domingo, 24 de julio de 2011

Declaro Oficialmente la Guerra a las Etiquetas

En numerosas ocasiones he publicado que me molestan las etiquetas en el mundo, todas esas que se impone la sociedad. Hay días en que se me alborota aún más el resentimiento por la existencia de esas ideas preconcebidas, por ejemplo cuando había pedrea en la Nacional y decían que todos los estudiantes de la universidad son unos hampones, cuando dicen que los biólogos solo hablan con los delfines y sirven para cuidar parques, cuando no me creen que sé de fisiología o inmunología porque no soy médico, cuando por mi estatura dudan de mis conocimientos, cuando un taxista le dice a un amigo que los homosexuales sólo se merecen que los maten, cuando dicen que quienes no creen en dios son malas personas…y hay días como ayer en que se me alborota aún más cuando al anunciar la muerte de Amy Winehouse muchos dicen que “se lo merecía por viciosa”, “ahora sí va a pegar porque se murió”, “ella misma se lo buscó”, “pues claro, se murió de lo que mueren todos los músicos jóvenes, qué más se podía esperar”. 

No pretendo negar que ella tuviera serios problemas con las drogas y el alcohol, eso siempre fue público y evidente. Me molesta la reacción, la forma de atacar, como si todos aquellos que critican jamás en la vida hubieran tenido un problema. Compruebo nuevamente - y muy a mi pesar - que muchos en el mundo sólo esperan ver que otro caiga para hundirlo más o para hablar mal de cuanta cosa puedan valerse, como si no tuvieran defectos. Los vicios no son fáciles de manejar, cuando han llegado a un punto avanzado tienen consecuencias nefastas en el organismo y en muchas ocasiones solucionar el problema va mucho más allá de la voluntad (aunque no me crean, no soy médico pero si sé algo de fisiología). 

Ni hablar del matrimonio igualitario, que apoyo completamente, pero que en nuestra sociedad parece un crimen. Claro, muy respetable el matrimonio heterosexual, ese sí es moral, aunque algún desgraciado apuñale a su esposa 70 veces, un asesino sin piedad…eso no es enfermizo porque es heterosexual. Mejor no me extiendo en este tema porque ya estoy a dos latidos de corazón de un aneurisma.

Volviendo a las etiquetas y en un plano un poco más pacífico estaba pensando en música. En realidad yo no sé casi nada de música, me muevo en un mundo completamente diferente, pero sí me gusta mucho y disfruto cuanta cosa nueva pueda aprender al respecto. En este momento, me siendo además libre de etiquetas musicales. Cuando estaba en primaria, no escuchaba música porque vivíamos con mi abuela y a ella no le gustaba el ruido. Sin embargo, por el festival de la canción en inglés conocí el pop y me encantó. Compré CDs de Brintey Spears, Spice Girls, Christina Aguilera, Backstreet Boys y Westlife. 

Al pasar el tiempo, unas amigas me mostraron el mundo del rock que también me gustó mucho, pero aparentemente era incompatible con el pop que tanto me gustaba así que con el fin de encajar en el mundo rockero decidí que el pop no me gustaba más. Pero yo no contaba con algo muy importante: en los gustos no se manda. Por mucho tiempo me vestí de negro, escuché sólo rock, critiqué el pop sólo para demostrar que a mí no me gustaba cualquier música sino la de verdad, la buena. Hoy, después de varios años y varias cosas que han pasado en mi vida, declaro la guerra de nuevo a esas etiquetas que me impuse, que me llevaron a decir cosas que realmente no creía mientras en secreto cantaba “Crazy” de Britney Spears. 

A mí sí me gusta el rock, me gusta muchísimo, pero también me gusta el pop, me gustan las canciones con un toque electrónico, no me gusta el metal ni el vallenato, los boleros no me matan, amo la salsa para bailarla y a veces para escucharla así como el flamenco y la música árabe, el merengue me gusta, no soporto las canciones corta-venas y el regaeton ya me aburrió porque todo es exactamente igual. Me gusta el swing, el soul, el jazz, el blues y algo de música clásica, me encanta Elvis por sobre todos los artistas, amo escuchar a Sinatra, vendería un riñón por ver en concierto a Muse, lloré en el de Coldplay y los vería de nuevo un millón de veces, me encantan U2, Radiohead, Foo Fighters, Nirvana, Moby, Maroon 5, Jamiroquai, Franz Ferdinand, Audioslave, Soda Stereo, The Killers, The Strokes, 3 Doors Down, Michael Jackson, Christina Aguilera, Britney Spears; recientemente descubrí y me obsesioné con Depeche Mode y hay muchas bandas y cantantes que me gustan de muchos géneros musicales. Ya no me empeño en ver si cuadra o no con el ritmo de no sé qué etiqueta cualquiera, igual no conozco lo suficiente para saber, me gusta y eso es todo. Abajo las etiquetas que nos hacen sentir mal y mentirnos a nosotros mismos.

4 comentarios:

  1. En palabras más, palabras menos puedo decirte que tampoco me gustan las etiquetas... Gracias por tus letras.

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  2. Totalmente de acuerdo... no más etiquetas, en especial las propias que uno se impone por pendejadas ajenas que nos llevan a pensar como una masa y no como una unidad social... ¡y que viva el Matrimonio Igualitario! Porque el amor no tiene género. Quiero agregar que las grandes instituciones religiosas, las sagradas Iglesias, sólo se unen para impedir cosas que, además de no transgredir a nadie, son por demás aducen nada más y nada menos que sus Iglesias son las salvadoras y quienes no estén en ellas no se salvarán... Cosa más aberrante e ingenua asumir que uno tiene la única y suprema verdad, cuando de las religiones se puede rescatar los siguientes puntos: (1) "el amor no se le niega a nadie, porque todos somos iguales -mencioné ya que todos somos iguales- ante los ojos de Dios - o de cualquiera-", (2) "el valor más importante es la humildad y reconocer en el otro el valor de su humanidad". Gracias, amigos son aquellos que asienten a cada palabra que decis, son sólo esos que refutan cada idea para comprenderte y saber si estás yendo por el camino correcto...

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  3. Curioso que una institución como la iglesia, que basa todo el discurso moral en el amor y la igualdad normalmente caiga en este tipo de dilemas. Otro ejemplo ocurría hace años, cuando un hijo extra-matrimonial era llamado "bastardo" y despreciado por sacerdotes y monjas ¿Y el niño qué culpa tenía? ¿Pidió venir al mundo?.
    Yo respeto muchísimo la fé aunque no la tenga, pero debo decir que la iglesia como institución me ha defraudado constantemente, esa doble moral me molesta sobremanera. No pretendo con esto herir susceptibilidades ni convencer, es sólo lo que veo desde mi perspectiva.

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