Ana María presentó la defensa de
su tesis de doctorado - que por cierto es una maravilla - hace unos días, para
cerrar definitivamente el proceso de 10 años de trabajo en el grupo de
Fisiología Celular y Molecular. Es una pena que justo cuando yo ingreso al
grupo ella se vaya, porque es una de las personas más inteligentes y
aterrizadas que he conocido, esas personas de las que uno no para de aprender
cosas aún si es en la discusión más superflua. El jueves me cancelaron una clase
en la tarde y justo a esa hora llegó Ana. Nos sentamos a echar chisme en la
oficina sobre la tesis, que le dejaron meritoria pero no laureada por el voto
de uno de los jurados y tratamos de buscar evidencia para saber cuál de los
tres fue. Como por variar, un tema nos saltó a otro y a otro y a otro hasta
llegar a la forma en que se hace ciencia en Colombia.
“Aquí nos hace falta comernos el
cuento de verdad” - me dijo ella. Al principio no le entendí bien, pero tiene
toda la razón. Ana no sólo hizo en la Nacional el pregrado, la maestría y el
doctorado sino que también viajó a Cambridge y Washington por unas pasantías
para aprender técnicas de manejo de células madre, así que ella sabe de lo que
está hablando.
Cuando uno comienza a entrar en
el mundillo de la ciencia, lo primero que aprende en es que en Colombia no se
puede hacer nada. Aprende también que el futuro está afuera, que el objetivo es
llegar a ser como los europeos o estadounidenses, que los laboratorios y
universidades de aquí no sirven para nada y sobretodo, aprende que el que se va
con una beca triunfa y el que se queda estudiando aquí es un perdedor. Con el
tiempo, el objetivo de viajar se convierte en una obsesión y - en algunos
grupos más que en otros - la competencia se convierte en algo un poco
insoportable. Y yo que pensé que me había librado de la presión social del
colegio…sigue ahí y seguirá, sólo cambia de forma. Así las cosas, uno termina
haciendo experimentos y sufriendo sólo por conseguir un título de una
universidad prestigiosa, olvidando la pasión que lo trajo a la biología y a la
investigación. A mí me gusta estudiar, puede ser aquí o en Cafarnaúm y seré
feliz en tanto pueda hacerlo. No pretendo con esto negar la falta de
oportunidades laborales en Colombia, que no se le invierte suficiente dinero a
la investigación y que muchos se ven forzados a irse. Pero también hay un problema
serio de actitud de muchos de los que se quedan aquí, viviendo amargados y
muertos de envidia por los que se ganaron una beca en otro lado y que los hacen
sentir inferiores. ¿Por qué? Todos estudiamos lo mismo, cada uno tiene puntos
débiles y fuertes y no porque alguien se va a USA a Europa o Australia quiere
decir que es un genio y que uno es un pobre estúpido. Eso lo comprendí cuando,
como ya había mencionado en otro post, DECIDÍ quedarme a hacer la maestría en
lugar de buscar como un caballo desbocado cualquier rancho en un país primermundista
que me recibiera. Yo soy consciente de mis capacidades y debilidades y no
considero que por quedarme en Colombia sea una fracasada. Pero el problema es
que mucha gente sí lo cree así, vive amargada y frustrada por tratar de hacer
ciencia aquí, se quedó haciendo un posgrado porque era su último plan y no tuvo
más remedio y vive soñando con largarse algún día. Así no se puede progresar. Esa
misma amargura separa los grupos que se quedan lo cual imposibilita construir
trabajos interdisciplinarios que si bien probablemente no serían tan avanzados
como aquellos del primer mundo, lograrían mucho más de lo que hace cada cual
por su lado. No sólo es la falta de plata, también la falta de voluntad y el
anhelo constante de ver caer al otro. Puras
pendejadas. Esa actitud es la que no nos deja salir adelante.
Ana decidió quedarse a hacer el
doctorado en Colombia y no porque “le tocara” sino porque está convencida que
aquí se pueden hacer grandes cosas. Ella no sólo lo cree, también lo demostró
publicando dos artículos en revistas internacionales, uno de optimización de
técnicas y otro de sus hallazgos y aportes y con otros dos en camino. ¿Tuvo que
trabajar duro? Claro, las cosas no aparecen de la nada, las cosas de verdad
importantes se ganan con esfuerzo. Ojalá algún día logremos reunir un grupo de
gente tan inteligente como Ana y que no quiera huir a donde se hacen las cosas “bien”
sino que quiera regresar a lucharlas.
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