante. ¿Desde que es una célula es vida? ¡Claro que es vida! ¡Las bacterias son vida! ¡Las euglenas son vida! Ese argumento no pesa, las células en sí están vivas, no es muy distinta la muerte de un alga unicelular a la de un cigoto humano, al menos en términos biológicos.

La raíz de la carencia de argumentos serios - o al menos eso creo yo - es el antropocentrismo de siempre. Estamos convencidos que nuestra vida vale más que la de los demás organismos vivos, porque no hablan, porque algunos no se mueven, porque son diferentes, porque no intervienen en nuestras vidas como nosotros en la de ellos. No somos ni más ni menos que ellos, no somos los únicos con estructuras sociales complejas, no somos los únicos que sintetizamos proteínas, no somos los únicos que pueden comunicarse y por si no lo han notado, no seríamos nada sin las plantas, los animales, los hongos e incluso las tan satanizadas bacterias.

Mi opinión sobre el aborto es simple: que se legalice. Nadie está diciendo que será obligatorio, nadie dice que debe ser usado como método anticonceptivo o que sirve para controlar la explosión demográfica, ergo, pueden guardarse el discursito barato de: “no es la solución”. Nadie dice que sea la solución a ningún problema social, pero considero que sí debe ser una opción, para quienes quieran tomarla. Quienes no quieran, están en la libertad de no hacerlo, nadie las va a obligar.

Argumentos a favor: el libre albedrío, además de las miles de circunstancias que pueden ser agravantes como violaciones, malformaciones, mutaciones graves, riesgo de la vida de la madre o simplemente la elección de vida de no querer ser madre por quizás una gran cantidad de razones igualmente graves, falta de recursos para el bebé, un hogar con violencia intrafamiliar, vivir en condiciones poco saludables…en un país con tanta problemática social, de seguro las razones sobran aunque habrá quienes estén dispuestas a afrontar las cosas como vengan en la vida. Mi total admiración hacia ellas. De paso, pueden ahorrarse la cantaleta de la responsabilidad, esa carta utilícenla cuando haya educación sexual real y a la cual accedan personas de todos los estratos sociales.

Ahora, la parte que considero complicada no es ese cuento flojo del asesinato y el respeto a la vida, tengamos en cuenta que si hay especies en este planeta que no tienen derecho a hablar del respeto hacia la vida definitivamente somos nosotros. Destruimos sin compasión, incluso nos atacamos entre nosotros, sólo que la historia bonita sale a flote para conservar la fachada moralista. Me parece que lo que debe tenerse en cuenta es el efecto psicológico que puede tener un aborto en una mujer. No soy madre, no me llama mucho la atención serlo, pero sí conozco a muchas mujeres que lo son y todas hablan de una conexión con el bebé, incluso previa a su nacimiento. Complicada la situación, además porque una madre que decida abortar no sólo se enfrentaría a la carga emocional implícita sino también al señalamiento de la sociedad con ese moralismo de tres pesos, que se utiliza para juzgar a los demás. Considero que ese debe ser el punto en que hay que trabajar, no sólo legalizar el aborto sino también ofrecer apoyo para quienes decidan tomar la alternativa, no desampararlas y mucho menos dejarlas a merced de la jauría que les saltaría encima. En este país de por sí, los problemas e incluso los trastornos psicológicos y psiquiátricos son considerados por muchos como “ganas de joder”, lo cual muestra que nos falta un largo camino por recorrer como sociedad, aprender a dimensionar correctamente las problemáticas sociales en vez de limitarnos a juzgar y criticar. 

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