"En el Laboratorio Curie, en una de las más altas metas a las que podía aspirar un físico, me encontré vacío de sentido. Golpeado por el descreimiento, seguí avanzando por una fuerte inercia que mi alma rechazaba."
Había escuchado muchas veces el nombre de Ernesto Sábato, pero jamás había leído sus libros ni sus ensayos. Tampoco sabía que era físico teórico, que había hecho un doctorado en ciencias físicas y matemáticas y que había trabajado como investigador en el Instituto Curie y en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). No tenía idea que su vida había tenido un giro con el movimiento surrealista y que un buen día de 1943 decidió alejarse por completo de la ciencia para dedicarse de lleno a la literatura y la pintura.
Comencé a leer La Resistencia y lo primero que vi fue precisamente la reseña de la vida del autor. En ese momento pensé - y aún lo pienso - que ese hombre cumplió mi sueño dorado. Luego, cuando comencé a leer los ensayos en sí, me di cuenta que tenía muchas cosas que decir, que se había dado cuenta de todo, de la farsa en la que se ha convertido el mundo, de cómo ignoramos lo realmente importante, de cómo la competencia con la que nos condicionan a todos nos termina destruyendo y de cómo estamos invadidos por una serie de elementos de distracción que no nos satisfacen, por los cuales no sabemos a dónde dirigirnos, a dónde mirar y que nos han alejado bastante de la verdadera felicidad.
Leer a Sábato fue increíblemente reparador. Sentí, literalmente, que de alguna manera este hombre había reunido todos los pedazos en los cuales estaba rota mi alma y los había vuelto a organizar, para formar algo nuevo. Sentí que podía hacer lo que quisiera, que no estaba mal rehusarse a seguir el camino tradicional de los científicos, que no era la única decepcionada de tantas cosas en la sociedad y que la llama del idealismo, esa que resurgió de las cenizas y que me impulsa a trabajar por puro y físico altruismo es completamente válida. Se siente al leer cada frase, que Sábato era una persona que había vivido muchos años y que se dio cuenta de un mensaje importante de la vida, algo pragmático, tranquilo, sabio. Uno no sabe bien cuál es exactamente el mensaje, pero la paz que transmite es inexplicable. Me di cuenta que soy presa de muchas costumbres dolorosas de la cultura, que llevo una gran cantidad de cargas del pasado y que es el momento de dejarlas atrás o más bien, de tratar de entenderlas y solucionarlas de una vez por todas, porque simplemente no se puede seguir viviendo así, torturándose y sufriendo.
No puedo garantizar, por supuesto, que el efecto de leer a Sábato sea el mismo para todo el mundo. Sin embargo, estoy segura que al menos un mensaje importante para la vida puede extraerse de cualquier pieza escrita procedente de ese físico de profesión, que en el corazón llevaba tantas cosas.
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