sábado, 23 de julio de 2011

Lo Esencial es Invisible a los Ojos

Hace más o menos un mes, inexplicablemente sentí la necesidad imperiosa de leer “El Principito”. Se me ocurrió de la nada, sin razón alguna y no pude estar en paz de nuevo hasta comprar el libro (había perdido el que tenía en mi infancia) y leerlo. Sentía -por extraño que parezca- como si el libro me llamara, porque tenía algo que decirme, lo cual comprobé al leerlo una tarde en Unicentro.


Lo primero que se me ocurrió fue que clasificarlo como literatura infantil es de cierta forma, subvalorarlo. Al ser niños no podemos interpretar muchas cosas que tiene la historia y que se asemejan tanto a la vida real y cuando crecemos no nos asomamos jamás al estante donde están los libros para niños…supongo que estamos muy ocupados con sumas y restas. Este debería ser un libro para la vida, porque es seguro que conforme avanzamos en el camino, encontraremos más y más lecciones de vida. Fueron muchas las cosas que recordé mientras leía y no podía evitar pensar en lo útil que habría resultado tener el libro a la mano en varios momentos de mi vida. Es por eso que ahora lo tengo al alcance siempre, así no me permitiré olvidar muchas cosas que ya entiendo y recordar los detalles que tal vez pasé por alto esta vez pero cobrarán sentido en algún momento. Curioso que en tan pocas páginas pueda explicarse la simplicidad de la vida y lo mucho que nos la complicamos con una infinidad de arandelas innecesarias.

El título de esta entrada corresponde a una de las frases que me quedó martillando en la cabeza: lo esencial es invisible a los ojos. He estado reevaluando últimamente las personas que se han cruzado en mi camino, en las que he confiado y en las que no y me doy cuenta con tristeza que en más de una ocasión he depositado toda mi confianza en alguien que termina traicionándome. A todos nos ha pasado, nada de qué preocuparse. Pero estaba recordando también a todos aquellos que tanto critican al mundo 2.0, las redes sociales y en general los medios virtuales y el hecho de conocer personas (no necesariamente en términos románticos) a través la red. El argumento es siempre que no se puede confiar, uno no sabe con quién está hablando, si la foto es de la persona, si lo que escribe es propio, si es honesto o no y entonces pienso: ¿y no pasa lo mismo con las personas que conocemos en el mundo real? ¿Cuántas veces hemos confiado en alguien que conocemos personalmente para después descubrir que todo lo que decía y hacía no era cierto o tenía alguna intención diferente? ¿Ver la cara de la persona es suficiente evidencia para decir si es “buena” o “mala”?

No se trata de volverse paranoico ni en las redes sociales ni en el mundo real. Se trata de considerar que hay gente de todo tipo en todas partes. He conocido personas en las redes sociales que luego he visto personalmente y son maravillosas y también he tenido “amigos” reales que me han dado sorpresas poco gratas. Sin embargo, hay algo que sí me llama la atención y es justamente eso: “lo esencial es invisible a los ojos” y en ese orden de ideas, conocer a alguien en el mundo físico no es garantía de nada, sólo es adicional. 


Si me preguntan, he descubierto que a través de redes como Twitter o Blogger se pueden conocer muchos aspectos de una persona que no son nada evidentes al verlos en vivo y en directo: las formas de pensar, lo mucho que los han marcado algunas vivencias… ¿no todo lo que escriben es cierto? Sí, seguramente, pero aún cuando un texto sea producto de la fantasía, se pueden inferir muchos rasgos de la personalidad al ver el estilo de redacción, los colores que utiliza, el estilo de letra, las frases que cita, la música que escucha, las opiniones respecto a la política, al mundo de la música, lo que les gusta y lo que no. Aún si quieren parecer interesantes y mienten descaradamente, algo los delatará en algún momento y si son honestos en cuanto a lo que piensan, puede uno llevarse gratas sorpresas y adicionar a sus círculos sociales personas invaluables. Eso me gusta de las redes sociales: lo esencial es invisible a los ojos.

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