Este año, mi grupo de danzas por
fin cambiará los colores de vestuario con el que ha trabajado y abrirá paso a
los colores cálidos: rojo, naranja y amarillo. Por diversas razones le he
mostrado el video a varias personas, algunas que me ayudarán con el vestuario, otras
que trabajan conmigo, otras que tienen curiosidad de cómo es la presentación de
fin de año. Hombres y mujeres han visto los solos de tabla, los bailes
modernos, los clásicos y los balady tanto de mi maestra como de los numerosos
grupos que tiene ya la escuela.
Los hombres por lo general,
buscan a las viejas más buenas del video. Las que tienen mejor cuerpo o las que
tienen más gracia, las que bailan más chévere o mueven mejor la cadera y su
atención se centra en ellas. Más allá de eso, los comentarios no son muchos.
Pero las mujeres…me perdonarán la expresión - y algunas mujeres, porque no son
todas - pero ¡qué hijueputa jodedera! ¿Será que es posible que observen a otras
mujeres durante más de 15 segundos antes de lanzarse como aves de rapiña en contra
de ellas? Como el asunto es danza árabe y el vestuario muestra el abdomen, los
comentarios ofensivos no se hacen esperar: “pero son todas bastante gorditas,
¿no?” “yo pensé que bailar mejoraba el cuerpo” “pero mire, esa tiene más
barriga que yo” “uy no, yo pensé que estaba gorda” “ese maquillaje ¿qué?” “esa
se mueve horrible”.
Creo que lo que más ira me causa
es que son comentarios ofensivos disfrazados con adjetivos atenuados, como
“gorditas”. No pues, ¿qué hacemos con Claudia Schiffer? Será que quien ve el
video está que se parte de lo buena como para atreverse siquiera a lanzar el
más mínimo comentario con respecto al rostro, el maquillaje, el cuerpo y la
forma de bailar de las demás. ¡Vaya, vaya a un escenario a hacer eso! Ah claro
y es que rematan con el clásico: “no, pero tienen mucha personalidad, yo no me
atrevería a salir así.”
La principal crítica es hacia el
peso, por supuesto, ese demonio que persigue a tantas hoy en día y que parece
convertirse para algunos en el único criterio de calificación de una persona,
especialmente de una mujer. Porque eso sí, basta con ir a Melgar para darse
cuenta que mientras la mayoría de los hombres exhiben una portentosa barriga
cervecera con orgullo, las mujeres no hallan cómo hacer para lograr cuerpos
esbeltos o viven intranquilas cubriéndolo y sintiéndose mal ante las demás.
Muchas de mis amigas cercanas repiten incesantemente que están como una ballena
cuando no es así y mis alumnas viven comparando su peso entre ellas y
humillando a las demás. También me molestó bastante cuando escuché en un
programa radial de la X el comentario: “véala, gordita y todo pero muy bien”
refiriéndose a Adele en los VMA. Por supuesto, fue una mujer quién lo dijo.
Insisto, no son todas, pero sí la
mayoría. Eso, o es que yo soy muy de malas porque el 95% de las mujeres que he
conocido tratan de aplastar a las demás con sus múltiples críticas por
absolutamente todo. Dejen vivir, que esa criticadera no lleva a ninguna parte.
Y vivan, que de vez en cuando es bueno.