domingo, 17 de junio de 2012

Las apariencias engañan...y mucho



La verdad sea dicha, yo no la conocía a ella más que de lejos. Tenía una cierta fama durante la carrera, sabía que había ingresado antes que yo y que le tomó más tiempo del presupuestado graduarse. Había muchos rumores, es muy bonita y por lo tanto todos afirmaban que era tonta, bruta, que le quedaba grande aprender, que no iba a poder con biología o que no iba a pasar de los semestres llenos de matemática, física y química. Escuché muchas cosas desagradables que yo terminé repitiendo porque qué le hacemos, se entera uno de chismes y termina siguiendo al rebaño tarde o temprano. Lo cierto es que ella siempre fue un poco distante de todos, supongo que sabía lo que se rumoraba y tenía un círculo de amigos bastante limitado. Nunca tuve la oportunidad de conocerla y yo, llena de prejuicios, tampoco me tomé la molestia de darle al menos el beneficio de la duda.

Sin embargo, por una serie de eventos de esos que uno jamás espera, terminamos trabajando en el mismo grupo de investigación. Mis prejuicios permanecían en su punto máximo y no eran negociables…hasta que comenzamos a hablar y descubrí que las apariencias engañan y mucho. El rumor más grande es que era muy vaga y muy bruta. “Bonita que se respete es bruta y esa vieja está muy buena” - decían. Y no lo voy a negar, he conocido miles de casos que corroboran esa hipótesis, pero también muchos que no lo hacen, como ella, por ejemplo. Cuando comenzamos a hablar, me di cuenta que ella no ve la vida académica como lo hacemos muchos pero eso no es malo en lo absoluto, simplemente es diferente. Todos nosotros vivimos obsesionados con estudiar, con investigar, con aprender más y más cada vez y a ella, le gusta la biología pero no necesariamente es el centro de su vida. Encontrarse un punto de vista tan opuesto al que uno tiene es una experiencia extraña, uno comienza juzgando muy duro para luego darse cuenta que esa otra perspectiva no está nada mal y que tal vez uno tiene que bajarle un poco a la psicorrigidez.

En tan poco tiempo, ella me ha enseñado muchas lecciones de vida. Yo soy una ñoña de tiempo completo y en la vida se me han cruzado amigos que son muy parecidos. Mi estrategia es siempre tratar de racionalizar todo, es como si lo tradujera al único lenguaje que entiendo, para procesarlo, para analizarlo, para inferir. Ella en cambio, le da a las cosas pesos diferentes, unas cosas se racionalizan y otras no, lo cual es perfectamente lógico y le hace a uno la vida más llevadera: en lugar de quemar neuronas tratando de armarse mensajes cifrados, es mejor aceptar las cosas de la vida como vienen, dejar que el tiempo hable y las respuestas aparezcan y dejar lo analítico para el plano en que se desarrolla: la investigación sobre leucemia linfocítica aguda que será mi tesis, por ejemplo.

Sin darse cuenta, ella me ha ayudado a comprender muchas cosas de mí misma que han cambiado bastante. Hace unos días estábamos almorzando cuando me preguntó de repente: “Diana, ¿qué te cambiarías?”. “¿Físicamente?” - respondí. Me dijo que sí. “Mmmm…no sé, nada”. Ella se rió. Le dije que no me malinterpretara, sonaba increíblemente egocéntrico pero para mí ha sido un camino largo y pedregoso. Si me hubiese hecho la misma pregunta hace cinco años, le habría dicho que me gustaría volver a nacer. Pero ya no, ahora me gusta como soy, con lo bueno y lo malo y me siento bien así, me siento completa. Ella me mencionó algunas cosas que se cambiaría, lo cual inicialmente me pareció increíble, ¡ella es la vieja buena del grupo! No voy a repetir lo que me dijo, pero hay algo que me queda muy claro y no solo de esa conversación sino de muchas otras que hemos tenido recientemente: ella no es bruta, no es tonta y tiene un punto de vista muy interesante. La juzgué terriblemente mal, pero me alegra mucho tener la oportunidad de conocerla para darme cuenta de eso. Ella está tan a la defensiva como yo en cuanto a hablar con otras mujeres por esa mala costumbre que tenemos de traicionarnos. Sin embargo, vale la pena bajar las armas de vez en cuando.



5 comentarios:

  1. Apariencias...lo triste es que uno tiene la propia y así como uno se estrella con ciertas personas, otras personas se estrellarán con uno, lo aprendí a ver con el tiempo, al ver que yo doy a pensar a muchas personas algo diferente a lo que realmente soy, y lo peor de todo, es que no es intencional, sencillamente a veces, como tu misma lo dijiste, son prejuicios que dependen más de uno mismo que de lo que la otra persona proyecte al mundo, independiente de lo que sea, hay cuestiones que radican es en uno solo, en los rollos y películas que uno solo se hace.

    Ve, ahora que sin querer bajé la pagina, vi el titulo de la entrada "Declaro oficialmente la guerra a las etiquetas" y no es caer en incoherencias, pero es un hecho que los esquemas son parte esencia del funcionamiento mental de los seres humanos, nos permite recopilar y usar mejor la información de nuestro cerebro, más no nos asegura estar en lo cierto, ahí es donde entra la virtud de ir en contra de lo que nosotros mismos establecemos, abrirnos y conocer, tal vez, personas muy especiales que llegan a la vida propia.

    Como siempre, me encanta como escribes! :)

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    1. Armarse videos es mi especialidad, pero estoy tratando de quitarme esa costumbre porque la vida es mucho más sencilla comparada con esas películas. Disculpa por responder hasta ahora :)

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  2. Me parece que este post lo escribiste desde el prejuicio, como si ella y algunas otras fueran la excepción que confirmara la regla.

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    1. No, la verdad no tanto. No te voy a negar que es un prejuicio difícil de quitar, crecí con él, fue mi único modo de defensa por mucho tiempo y en la universidad se mantiene. Pero la verdad es que una vieja bruta puede ser fea o bonita y que las bonitas pueden ser inteligentes o brutas. Esas etiquetas son a la larga un despropósito, como las regionales porque a la larga uno termina conociendo n mil ejemplos que contradicen eso que uno cree sin fundamentos. Claro que cuando comencé a hablar con ella, llevaba todo el prejuicio a flor de piel, pero me ha demostrado que vale la pena tomarse la molestia de conocer a la gente.

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