viernes, 14 de octubre de 2011

El Punto Sin Retorno

No somos los mismos, hemos cambiado y mucho. Las cosas siempre han estado claras, somos amigos hace ya bastante tiempo y eso es todo. Cualquier cosa que pueda pasar más allá de eso, sería como un incesto, hemos alcanzado el punto sin retorno. Sin embargo, nunca había estado tan claro como ahora.

Siempre he pensado que construir una amistad no es nada fácil pero ciertamente es más sencillo –al menos para mí - que esa amistad sea con un hombre y no con una mujer, tanto que hay otra entrada en este blog que lo menciona. Sin embargo, se corren algunos riesgos, la relación puede ser una amistad fuerte de esas que duran toda la vida, pueden comenzar a cambiar los sentimientos o puede romperse por algún agente externo. En mi vida he enfrentado los tres tipos de situaciones: tengo amigos del alma con los que jamás ha pasado nada (ni pasará), amigos por los cuales han cambiado eventualmente los sentimientos hacia atracción y gusto y amigos con los que ya no hablo, básicamente por novias celosas.

Siempre he pensado también que la amistad entre un hombre y una mujer  atraviesa por lo menos menos cuatro etapas diferenciables:
1. La inicial está llena de sorpresas y emociones al descubrir los gustos compartidos y las afinidades, en la que comienzan a construirse lazos y bases sólidas. Aún no hay suficiente confianza para compartir confidencias, pero se adquiere con el tiempo.
2. La confianza ha alcanzado un punto importante, alguno de los dos comienza a compartir preocupaciones, problemas, solicita consejos y en general habla de cualquier suceso de su vida, lo cual hace que el otro se sienta cómodo para hacer lo mismo. Lamentablemente, en algunas ocasiones (aunque en mi experiencia el caso ha sido exclusivo de amistades con mujeres) en este punto puede traicionarse la confianza, rompiendo completamente lo que ya se tenía y dejando una gran decepción.
3.La confusión caracteriza esta etapa: hay precisamente tanta confianza y química que uno empieza normalmente sin darse cuenta a ver con otros ojos al otro. Representa un conflicto serio, especialmente porque uno no sabe qué está pensando el otro, si se dio cuenta, si se va a dañar la amistad. Alguna vez leí que si a uno le gustaba su mejor amigo, podría irse de rumba con él y en medio de los tragos confesarle la verdad. Si el sentimiento es correspondido, buenísimo, si queda un poco perturbado con la noticia siempre se puede alegar demencia. Yo he llegado a un punto en que me termina fallando el filtro cerebro-boca (aún sin el alcohol) y si ya estoy segura de lo que siento - y además me gusta mucho - se lo digo y punto. Eso sí, se lo digo con tranquilidad, aclarando toda la situación, le dejo la noticia para que la digiera y me comunique lo que piensa. Yo cumplo con ser honesta, de ahí para adelante es decisión suya, he concluido que prefiero decir las cosas y dejar de mortificarme con ellas. Es evidente también que el plan de Rapunzel esperando al príncipe en la torre sin hacer nada no va conmigo. La vida es muy corta para vivir condenado por una serie de reglas que caracterizan a las “señoritas decentes”.

4. Este es el que llamo punto sin retorno. Aquí ya ha pasado por el momento de confusión, pero al esperar un tiempo a ver qué tal, las cosas siguen su curso y sin que uno lo note las esperanzas de llegar a algo más, simplemente se esfuman por diversas razones: uno se da cuenta que en realidad como pareja no funcionaría, apareció alguien que le movió más el piso al uno o al otro, decide “echarle tierrita” o simplemente la atracción fue pasajera y uno recobra la percepción real de las cosas. Todo depende de la situación, pero si uno ha alcanzado el punto sin retorno con un amigo y confía plenamente en él, lo más probable es que ya hay una amistad que durará mucho tiempo. Puede que a veces se interrumpa por novias celosas, viajes o discusiones, pero eventualmente la chispa seguirá ahí. Este es el mejor momento de todos, aunque si la historia terminó en romance puede imaginar el final que mejor le parezca, porque esos sí que son impredecibles.

Por supuesto mi teoría está sujeta a cambios, puede que no siempre suceda de esta forma y creo que sólo responde al afán de clasificación que llevamos implícito como especie. Son pocos los amigos con quienes he alcanzado el punto sin retorno, menos aún los que han llegado a gustarme realmente y no como efecto de la “química amistosa” y el tiempo compartido y varios los que he perdido por novias celosas. En la vida pasa de todo.


En las buenas y en las malas, esta es una amistad en el punto sin retorno, de esas que duran toda la vida.

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