Parecería que
todos nos pusimos de acuerdo para escoger una época de lectura empedernida y es
justamente esta. Cabe la posibilidad de que estemos leyendo así desde hace
tiempo pero antes no lo podíamos compartir en redes sociales. El caso es que he
visto un sinnúmero de comentarios con respecto a la tristeza que les produce a
mis contactos en Facebook y Twitter terminar de leer un libro que les gusta
mucho. Me parece curioso, porque a mí me produce todo lo contrario: un
sentimiento de satisfacción y alegría, me siento completa. Yo soy del tipo de
persona con picos de obsesión intensos y breves y eso es justamente lo
que me pasa con los libros. Si empiezo a leer algo no puedo con la curiosidad
de saber qué pasa y quiero leer hasta terminar. Si por alguna razón tengo que
aplazar la lectura un buen tiempo, pierdo el interés. Para “engancharme” de
nuevo, tengo que volver a empezar.
Creo que nunca
había leído con tanto ahínco como el año pasado y lo que va de éste. Un libro
me ha llevado secuencialmente a otro, especialmente esos que tienen un componente
filosófico que me resulta refrescante en medio de la lectura de artículos
científicos. Me gusta terminar un libro, me gusta marcar con post-it las partes
que me gustaron más o que creo que debo releer constantemente para no olvidar
enseñanzas importantes. No me entristece porque sé que la historia se queda ahí, guardada en esas páginas para cuando quiera repetirla. Me gusta terminar un libro porque además así comienzo
otro que contiene una nueva historia grandiosa.
Amí también me encanta terminar libros, me encanta esa sensación de plenitud que da tener todo lo que el autor quiso dar (o el editor dejó) sobre la historia.
ResponderEliminarEso sí, me siento triste cuando se me acaban los libros para leer que tengo en la casa.