Todos los años en el colegio
celebrábamos el festival de la canción en inglés. Teníamos que participar
obligatoriamente en una especie de eliminatorias por salón pero yo no tenía
grupo (¡qué novedad!). Pasé por absolutamente todos los que se habían formado,
me aprendí las canciones de todo el mundo y terminé en uno que iba a cantar y
bailar “Hit me baby one more time” de Britney Spears. Era la época de Britney
Spears, Spice Girls, Christina Aguilera, Backstreet Boys…yo me sabía
absolutamente todas las canciones de todos ellos y qué vamos a hacer, aunque
muchos digan que el pop es una porquería, que no tiene identidad, que esos ni
siquiera son artistas de pop respetables y en fin, tantos comentarios negativos
hacia ellos, a mí me gusta y eso no va a cambiar. Tengo incluso CDs originales.
Si no le gusta, bien pueda conformarse o hablarme. Así de simple.
Mi contacto con el rock comenzó
mucho más adelante, por una amiga fanática hasta la muerte de Nirvana y
Coldplay, que por cierto odiaba el pop. Grave problema porque a mí me gustaba
todavía pero en mi recién iniciada aventura rockera decidí callar esa parte de
mí que disfrutaba del ritmo del pop y despotricar de él hasta más no poder,
diciendo que no tenía la profundidad de las letras, la calidad de los
instrumentos, el sentimiento del rock y quién sabe cuántas más cosas. Me
acuerdo mucho que alguna vez en el colegio sonó Lithium de Nirvana y luego el
Ragga Ragga lo cual nos indignó enormemente. ¿Cómo era posible que semejante
porquería sonara después de Cobain? El desprecio por el pop continuó en la universidad,
donde mis compañeros, “prestigiosos rockeros” consideran que el pop es una
basura. Pero un día, decidí dejar de engañarme a mí misma y aceptar que me
gusta. Como viví la historia del “boom” del pop decidí también aprender sobre
las clasificaciones del rock, pero eso me llevó a un callejón sin salida.
Uno escucha por ahí gente
diciendo que el indie poco le gusta, que es mejor el clásico, discutiendo sobre
los padres del grunge, hablando del mensaje del punk, en fin, miles de nombres
que en teoría deben estar refiriéndose - suponía yo - a un cierto patrón de
letras, de instrumentos, de ritmos, tiempos y otras características musicales
que yo no entiendo. Quise saber exactamente cuáles eran.
Sin embargo, ese intento de clasificación
cuadriculada de la música es algo bastante similar a la taxonomía en biología. Hemos
intentado clasificar los organismos de muchas maneras, lo cual es necesario
para comunicarnos y romper las barreras del idioma. Se han asignado varios
niveles de clasificación: especies, géneros, familias, órdenes, clases, phyla,
reinos y dominios y pretendemos agrupar los organismos de acuerdo con sus
características comunes. Comenzaron con características observables y vamos en
las genéticas porque irremediablemente siempre aparece más de uno que no cuadra
en ningún lado y entonces hay que dejarlo en familias como la Euphorbiaceae,
que terminó siendo un costal de dicotiledóneas varias o para hacerlo más
cercano, el reino protista donde hay mil y un organismos con poco en común
salvo por ser unicelulares. Es cierto que tenemos que clasificarlo para
universalizar el conocimiento, pero es cierto también que la vida cambia
constantemente, sufre mutaciones, aparecen estructuras, se adapta, es
completamente plástica. Y recientemente tengo la impresión que sucede algo
parecido con la música.
Voy a tomar como ejemplo a
Coldplay. Aparece Parachutes y a la gente le gusta… ¿y eso que viene siendo?
¿Rock? ¿Pop? No, digámosle “rock británico”. Pero entonces aparece en el
panorama Viva la Vida, que suena diferente al resto de la discografía hasta ese
momento y todo el mundo se queja porque no es como Parachutes y tratan de
clasificarlo de nuevo. “Es que ahora tiene ritmos electrónicos, además ya no
suena como Coldplay”. (Nótese mi fastidio al respecto). Vamos a ver: una banda compone
canciones y es capaz de imprimirle un estilo propio. Sin embargo, no pueden
seguir sacando con el transcurso de los años un montón de álbumes idénticos al
primero, entonces, modifican ligeramente su estilo, hay que innovar. La música
también es plástica, está en constante cambio, evoluciona. Clasificarla puede
resultar útil para entender algunas cosas, pero finalmente, si es una de las
múltiples expresiones culturales de la sociedad, es de esperar que cambie con
el paso del tiempo, con la situación social, con la región geográfica, con la
política, la economía, la moda, la gente. Decidí hacer algo más productivo y leer “El ABC
del rock” de Manolo Bellon, porque hace toda una reconstrucción histórica desde
que Alan Freed decidió bautizar un derivado del R&B como Rock ‘n roll. En
algún momento hablará también del pop, que viene siendo un costal de muchas
cosas difíciles de caracterizar.
Tengo la impresión que al
iniciarse en algo - y particularmente en el rock - uno tiende a desvirtuar todo
aquello que no se ajuste, como el pop y viéndolo bien, no tiene sentido. ¿A
quién le afecta que yo tenga en iTunes música de Britney Spears y de Led
Zeppelin? ¡Dejemos atrás tanta pendejada!
La música, el arte por excelencia decía Schopenhauer. Yo tuve y sigo teniendo rollos con algunos géneros musicales que sencillamente no me aguanto, como temitas hartos como llegó a ser La Macarena o la del Au se te pego ese del tipo ese...a veces siento que esas canciones hacen parte de una conspiración para fastidiar gente :p. No, pero ya en serio...acá siempre tuve de donde escoger, cuando me quedaba solo en casa, vivía haciendo sonar cuantos acetatos habían en la casa, de toda clase...salsa, boleros, tangos, merengue, tropical, balada y demás, de ahí que en mi Mp4 haya de todo esto, pasar de franco de vita a nirvana, luego a lavoe, pasando por sosa, luego por el joe, ni cuando llegué a medio radicalizarme con el metal porque a escondidas escuchaba otra cosas XD así que ya te imaginarás lo que harían otros radicales que odien a lady gaga y demás.
ResponderEliminarSolo que acá donde vivo solo voy a los mismos tres sitios de siempre, por cuestiones musicales me duele pagar cervezas a 10mil para escuchar lo mismo que suena en una buseta o en una fiesta de barrio, prefiero sitios de música retro sean baladas o anglo, y el otro sitio que es un templo para la salsa llamado La Troja, que es donde me siento realmente, porque a diferencia de lo que se cree popularmente, Barranquilla fue una ciudad salsera en todos los sentidos, habían muchos lugares de salsa, se respiraba salsa hasta que por ciertas cosas el vallenato empezó a sonar por acá con fuerza hace menos de 15 años, menos mal soy de esos barranquilleros que crecieron cuando acá se escuchaba siempre salsa.
Escucho música para recordar y escaparme temporalmente de un presente que no satisface mis sentidos. Me echaría toda una noche hablando de música, mi primera pasión. ;)