martes, 24 de julio de 2012

La sonrisa del gato de Chesire


La sonrisa del Gato de Chesire

-       Por favor, ¿podría decirme qué camino debo tomar?
-       Eso depende, en buena parte de a dónde quieras ir.
-       No me importa mucho…
-       Entonces, no importa qué camino tomes.

Alicia en el país de las maravillas apareció en mi vida en forma de película cuando era una niña y al principio no me llamó la atención porque no era de princesas. En medio de todas las demás historias de Disney, que hablaban de reinos, de castillos, de brujas, de príncipes azules y de princesas con belleza sin igual, Alicia era una historia rara. Pero cuando la vi, me gustó, me gustaron las mariposas con alas de tostadas, las flores parlantes, la oruga extraña y más que nada, el gato de Chesire.

Cuando cumplí 9 años, mi papá me regaló una edición de pasta dura de Alicia en el país de las maravillas y comencé a leerlo muy emocionada. Era una especie de jaula de locos en la que estaba encerrada una niña que no tenía idea qué hacer. El gato, en medio de su actitud extraña parecía ser el único medianamente cuerdo en toda la historia o al menos el único que podía explicarle a una persona que llega por primera vez a ese lugar cómo funcionan las cosas. Siempre aparecía en momentos decisivos, siempre discutía de cosas que aparentemente no tenían mucho sentido pero resultaban importantes y lo más interesante, siempre parecía saber algo que ni Alicia ni uno como lector podía sospechar. Creo que por eso me llamó tanto la atención, además de su rasgo tan característico: desaparecer, dejando la sonrisa.

Estos días la luna parece una enorme sonrisa plasmada en el cielo negro de la noche, libre de nubes y estrellas. Como he salido tarde del laboratorio, he podido observarla detalladamente. Me recuerda a la sonrisa del gato de Chesire y no sé por qué me llena de una enorme alegría.




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