Cuando yo tenía unos quince o
dieciséis años vivía quejándome porque ningún tipo “me caía”. De la forma en
que yo veía el mundo, todas mis amigas y compañeras tenían novio o pretendiente,
normalmente más de uno, pero yo ni lo uno ni lo otro. La realidad no se
ajustaba exactamente a eso pero en medio de mi crisis adolescente, el mundo era
más gris que rosa. Ahora, no puede negarse que yo tengo una habilidad innata
para volverme la mejor amiga de los hombres, pero eso dejó de
molestarme hace mucho tiempo. Sin embargo, el punto no es volver a mis traumas
de colegio, sino algo muy curioso que he observado en la mayoría de mis amigas
a lo largo del tiempo, algo que no ha cambiado desde que teníamos quince años.
Nuestra cultura se caracteriza
por la queja, nos quejamos por todo y no hacemos nada al respecto. Aunque nos
duela, las mujeres nos quejamos aún más en especial por lo relacionado con el
aspecto físico. En esa época de quinceañera en la que yo vivía quejándome
porque “nadie me echaba los perros” me invitaron una vez a una fiesta en la
casa de una amiga: la oportunidad perfecta para observar si efectivamente,
nadie en absoluto se fijaba en mí. Resulta que mi hipótesis se desplomó porque
tan pronto llegué, se sentó a mi lado un tipo cuyo nombre no recuerdo, con
pinta de rapero y comenzó a conversarme. Evidentemente, estamos hablando de una
fiesta de adolescentes hormonales que andan buscando víctima cual leopardo en
sabana africana, por lo cual este hombre comenzó a preguntarme si tenía novio, que
era muy bonita y toda esa palabrería barata que algunos siguen usando.
Bailamos, me trajo algo de tomar, muy caballero él pero no, no me gustaba.
Trató de impresionarme con rap, con poesía y en fin, ya no me acuerdo con
cuántas cosas más pero sí que fueron muchas a tal punto que me terminó
fastidiando terriblemente. Huí hablando toda la noche con un amigo de la época
porque quería quitarme de encima al intenso. Terminé quejándome porque “qué
pereza ese tipo que me estaba cayendo”. Viéndolo unos años después, me quedé
pensando: ¿y al fin qué? ¿Te quejas porque no te caen y cuando te caen también?
¡No jodás, Diana, decídete!
Mi vida transcurría entre la
queja por no tener novio y la queja porque los que me caían no me gustaban,
todo un drama digno de serie de MTV. Pero luego, me di cuenta que cuando uno
conoce un hombre tiene dos opciones: o le gusta o no le gusta. Y tiene dos opciones
adicionales: el tipo le “echa los perros” o no. Las combinaciones pueden darse
de muchas maneras, la que más se repite es en la cual a uno no le gusta pero
uno sí le gusta al tipo y nada, él la invita a salir, le pide el teléfono, etc.
La pregunta es: ¿por qué molestarse? ¿Por qué quejarse? Siempre y cuando el
tipo no sea un asesino en serie que la va a dejar botada en una zanja, no hay
lío con hablar con él, incluso salir y si hace alguna propuesta, se deja claro
que uno no está interesado. Así de simple. Si uno ya tiene más de 18 años, no
veo el problema con aclararle a un hombre los límites o ceder ante la conquista
en caso que le guste. Usted ya no se va a comer el cuento de la casa de la tía,
no va a pasar nada que usted no quiera y si se llena tanto de traumas puede
perderse de conocer gente muy divertida. Ahora, no estoy diciendo que le acepte
invitación a salir a cuanto aparecido se le cruce en frente, o que ponga
cachos, nada de eso. Simplemente, si conoce a alguien que es buen conversador y
la hace reír y la invita a salir, ¿qué pierde con intentarlo? Tampoco irse de
levante de bar en bar, pero si es un referido o medianamente conocido, puede ir
con confianza. Tranquila, a diferencia de nosotras, ellos no se construyen un
video de matrimonio con una vieja que simplemente les gusta, solo es eso, les
gusta o les cae bien y la invitan a salir, cálmese. En caso que definitivamente
no quiera salir con él, al menos deje de quejarse tanto. Sería más triste si en
serio, en serio, nadie la volteara a mirar.
Se acabaron los quince años pero
la mayoría de las mujeres siguen igual. Quejas porque sí, quejas porque no,
porque no tiene novio, porque no la miran, porque la miró ese en el que no está
interesada, porque imagínate ese tipo pidiéndome el teléfono, porque no quiero
darle falsas esperanzas (esa es la más graciosa de todas). Tomemos las cosas con calma, dándoles la dimensión que se merecen. Abandonemos
los videos que así se vive mejor y sobretodo, dejemos de buscar mensajes
subliminales en todas partes. Pero sobretodo, si nos vamos a quejar tratemos al menos de ser consecuentes.
Todo se resume en una sola cosa...las películas que uno se monta en la cabeza. Malo si sí, malo si no. Nos vivimos quejando y a veces cuando tenemos las cosas en nuestras manos nos ponemos a jugar cuando las tenemos, luego que no era esto, sino esto otro que la tenía en mente. El asunto no es quejarse por no tener, más bien pasa por quejarse porque no llegó aquello que queremos, y eso no es simplemente un cumplido en una fiesta o un pretendiente que a uno no le gusta, no es que tampoco uno siempre joda, sino que se jode por no tener lo que realmente queremos, el asunto es que en muchas situaciones no queremos saber lo que queremos, ojo...querer saber que no es igual a no poder saberlo. :s
ResponderEliminarEso me pasa millones de veces...quiero que me den bola, pero las que me dan bola me parecen aburridas al momento de entablar una conversación y eso para mi es más importante que sepan bailar e incluso cocinar. Con el tiempo aprendí a ser más jodido o simplemente poner un filtro en esas situaciones, no esperar una docta en un bar o una discoteca, que ahí no necesariamente puede haber alguien que me interese en ese sentido, en cambio en seminarios y encuentros académicos sí me estresan más porque ese es el mundo mio, en donde realmente sé que las posibilidades de conocer a alguien interesante se duplican. Pero ya no me doy mala vida, ni el estar ad portas de los 30, lo único que tengo en mente es mi carrera y nada más que eso. :)
Me encanta como plasmas esas situaciones, en muchas me he llegado a identificar, es como si las escribiera yo. :p Un abrazo.
"No veo el problema con aclararle a un hombre los límites o ceder ante la conquista en caso que le guste". Esto es lo que deberían hacer todas las viejas, lo que yo denomino como "sacar la roja directa" (http://zionlostchild.blogspot.com/2010/05/jugar-de-visitante.html)
ResponderEliminarJuanma es Collective Soul
"Love and lust go hand in hand
Everything turned to dust in our promised land"
- Modern Times -